Desde los primeros días de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los miembros han lidiado con enfermedades, y pandemias, dijo el historiador Richard E. Turley.
El ex historiador asistente de la Iglesia y director del Departamento de Asuntos Públicos de la Iglesia dijo que los primeros Santos de los Últimos Días hicieron todo lo posible para prevenir o curar enfermedades.
“Una de las cosas que estamos aprendiendo sobre la enfermedad del COVID-19 es que hay algunas cosas simples que se pueden hacer, y me parece fascinante que los ejemplos del pasado muestran a los líderes de la Iglesia a menudo sacrificando su propia conveniencia, y en algunos casos, su propia salud, para ayudar a otros”, dijo.
A medida que los casos de COVID-19 comenzaron a aumentar en todo el mundo y la Primera Presidencia instó a los miembros a usar mascarillas y vacunarse, Turley habló con Church News sobre las lecciones del pasado. “La historia, como todas las materias, tiene muy poco valor a menos que se aplique de una manera que haga algún bien”, dijo.
Compartió una descripción general de cómo los líderes de la Iglesia antiguos y modernos han respondido a las pandemias pasadas:
- Entre 1811 y 1814, la familia de José Smith padre y Lucy Mack Smith enfrentaron un brote importante de fiebre tifoidea que afectó a la comunidad a lo largo del valle del Río Connecticut donde vivían, dijo Turley. “Los siete hijos de los Smith se contagiaron”, dijo. “José (hijo) tuvo un caso particularmente severo. Terminó con una afección en las piernas, lo que hoy llamamos osteomielitis. Sus padres hicieron todo lo posible para salvar a sus hijos”. José se sometió a una cirugía experimental que le salvó la pierna y la vida.
- En marzo de 1832, cuando los gemelos adoptados de José y Emma Smith contrajeron sarampión, José y Emma estaban haciendo todo lo posible para cuidar a esos gemelos afectados por el sarampión, “cuando una turba irrumpió en la casa, sacó a José y lo despojó de la ropa , lo golpeó severamente y lo cubrió con brea y plumas”. Pocos días después, su hijo gemelo murió por complicaciones del sarampión, quizás agravado por el estrés de ese ataque.

- A finales de la década de 1820, una pandemia de cólera arrasó la tierra. La primera edición del periódico de la Iglesia, Evening and Morning Star, dedicó una gran cantidad de espacio a la pandemia. “El impresor de la Iglesia William W. Phelps declaró: ‘Si alguna vez la pestilencia caminó en la oscuridad o la destrucción se consumió al mediodía, ahora es el momento’”, dijo Turley. “En una edición posterior, declaró: ‘Desde el diluvio, si pensamos bien, el Señor no ha enviado la misma pestilencia o destrucción sobre toda la tierra a la vez, pero el cólera da una señal solemne a un mundo asombrado de que lo hará’”. Turley dijo que la enfermedad seguiría asolando a los miembros de la Iglesia durante décadas. Durante el Campamento de Israel, también llamado Campamento de Sión, José Smith y otros fueron afectados por la enfermedad y 13 participantes en el Campamento de Sión murieron.
- En 1839, cuando José Smith y otros de los primeros Santos de los Últimos Días se establecieron en Nauvoo, fueron afectados por la malaria — una enfermedad que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades denominan como “uno de los problemas de salud pública más graves del mundo”. Turley dijo que José y su esposa, Emma, convirtieron su casa de troncos en un hospital para aquellos que estaban enfermos, arriesgando su propia salud.
- A finales de la década de 1840 y gran parte de la de 1850, el cólera afectó a los miembros de la Iglesia, especialmente a las compañías que viajaban al valle de Salt Lake para unirse a los primeros Santos de los Últimos Días. Para reducir o prevenir los brotes, el presidente de la Iglesia, Brigham Young, escribió al “líder que supervisaba la inmigración y le ordenó que desviara a las compañías de Nueva Orleans a los puertos del este, o que las hiciera viajar durante las temporadas del año en que el cólera no era frecuente”, dijo Turley.

- Durante la pandemia de gripe de 1918 y 1919, la Iglesia tomó medidas para prevenir la propagación de la enfermedad, incluyendo la cancelación o modificación de las reuniones. La Primera Presidencia ordenó a las familias que se cuidaran a sí mismas en la medida de lo posible, liberando a los trabajadores de la Cruz Roja para ayudar a los demás. “A principios de 1912, los líderes de la Iglesia dirigieron el cambio de un vaso sacramental común, que había sido la tradición desde el comienzo de la Iglesia, a vasitos/copitas sacramentales individuales, pero las congregaciones locales habían sido algo lentas en adherirse a esta dirección. La pandemia de gripe aceleró esa transición”, dijo Turley.
- La poliomielitis afectó a muchos a mediados del siglo XX, incluyendo a Boyd K. Packer, quien más tarde se convirtió en el presidente del Cuórum de los Doce Apóstoles. Sufrió los efectos de la enfermedad a lo largo de su vida. En 1956, la Primera Presidencia emitió una carta alentando la vacunación de los misioneros. En el último párrafo, el presidente David O. McKay, el presidente Steven L. Richards y el presidente J. Reuben Clark escribieron: “En los últimos años, hemos tenido varios casos trágicos de poliomielitis en las misiones, y estamos seguros de que los misioneros y sus padres verán la sabiduría de tomar todas las precauciones para evitar tragedias de este tipo”.

- En 1976, cuando la gripe porcina se extendía por todo el mundo, la Primera Presidencia emitió otra directiva, alentando a los miembros de la Iglesia a considerar cuidadosamente los posibles beneficios y riesgos de vacunarse. En el párrafo final, escribieron: “Debido a la naturaleza integral de esta campaña de inmunización y el gran costo asociado a ella, se están buscando voluntarios en las áreas locales para ayudar a llevar a cabo la vacunación. Se alienta a los miembros de la Iglesia que estén técnicamente calificados y que se sientan inclinados a brindar todo el servicio comunitario que puedan para ayudar en esta campaña de vacunación contra la influenza”.
- En 1978, la Primera Presidencia emitió una directiva que expresaba la preocupación de que los padres no estuvieran vacunando a sus hijos contra las enfermedades infantiles. La Primera Presidencia escribió: “Los informes de que un número cada vez mayor de niños no están siendo inmunizados contra enfermedades infantiles prevenibles nos preocupa profundamente. … Instamos a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a proteger a sus propios hijos mediante la inmunización”.
Para concluir, dijo Turley, “La historia, como todas las materias, tiene muy poco valor a menos que se aplique de una manera que sea beneficiosa, y creo que el estudio que hice sobre la historia de las epidemias a lo largo del tiempo me convence de que el bien que podemos sacar de esto es aprender de la historia”.