El 23 de junio de 2000, el presidente Gordon B. Hinckley hizo un anuncio que resultaría grandioso para el futuro del Sistema Educativo de la Iglesia.
De pie en el Edificio de Administración de la Iglesia, en el centro de Salt Lake City, el Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días anunció la transformación de Ricks College de una institución de dos años, a la Universidad Brigham Young-Idaho, una institución de cuatro años.
Después de poco más de un año de cambios graduales pero sustanciales, el 10 de agosto de 2001, la universidad estaba lista para usar oficialmente el membrete de BYU-Idaho y contestar el teléfono con: “Hola, Brigham Young University-Idaho”.
Ese día, hace ahora 20 años, fue un paso integral del Señor al brindar la bendición de la educación a miles más de Sus hijos en la tierra.
Uno de los mayores desafíos de la educación en la Iglesia, entonces y ahora, sigue siendo el cómo crear oportunidades para que más estudiantes puedan asistir a las instituciones de educación superior de la Iglesia, dijo a Church News el élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles.
El élder Bednar, quien se desempeñó como presidente de esa universidad durante su transición de Ricks College a BYU-Idaho, dijo: “La creación de BYU-Idaho fue uno de los eventos educativos más importantes de la Restauración”.
El élder Kim B. Clark, Autoridad General emérita que se desempeñó como presidente de BYU-Idaho de 2005 a 2015 y luego como Comisionado de Educación de la Iglesia, explicó que, en los últimos 20 años, la educación superior en el Sistema Educativo de la Iglesia ha crecido significativamente. “Todo ese crecimiento ha llegado a través de BYU-Idaho”, dijo él.
Otras instituciones dentro del SEI han tenido pequeñas fluctuaciones, dijo el élder Clark, pero la inscripción general se ha mantenido relativamente estable. Desde el anuncio del presidente Hinckley, inscripciones en BYU-Idaho casi se han cuadriplicado. BYU-Idaho también fue el lugar de nacimiento de BYU-Pathway Worldwide, que alcanzó un hito de inscripciones de 50.000 estudiantes solo tres años después de su lanzamiento como institución independiente en 2017. Y sigue creciendo, incluso durante la pandemia.
Un diseño profético
El élder Bednar recordó la llamada telefónica que le hizo el presidente Hinckley cuando estaba en Ricks College, en la cual el presidente de la Iglesia dijo que era hora de convertir esa institución en una de cuatro años.
En la conversación que tuvieron, los dos analizaron que BYU-Idaho debería cumplir una misión distintiva y esforzarse para bendecir a un mayor número de estudiantes.
En el anuncio del 23 de junio de 2000, el presidente Hinckley señaló que la universidad “tendría un papel único y se distinguiría de las otras instituciones de educación superior dentro del Sistema Educativo de la Iglesia”. La universidad dependería directamente del Comisionado del Sistema Educativo de la Iglesia, lo que significaba que tendría su propia identidad y función.
El élder Clark G. Gilbert, Setenta Autoridad General y el nuevo Comisionado de Educación de la Iglesia, se desempeñó como presidente de BYU-Idaho de 2015 a 2017, antes de convertirse en el primer presidente del nuevo proveedor de educación en línea de la Iglesia: BYU-Pathway Worldwide.
Después de ser llamado para servir como presidente de BYU-Idaho, el élder Gilbert recordó haber estudiado detenidamente muchos de los documentos y discursos fundacionales de la universidad, incluyendo el anuncio del presidente Hinckley.
“Al leer el anuncio del presidente Hinckley, me di cuenta de que no solo anunció la creación de BYU-Idaho, sino que también anunció un tipo de universidad muy diferente. Ese era nuestro derecho de nacimiento, y sabía que BYU-Idaho necesitaba desarrollarse dentro de los parámetros distintivos de ese derecho de nacimiento. Sin ese diseño distintivo, la Iglesia habría dejado la institución como una institución comunitaria”, explicó el élder Gilbert.
