En sus oportunidades de enseñar y ministrar en todo el mundo, el élder Dieter F. Uchtdorf y su esposa, la hermana Harriet Uchtdorf, han aprendido una verdad importante.
“Si bien es cierto que cada uno de los hijos de Dios es único y está formado por un conjunto distintivo de experiencias, también es cierto que tenemos un atributo muy importante en común — todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos y hermanas”, dijo el miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles durante el devocional anual de la Semana de la Educación de BYU, el martes, 17 de agosto.
El Padre Celestial desea que todos los corazones de Sus hijos estén “entrelazados… con unidad y amor el uno para con el otro” (Mosíah 18:21), dijo el élder Uchtdorf. “Aunque nuestras circunstancias pueden ser diferentes, nuestros corazones no lo son”.
Para aquellos reunidos en el Marriott Center en el campus de Provo, Utah, y los miles más que escuchaban virtualmente, el élder Uchtdorf presentó cinco mensajes que todos los hijos de Dios necesitan escuchar.
“Ruego que en estos mensajes también sientan y escuchen mensajes muy personalizados”, dijo el apóstol, “mensajes para sus circunstancias individuales y situaciones en la vida, dados a través del don y el poder del Espíritu Santo, sólo para ustedes”.
1. ‘Primero, vayan hacia la luz’
Cuando era capitán de una aerolínea, el élder Uchtdorf a veces volaba su Boeing 747 desde Alemania a la costa oeste de Estados Unidos y viceversa. En esos largos vuelos a través de océanos y continentes, el élder Uchtdorf notó que cuando volaba hacia el oeste, la luz del día parecía no terminar nunca. Cuando volaba hacia el este, la puesta del sol llegaba más rápido de lo normal.
“Ya sea que viajara al oeste o al este, el sol nunca cambiaba de rumbo”, explicó el élder Uchtdorf. “Mantenía su posición, firme en los cielos, proporcionando calor y luz a la tierra”.
Sin embargo, su acceso a ese calor y a esa luz dependía de su ubicación, dirección y velocidad.
Al igual que el sol, Dios nunca cambia, ni retrocede o altera el rumbo. “Pero nosotros sí”, dijo el élder Uchtdorf.
Durante los períodos en que las personas se sienten en la oscuridad, pueden tener la seguridad de que Dios, como el sol, siempre está ahí. “Cuando inclinamos nuestro corazón hacia Él, Él nos abraza y llena nuestras almas con luz, calor, conocimiento y guía.
“Ese es un mensaje que todos necesitamos escuchar”, declaró el élder Uchtdorf.
2. ‘Ustedes son mejores de lo que creen’
“Incluso los más exitosos de entre nosotros necesitan este mensaje de vez en cuando”, dijo el élder Uchtdorf.
Fred Astaire — el icónico actor, bailarín y cantante que ocupó el puesto número 5 en la lista de las 25 leyendas masculinas del cine del American Film Institute — estaba atormentado por sentimientos de insuficiencia. Walt Disney fue despedido de un periódico porque “carecía de imaginación y no tenía buenas ideas”. Vincent Van Gogh vendió muy pocas pinturas durante su vida.
En el Antiguo Testamento, el guerrero y héroe reacio Gedeón se consideraba un agricultor ordinario, pero un ángel de Dios le dijo que con la ayuda del Señor liberaría a su pueblo de una nación conquistadora (Jueces 6-7). “El Señor tomó a ese agricultor humilde que dudaba de sí mismo y lo convirtió en un héroe nacional — alguien cuya fe todavía nos inspira hoy, más de 3.000 años después”.
Jeremías creía que era demasiado joven para ser profeta. Moisés dudaba de sí mismo porque era lento en el habla. Enoc se sentía inadecuado para predicar el arrepentimiento.
“El Señor a menudo logra más con aquellos que se sienten menos realizados”, dijo el élder Uchtdorf.
En esta dispensación, el Señor tomó a un joven granjero sin educación y lo guió para que se convirtiera en el gran profeta de los últimos días que comenzó “la obra maravillosa y un prodigio” que se extendió por todas las naciones.
“Quizás, en ocasiones, nos vemos como un poco menos de lo que somos. Indignos. Sin talento. Nada especiales. Careciendo de corazón, mente, recursos, carisma o estatura para ser de mucha utilidad a Dios”.
Para aquellos que dicen que no son perfectos o lo suficientemente buenos, el élder Uchtdorf dijo: “¡Bienvenidos al club! puede que sean la persona que Dios está buscando”.
Citando las palabras del apóstol Pablo (1 Corintios 1:26–29), el élder Uchtdorf explicó que el Señor elige a los humildes y mansos en parte porque son humildes y mansos. “De esta manera, nunca se cuestiona la razón de su éxito. Estas personas maravillosas y ordinarias logran grandes cosas no por quienes son, sino por quién es Dios”.
Dios tomará los talentos, las habilidades, las palabras y las acciones de las personas, las magnificará y las usará para bendecir a multitudes.
Dios no necesita personas impecables, dijo el élder Uchtdorf, sino personas que ofrezcan su corazón y una mente dispuesta.
“Ese es un mensaje que todos necesitamos escuchar”, declaró.
3. ‘Aprendan a amar a Dios y a su prójimo’
Cuando un fariseo le preguntó a Jesús cuál es el mandamiento más importante, “Él estableció de una vez por todas cuáles deben ser nuestras prioridades como individuos y como Iglesia: Amar a Dios. Amar a su prójimo”, dijo el élder Uchtdorf.
Esos dos mandamientos son el centro del Evangelio y deben ser el centro de todos los esfuerzos como Iglesia y como discípulos de Jesucristo.
El élder Uchtdorf señaló que es fácil dejarse llevar por otras cosas. “Incluso las cosas buenas pueden distraernos de nuestro propósito principal”.
