Para ayudar a los nuevos líderes de misión a comprender mejor la relación entre los dones espirituales y los atributos del Salvador, élder David A. Bednar del Cuórum de los Doce Apóstoles, examinó las verdades fundamentales presentadas en la despedida final de Moroni al final del Libro de Mormón, que se encuentra en Moroni 10.
Entre los puntos principales de Moroni se encuentran que los dones del espíritu se dispensan a los fieles y que los dones espirituales siempre acompañan a la fe. Moroni también escribe que “hemos de venir a Cristo, ser perfeccionados en Él y así santificar nuestras almas”, enseñó el élder Bednar durante el Seminario 2021 para nuevos líderes de misión el jueves, 24 de junio.
Principio No. 1: “Los dones espirituales son requisitos previos y esenciales para que vengamos al Salvador, siendo bendecidos con Sus atributos y llegando a ser como Él”.
La secuencia de la instrucción de Moroni fue el primero de los ocho principios que el élder Bednar enfatizó al enfocar sus comentarios en los principios básicos que gobiernan el funcionamiento de los dones espirituales y los patrones por los cuales los hijos de Dios llegan a ser más como el Salvador.
Principio No. 2: “Los dones espirituales y los atributos semejantes a los de Cristo son bendiciones dadas por Dios a Sus hijos a través del poder del Espíritu Santo”.
Todos los que reciben el don del Espíritu Santo mediante la debida autoridad del sacerdocio y la imposición de manos son elegibles para recibir dones espirituales, dijo el élder Bednar. Tales dones están destinados a “bendecir y beneficiar a los que aman al Señor y procuran guardar Sus mandamientos” (véase Temas del Evangelio, “Dones Espirituales”).
Principio No 3: “El Señor determina si y cuándo se reciben todos los dones espirituales y atributos semejantes a los de Cristo. Sin embargo, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para desear y ser elegibles para tales dones. No ganamos ni desarrollamos estos dones y atributos por nuestros propios medios”.
El nombre mismo de “dones espirituales” enseña una lección vital: todos esos dones son dados por Dios de acuerdo con Su voluntad y tiempo, explicó el élder Bednar. Los dones espirituales y los atributos cristianos no se obtienen ni se desarrollan mediante la disciplina personal.
Usando el ejemplo de caridad que se describe en Moroni 7:46-47, dijo: “De hecho, debemos honrar nuestros convenios y vivir dignamente y hacer todo lo que podamos para calificar para el don; pero en última instancia el don de la caridad nos posee; no lo poseemos”.
Continuó: “Recibimos dones espirituales cuando Dios puede confiar en nosotros para ser lo que necesitamos ser, para hacer lo que necesitamos hacer y para ser guiados al lugar correcto en el momento adecuado, de modo que, si un regalo o dones son dados, operan a través de nosotros para bendecir a otras personas. Los dones espirituales siempre y solo se nos dan para que puedan bendecir, ayudar, levantar y auxiliar a otra persona”.
Principio No. 4: “La búsqueda apropiada y la bendición de recibir dones espirituales y atributos semejantes a los de Cristo requiere que uno “deje de ser egoísta” y mire más allá de los deseos, las preocupaciones y las preferencias personales egocéntricas”.
El enfoque del trabajo de uno debe estar en el Salvador, no en la capacidad individual, dijo el élder Bednar. “El involucrarnos ansiosamente en la sagrada obra de Dios, de acuerdo con Su voluntad, Sus caminos y Su tiempo, requiere que se socave el ego, el egocentrismo, el engrandecimiento personal y la superchería”.
El Señor le dio esta corrección a Sidney Rigdon en 1831: “Y, ahora bien, he aquí, de cierto os digo, yo, el Señor, no estoy complacido con mi siervo Sidney Rigdon; se enalteció en su corazón, y no aceptó consejos, antes contristó al Espíritu” (Doctrina y Convenios 63:55; cursiva agregada).