¿Qué es exactamente el derecho de nacimiento de BYU-Idaho? El presidente Hinckley dijo que la universidad seguiría estando orientada a la enseñanza; siendo ese el enfoque principal de su cuerpo docente. La institución pondría énfasis únicamente en la educación de pregrado; no se ofrecerían títulos de posgrado. Debido a que la facultad no se centraría en la investigación y al no ofrecer programas de posgrado, el campus podría operar “de forma amplia durante todo el año”.
¿Por qué Rexburg?
El campus de Ricks College, ahora BYU-Idaho, se extiende sobre más de 162 hectáreas en una colina con vista a la ciudad de Rexburg y al Snake River Valley. Aquellos que han experimentado un invierno allí, pueden contar historias de vientos helados y ventisqueros profundos. La pequeña ciudad está aproximadamente a 32 kilómetros de la autopista I-15, la principal carretera norte-sur del este de Idaho.
El élder Clark explicó que el área fue colonizada por fieles pioneros Santos de los Últimos Días, quienes la convirtieron en su hogar a pesar de que el Servicio Geográfico Nacional de 1870 consideró que el área era “inhabitable”. Esos fornidos colonos y pioneros fundaron en 1888 la academia Bannock Stake. Más tarde, la escuela se llamó Ricks Academy (1902-1917) en honor al fundador de la ciudad, Thomas E. Ricks, y luego se llamó Ricks College (1917-2001).
El élder Bednar dijo que el cielo participó en el establecimiento de Ricks College y de BYU-Idaho. “¿Por qué más construirías una escuela en Rexburg, Idaho? No está al lado de la autopista y no está cerca de nada, si lo piensas bien. Se ha conservado y se ha ampliado de forma realmente milagrosa, porque el cielo tiene interés en lo que sucede allí”, dijo el élder Bednar.
La ubicación de BYU-Idaho fue “primordial para los milagros que sucedieron allí” por tres razones, explicó el élder Gilbert. Primero, “si supieras que el Señor te quiere allí, solo irías como estudiante, como miembro de la facultad o como administrador”.
En segundo lugar, hay una modestia histórica, una frugalidad y afecto que tiene sus raíces en la historia de Rexburg. “Ese corazón pionero todavía está insertado en la cultura de la universidad debido a sus raíces como una academia del viejo oeste, donde las personas estaban consagradas al Señor. Sabían cómo trabajar duro y hacer más con menos”.
Tercero, el aislamiento de la universidad proporciona una liberación de las presiones del mundo y de las presiones académicas. “No te comparas constantemente con otras universidades y tampoco tratas constantemente de ser como el mundo. Está desligada y apartada del mundo”, dijo el élder Gilbert.
Cuando el élder Clark dejó su puesto como decano de la Escuela de Negocios de Harvard para venir a Rexburg, algunos de sus colegas de Harvard le expresaron su preocupación. Sin embargo, después de asistir a su inauguración, uno de esos colegas le dijo: “Ya no estamos preocupados, pues tienes gente fantástica”.
La transición
Bob Wilkes nunca olvidará el día en que el presidente Bednar fue a su oficina en el edificio Kimball, en el campus de Ricks College, para preguntarle qué pensaba de que la institución se convirtiera en una de cuatro años y ofreciera títulos de licenciatura.
“Dije: ‘Eso nunca funcionaría’”, recordó Wilkes durante una entrevista con Church News. Luego explicó sus razones al presidente Bednar
El presidente Bednar escuchó, dijo Wilkes, y luego preguntó: “¿Haría alguna diferencia si supiera que el presidente Hinckley pensó que sería un buen momento para hacerlo?”.
“Le dije: ‘Eso haría toda la diferencia, presidente’”.
Wilkes, quien más tarde se desempeñó como presidente interino entre el llamado del presidente Bednar al Cuórum de los Doce Apóstoles y la instalación de Kim B. Clark como presidente de la universidad, dijo que su respuesta fue igual a la de muchos profesores y empleados. “Porque una vez que supimos que venía del profeta, no hubo más debate ni preguntas al respecto”.
