Los playoffs [eliminatorias] de la NBA [Asociación Nacional de Baloncesto] estaban en pleno apogeo el mes pasado cuando el escolta novato de los Milwaukee Bucks, Sam Merrill, hizo una publicación en Instagram que puede haber parecido un poco fuera de lugar.
Pero esa publicación del 11 de junio de 2021 ofreció a sus miles de seguidores amantes del baloncesto un vistazo de lo que más atesora este joven.
“Es difícil de creer que han pasado 7 años desde que me fui a servir una misión para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Nicaragua”, escribió en un pie de foto de Instagram en donde adjuntó varias de sus fotos como misionero. “Estoy muy agradecido por la experiencia que tuve y por todas las personas increíbles que conocí mientras servía al Señor”.
“No estaría donde estoy hoy”, agregó, “sin haber servido una misión”.
Los Santos de los Últimos Días que han seguido la trayectoria de Merrill en el mundo del baloncesto no se sorprenden al ver su publicación de Instagram con temática misional colocada cómodamente entre sus publicaciones con temática de los Bucks incluyendo una en la que sonríe ampliamente mientras levanta el trofeo del campeonato de la Conferencia Este de la NBA.

(En varias fotos de Instagram aparece el compañero de equipo de Merrill y miembro de la Iglesia, Elijah Bryant).
Merrill, de 25 años, que compite con los Bucks en las Finales de la NBA en curso, ha disfrutado durante mucho tiempo de un equilibrio entre el deporte que ama y la devoción por sus creencias como Santo de los Últimos Días.
En un artículo de Church News de 2019, Merrill habló con humildad sobre su éxito en el baloncesto en la Universidad de Utah State. Pero también recordó su inolvidable alegría al escuchar el anuncio de la conferencia general de que se construirá un templo en la nación centroamericana, donde una vez respondió al nombre de “élder Merrill”.
“Hay tantas personas realmente buenas en Nicaragua que merecen un templo”, dijo a Church News. “Ayudará a que la Iglesia crezca aún más. Fue un momento especial y estoy muy feliz por esas personas”.
Muchos de los que se hicieron amigos de Merrill durante su servicio misional en Nicaragua se han convertido en fieles seguidores de los Bucks.

“Soy fanático de donde sea que Sam esté jugando”, dijo Connor Copeland, quien fue compañero de Merrill en dos ocasiones durante sus labores compartidas en la Misión Nicaragua Managua Sur. “Hablamos casi a diario — nos hemos mantenido muy unidos”.
Ver a un buen amigo, ex compañero y compañero de golf competir en el principal evento de baloncesto profesional, agregó, “es bastante impresionante. … Pero Sam definitivamente ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo para llegar a donde está ahora, así que no me sorprende”.
Las palabras de Copeland son repetidas por su presidente de misión, Bryan G. Russell.
“El élder Merrill vino al campo misional muy concentrado”, dijo el presidente Russell. “No era un joven que todavía estaba tratando de encontrarse a sí mismo o tratando de encontrar su relación con Jesucristo. Vino preparado con un fuerte testimonio. … Se puso en marcha”.
El presidente Russell todavía recuerda el pasaje de las Escrituras favorito del élder Merrill — Alma 26:12.
Ese versículo, dijo, captura la humildad y la devoción del joven: “Sí, yo sé que nada soy; en cuanto a mi fuerza, soy débil; por tanto, no me jactaré de mí mismo, sino que me gloriaré en mi Dios, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas; sí, he aquí que hemos obrado muchos grandes milagros en esta tierra, por los cuales alabaremos su nombre para siempre jamás”.
Copeland tuvo muchas oportunidades de jugar baloncesto en Nicaragua con el futuro jugador de la NBA. “Siempre que era posible, jugábamos con las personas como una forma de presentarles a la Iglesia y a nosotros mismos. Nos ayudaba a dar una buena impresión inicial de la Iglesia”.
Al igual que su larguirucho compañero de Utah, Copeland creció jugando baloncesto. Así que sí, dijo entre risas, “siempre dominabamos”. Pero esos partidos amistosos — que solían jugarse en aros desgastados y sin redes — rompieron barreras y construyeron conexiones.
Merrill cedió su lugar en la lista de Utah State durante un par de años para cumplir su misión. Pero durante esa pausa, Copeland recuerda que su compañero estaba completamente concentrado en mejorar sus habilidades en español y en compartir el Evangelio en sus áreas asignadas en Nicaragua.

No es de extrañar que la altura del élder Merrill de 1,95 metros llamara la atención dondequiera que fuera. Pero las fotos que comparte Copeland de los dos sirviendo juntos revelan el afecto que Merrill siente por Nicaragua y su gente.
“El élder Merrill siempre fue muy amable y compasivo”, agregó el presidente Russell. “Realmente llegó a amar al pueblo nicaragüense”.
El presidente Russell frecuentemente asignaba a Merrill para capacitar a nuevos élderes porque siempre los apoyaba y les ayudaba. En términos de baloncesto, un gran compañero de equipo.
El presidente Russell, residente de Florida, sonríe ante el hecho de que se ha convertido en un fiel fanático de Milwaukee.
“¿Quién lo hubiera pensado, verdad?”, dijo. “Pero ha sido grandioso ver lo bien que lo hizo élder Merrill en Utah State, y luego ser reclutado por los Bucks y ahora jugar en las Finales de la NBA. No hay nada mejor que eso”.