Principio No. 5: “La intención real denota integridad y sinceridad en nuestros deseos y acciones asociados con recibir y usar dones espirituales y atributos semejantes a los de Cristo”.
“Integro propósito de corazón” y “verdadera intención” fueron dos de los varios principios que Nefi destacó al concluir su enseñanza y testificar acerca de la doctrina de Cristo (véase 2 Nefi 31:13).
El élder Bednar señaló que la nota al pie de página de “verdadera intención” en este versículo enumera los temas de “Integridad” y “Sinceridad” en la guía de temas. “La verdadera intención denota, por tanto, integridad y sinceridad en nuestros motivos, deseos y acciones. Continuamente debemos “vigilarnos a nosotros mismos” y protegernos contra razones de doble intención y engañosas para nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos”, dijo.
Principio No. 6: “Recibir dones espirituales y atributos semejantes a los de Cristo requiere tanto comenzar como continuar”.
Oliver Cowdery, quien actuó como el escriba principal del profeta José Smith durante la traducción del Libro de Mormón, aprendió una valiosa lección sobre la importancia de comenzar y continuar.
Después de recibir el don de traducción, aparentemente retrasó o pospuso el ejercicio del don espiritual que había recibido. El Señor dijo: “He aquí, es por motivo de que no continuaste como al comienzo, cuando empezaste a traducir, que te he quitado este privilegio” (Doctrina y Convenios 9:5; cursiva agregada).
Aceptar responsabilidades espirituales y las bendiciones prometidas requiere que uno comience y continúe actuando en la doctrina y siguiendo fielmente hacia adelante a través de los “méritos, la misericordia y la gracia del Santo Mesías”, dijo el élder Bednar.
Principio No. 7: “En la vida terrenal, podemos ser bendecidos con y recibir atributos esenciales de carácter similar a los de Cristo”.
Mediante el poder de la gracia y la misericordia de Dios, cada acto de servicio desinteresado que se rinde ayuda a familiarizarse más con el Salvador.
“De hecho, es posible para nosotros, como mortales, esforzarnos en rectitud para recibir los dones espirituales y las características que nos permiten extender la mano hacia el exterior para amar, servir y bendecir a los demás y “despojarnos” de las tendencias del hombre natural las cuales son el egocentrismo y egoísmo”, explicó el élder Bednar. “No podemos obtener tal capacidad por pura fuerza de voluntad o determinación personal”
Dependiendo del Salvador, y con el tiempo, “línea por línea, precepto por precepto”, dijo el élder Bednar, “podemos por el poder del Espíritu Santo llegar a ser hombres y mujeres de Cristo”.
Principio No. 8: “La dignidad personal es la clave absoluta e indispensable que nos permite tener la compañía constante del Espíritu Santo y recibir todos los dones espirituales y atributos cristianos”.
Al enfatizar su uso de la palabra “dignidad” y no “perfección”, el élder Bednar señaló que, aunque no es posible alcanzar la perfección en la vida terrenal, “podemos y debemos ser dignos, mejorar, arrepentirnos y llegar a ser”.
Concluyó citando al élder Parley P. Pratt, quien articuló el poder y los efectos del don del Espíritu Santo: “El don del Espíritu Santo … inspira, desarrolla, cultiva y madura todas las simpatías, las alegrías, los gustos, sentimientos y afectos afines de nuestra naturaleza. Inspira virtud, bondad, benignidad, ternura, gentileza y caridad. Desarrolla la belleza de la persona, la forma y los rasgos. Tiende a la salud, el vigor, la animación y el sentimiento social. … En resumen, es, por así decirlo, médula al hueso, alegría al corazón, luz a los ojos, música a los oídos y vida a todo el ser”.
El élder Bednar testificó: “Las gloriosas bendiciones descritas por el élder Pratt están disponibles para todos los miembros de la Iglesia restaurada del Señor que con modestia, humildad y mansedumbre deseen “echar mano de todo buen don” y esforzarse por “perfeccionarse en [Cristo]”.