Todos tienen cosas por las que gravitan, hablan y enfatizan en su servicio a la Iglesia. “¿Son importantes esos principios? Ciertamente. Pero haríamos bien en considerar si son los más importantes”, dijo el élder Uchtdorf.
Los Santos de los Últimos Días deben tener cuidado con los errores cometidos por los fariseos que compilaron cientos de reglas y mandamientos, pero “perdieron de vista el centro del Evangelio”.
“No quiere decir que estas reglas y temas del Evangelio no sean importantes o valiosos. Tienen un propósito. Son parte del todo. Pueden llevarnos al centro, pero no son el centro.
Son ramas del árbol, pero no son el árbol”, explicó el élder Uchtdorf.
Los grandes mandamientos podrían usarse como un examen de diagnóstico de dos puntos para que los individuos se evalúen a sí mismos como discípulos de Cristo. ¿Cómo pueden los individuos ser mejores padres, ser más felices o magnificar los llamamientos en la Iglesia? “Uno, amar a Dios. Dos, amar a nuestro prójimo”.
“Este es el blanco del evangelio de Jesucristo. Es la base de quiénes somos como Sus seguidores”, declaró el élder Uchtdorf.
“Ese es un mensaje que todos necesitamos escuchar”.
4. ‘El conflicto es inevitable. La contención es una elección’
Los conflictos en la vida se presentan en una variedad de formas y tamaños: un diagnóstico médico no deseado, un ser querido errante, la pérdida de un trabajo, el fallecimiento de un ser querido, incluso una pandemia.
El élder Uchtdorf describió cómo el Salvador Jesucristo, “nuestro modelo de perfección”, no vivió libre de conflictos. Fue traicionado, acusado por falsos testigos, golpeado, ensangrentado y crucificado. ¿Su respuesta?
“Para algunos, no dijo ni una palabra. A otros, les dijo la simple verdad — no con ira sino con tranquila majestad. Mientras otros disputaban con él, Él se mantuvo en Su lugar, confiando en Su Padre, tranquilo en Su testimonio, firme en la verdad”, dijo el élder Uchtdorf.
Si bien el conflicto es inevitable y una condición de la mortalidad, la contención es una elección. “Nuestro mundo rebosa de contención. Tenemos acceso a él las 24 horas del día, los 7 días de la semana: en las noticias, en las redes sociales — incluso, a veces, en nuestras relaciones con quienes amamos”.
Si bien las personas no pueden ajustar el volumen de la amargura, la ira o la rabia de los demás, sí pueden elegir su respuesta. “Podemos elegir una mejor manera — la manera del Señor”, dijo el élder Uchtdorf.
Los seguidores de Jesucristo pueden seguir Su ejemplo. “No avergonzamos ni atacamos a los demás. Buscamos amar a Dios y servir a nuestro prójimo. Buscamos guardar con gozo los mandamientos de Dios y vivir de acuerdo con los principios del Evangelio. E invitamos a otros a hacer lo mismo”.
A algunos no les digan nada. A los demás, díganles con tranquila dignidad quiénes son, qué creen y por qué creen, alentó el élder Uchtdorf a los oyentes. “Emulemos al Cristo gentil. Y lo hacemos aprendiendo a amar a Dios y esforzándonos por bendecir a los demás”.
Habrá conflicto en la vida. “Pero nuestro Padre Celestial todopoderoso ha prometido que peleará nuestras batallas por nosotros”, enseñó el élder Uchtdorf.
“Ese es un mensaje que todos necesitamos escuchar”.
5. ‘Nuestro Padre Celestial es un Dios de nuevos comienzos’
Mientras los humanos vivan en “este maravilloso y hermoso planeta”, cometerán errores. “Esto no es una sorpresa para Dios”, dijo el élder Uchtdorf.
El Padre Celestial envió a Su Hijo Unigénito para hacer un gran sacrificio eterno para limpiar a Sus hijos del pecado cuando se arrepienten y tienen fe en Él.
“Gracias a Jesucristo, nuestros errores, nuestros pecados — incluso nuestras aflicciones, dolores, desilusiones, frustraciones y defectos cotidianos — pueden ser sanados. Gracias a nuestro Salvador, tales cosas no tienen por qué impedirnos cumplir nuestro destino divino”.
El Padre Celestial es un Dios de nuevos comienzos, repitió el élder Uchtdorf. “Cada día, cada hora, puede ser un nuevo comienzo — una oportunidad para renovarnos en el Espíritu Santo y ser mejores al caminar como verdaderos y fieles discípulos del Salvador. Su evangelio son las buenas nuevas de que podemos comenzar de nuevo — podemos llegar a ser nuevas criaturas en Cristo”.
Eso no significa que las personas deban trivializar sus pecados y errores o “esconderlos bajo la alfombra”. En cambio, para recibir el perdón de Dios, deben confesar sus pecados, enseñó el élder Uchtdorf. “Solo cuando reconocemos plena y honestamente nuestras debilidades y fracasos podremos aprender de ellos y superarlos. Debemos evaluar humildemente dónde estamos, antes de que podamos cambiar de rumbo y avanzar hacia donde queremos estar. En otras palabras, debemos arrepentirnos”.
El élder Uchtdorf testificó que Dios anhela que todos vengan a Él. “Su misericordia es suficiente para sanar sus heridas, inspirarlos a seguir adelante, limpiarlos del pecado, fortalecerlos para las pruebas venideras y bendecirlos con esperanza, sabiduría y Su paz”.
Independientemente de las deficiencias o defectos de las personas, Dios puede sanar, inspirar y limpiar.
“Porque él es el Dios de nuevos comienzos. Este también es un mensaje que todos necesitamos escuchar”, declaró el élder Uchtdorf.