Cuando Gesseca Hooeer de Ecuador emigró por primera vez a los Estados Unidos, buscó recursos a su alrededor para ayudarle a aprender inglés. Ella dijo que encontrar el Centro de Bienvenida de la Iglesia en Mesa, Arizona fue un milagro.
“Esta fue la última opción — y mi mejor opción, mi mejor decisión”, dijo a la Sala de Prensa.
El centro de Mesa es uno de más de una docena de centros en siete estados y una provincia canadiense operados por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para ayudar a los inmigrantes y refugiados a integrarse en sus nuevas comunidades extranjeras.
Entre otros servicios, los voluntarios Santos de los Últimos Días ayudan a los inmigrantes y refugiados a encontrar acceso a servicios legales comunitarios, mejorar su inglés, fortalecer la resiliencia emocional, avanzar en el camino hacia la ciudadanía y comprender mejor la cultura estadounidense para que puedan obtener mejores trabajos y vivir mejores vidas.
Los servicios legales se brindan en asociación con las facultades de derecho de las universidades locales. Todos los servicios son gratuitos.
“Conectamos a nuestros usuarios con los recursos de la comunidad que puedan necesitar, cualquiera que sea ese recurso”, dijo Lorrie Curriden, quien es voluntaria en el Centro de Bienvenida de Las Vegas con su esposo, Dan Curriden. “Es maravilloso ofrecer una lista completa de servicios basados en lo que las personas necesitan cuando entran por la puerta. Nuestro objetivo es ayudarlos a determinar sus áreas de mayor necesidad y descubrir una forma en que podemos ayudarlos”.
El élder Broc Hiatt, Setenta de Área, dice que el trabajo de los centros trasciende la política y reconoce la identidad central de otra persona como hijo de Dios.
“No importa cómo llegaron aquí”, dijo el élder Hiatt. “Nuestra preocupación es que son hijos de nuestro Padre Celestial y necesitan ayuda. Podemos proporcionarla y nos hemos comprometido a proporcionarla. Simplemente estamos aquí para amar a los hijos de nuestro Padre Celestial y brindarles la ayuda que Él brindaría si estuviera aquí”.
Lorrie Curriden dijo que su servicio trata de seguir el ejemplo de Jesucristo. “El Salvador hizo el bien”, dijo. “Él enseñó las escrituras, pero también alimentó y sanó a la gente. Bendijo sus vidas tanto temporal como espiritualmente. Eso realmente se siente como nuestra misión de hacer Su obra y seguir el Espíritu y amar a las personas en Su nombre”.