Al mirar hacia atrás, el élder Bednar describió los 15 meses entre el anuncio del presidente Hinckley y la transición oficial a BYU-Idaho como volar un avión de pasajeros a 10.000 metros de altura y tratar de repintar, renovar y trabajar en todas las características mecánicas mientras está en el aire.
“No podrías decirle a todo el mundo: ‘Bueno, discúlpenos. Volveremos en 18 meses cuando tengamos todo esto resuelto’. Así que tuvimos que seguir dirigiendo una institución de dos años mientras nos convertíamos en una de cuatro años”, dijo el élder Bednar.
“Fue una época loca”, dijo Betty Oldham, quien trabajaba como asistente del presidente en ese momento. “Pero probablemente fue una de las experiencias más espirituales que he tenido, porque vimos que se efectuaban milagros y se recibía revelación”.
El élder Bednar dijo: “La mano del Señor estuvo en todos los aspectos de ese esfuerzo”.
Hubo algunos que tuvieron contrariedades o se sintieron decepcionados con algunos aspectos de los cambios. Sin embargo, señaló Wilkes, “la mayoría de las veces se trataba solo de ayudar a las personas a sentirse bien y a formar parte de la solución”.
Oldham recordó estar sentada en una reunión con el presidente Bednar y los vicepresidentes administrativos cuando el presidente Bednar anunció que el presidente Hinckley iba a convertir esa institución en una de cuatro años.
“Lo que sucedió en esa reunión marcó la pauta, porque muchos de los vicepresidentes tenían raíces profundas en Ricks College, con familiares que eran de Snake River Valley / Ricks College”, dijo Oldham. “Pero para una persona, la respuesta fue simplemente: ‘¿Qué tenemos que hacer, presidente?’”
La noche antes de que el presidente Hinckley hiciera el anuncio público, Oldham estaba en la fotocopiadora terminando un proyecto cuando el presidente Bednar se iba. Ella le preguntó: “¿Le asusta algo de esto?”.
“Si pensara que estoy haciendo esto solo, tendría mucho miedo”, respondió el presidente Bednar, “pero sé quién está a cargo”.
Oldham dijo que esa conversación cambió su perspectiva de muchas maneras. “No se trataba de él, no se trataba de nosotros, se trataba de convertir la universidad en una que el Señor necesitaba que fuera, y Él guiaría cada paso del camino”.
‘Reinventando la educación’
Uno de los sellos distintivos de BYU-Idaho es su espíritu innovador que se refleja en su lema: “Reinventar la educación”. El presidente Eyring dijo durante su discurso devocional en el campus en 2001 que la frase “reinventar la educación” no es simplemente un eslogan. “La universidad debe ser un lugar de innovación educativa de forma permanente”.
Durante la participación del élder Bednar como presidente de una entidad educativa en transición, “tuvimos que reexaminar todo”, recordó. “BYU-Idaho se trata de reinventar la educación. Reinventamos cómo admitir estudiantes. Tuvimos que reinventar cómo y cuándo los estudiantes asisten a la universidad. Tuvimos que reinventar la naturaleza de las pasantías”.
Una de las primeras innovaciones que implementó la universidad fue el sistema de calendario de tres tiempos, que le permitió atender a muchos más estudiantes manteniendo el tamaño de las clases reducido. “La universidad se usa todo el año, en lugar de pensar que es solo de septiembre a abril y luego no utilizar durante el verano el edificio y todas las instalaciones”, explicó el élder Bednar. “Entonces aumenta en un porcentaje muy significativo la cantidad de estudiantes que pueden ser admitidos. Se usa todo el año”.
La mayoría de las universidades quieren reducir la matrícula y luego cobrar más dinero a cada estudiante. BYU-Idaho, sin embargo, ha podido aumentar las inscripciones al tiempo que reduce el costo por estudiante.
“Si el mundo de la educación superior va en una dirección, vamos a dar la vuelta y mirar, y probablemente iremos en la dirección opuesta”, observó el élder Bednar
Cuando se le pidió al élder Clark que tomara el mando de BYU-Idaho, el Señor dejó muy claro que la universidad debía buscar tres cosas fundamentales, dijo él.
- Incrementar la calidad de la vivencia del alumno en todas sus dimensiones.
- Encontrar una manera de atender a muchos más estudiantes.
- Reducir el costo relativo de la educación.
“Tuvimos que pensar mucho y cambiar la forma en que abordamos algunas cosas”, dijo el élder Clark.
Lo primero que hizo la administración fue modificar el calendario académico a tres semestres iguales. En lugar del semestre de verano que consta de dos períodos más cortos, este sería ahora un semestre igual al de invierno y otoño, con el programa académico completo y la facultad completa.
También implementaron completamente el modelo de aprendizaje que anima a los estudiantes a enseñarse unos a otros y a ser responsables de su propio aprendizaje. Eso se volvió importante en el futuro, explicó el élder Clark, cuando lo usaron para diseñar el conjunto de cursos en línea.
Ofrecer más cursos en línea una vez más les permitió aumentar las inscripciones. Si cada estudiante de primer año toma una clase en línea, por ejemplo, eso le permite a la universidad admitir a muchos más estudiantes porque ahora hay un asiento disponible, pues alguien no ocupa ese lugar.
“Nos permitió atender a más estudiantes con el espacio que tenemos y también con el profesorado que tenemos”, dijo el élder Clark, “y así pudimos hacer crecer el cuerpo estudiantil significativamente, más de lo que hubiéramos podido, y al mismo costo”.
La siguiente innovación que comenzó durante ese período fue el advenimiento del programa BYU-Pathway. BYU-Idaho creó los primeros sitios PathwayConnect en Nampa, Idaho; Mesa, Arizona; y Manhattan, Nueva York. Aproximadamente un mes después del lanzamiento inicial, el élder Clark recordó haber estado sentado en la Conferencia General y haber tenido una clara impresión espiritual: “Necesitas expandir Pathway. Necesitas internacionalizarlo. Y debes hacerlo ahora”.
Pronto recibieron la aprobación para expandirse a diez lugares, uno en México y otro en Ghana. Hoy, BYU-Pathway se ha expandido a 150 países alrededor del mundo.
Y aunque BYU-Pathway es ahora una entidad independiente, continúa trabajando en asociación con BYU-Idaho para aumentar las inscripciones en línea en todo el mundo. Los instructores en línea de BYU-Idaho y los esfuerzos para desarrollar cursos siguen siendo un pilar de todo el programa.
El potencial de la educación de la Iglesia
Mientras el élder Clark pensaba en los últimos 20 años sobre los cambios en la educación de BYU-Idaho y de la Iglesia, me vino a la mente un pasaje de las Escrituras: “Porque yo, el Señor, he extendido mi mano para ejercer los poderes del cielo; no lo podéis ver ahora, pero dentro de un corto plazo lo veréis, y sabréis que yo soy, y que vendré y reinaré con mi pueblo” (Doctrina y Convenios 84:119).
“El Señor está diciendo: ‘He extendido mi mano y estoy ejerciendo los poderes del cielo. Todavía no puedes verlo, pero con el tiempo lo verás. Y cuando lo veas, sabrás que Yo Soy’. Uno puede ver que eso sucede en muchos aspectos de la Iglesia”, dijo el élder Clark. “Se puede ver que eso está sucediendo en la educación en toda la Iglesia”.
Y eso es solo el comienzo, dijo el élder Clark. El Señor bendecirá a Sus hijos mediante la educación. “Podemos verlo a Él moviéndose con poder; y les diré que eso ya lo he vivido. Lo viví en BYU-Idaho, y lo viví cuando era comisionado de educación. Es simplemente asombroso y maravilloso de ver, y hay mucho regocijo en eso. Simplemente te regocijas de que el Señor esté haciendo Su obra”.