La Iglesia en conjunto con otras organizaciones abrieron oficialmente un nuevo Family Transfer Center en Houston, Texas, para brindar ayuda humanitaria a los migrantes que buscan asilo en Estados Unidos.
“Hubo una crisis a lo largo de la frontera donde familias y niños que ya habían sufrido mucho al viajar a la frontera necesitaban ayuda y asistencia”, dijo el élder Carlos Villarreal, un Setenta de Área y director del Family Transfer Center. “El presidente (Russell M.) Nelson dijo: ‘Tenemos que cuidar a los niños’”.
El élder Villarreal, hijo de inmigrantes mexicanos y asignado por la Iglesia para ayudar a crear y supervisar el centro, se unió a los líderes de las organizaciones asociadas para llevar a cabo una conferencia de prensa el lunes para presentar el centro, que puede acoger a 500 migrantes por día si es necesario.
Cada persona fue procesada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos y se le otorgó un estatus legal para estar en los Estados Unidos, dijo el élder Villarreal.
Las organizaciones asociadas planean operar el centro durante al menos seis meses porque el número de solicitantes de asilo ha comenzado a desbordar los sistemas gubernamentales y otras coaliciones caritativas en la región.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está proporcionando fondos, así como voluntarios de entre las 23 estacas y 70.000 miembros de la Iglesia en Houston, la cuarta ciudad más grande de los Estados Unidos. También se ha llamado a tres parejas de misioneros mayores para que sirvan en el centro, que recibió a sus primeros 223 huéspedes la semana pasada.
El centro proporciona alimentos, paquetes de higiene, exámenes médicos y de COVID-19, un lugar para dormir y otros tipos de alivio a corto plazo para los migrantes liberados por la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos mientras esperan audiencias para asilo en los Estados Unidos. Deben tener un lugar para quedarse con un patrocinador en algún lugar del país y los medios para pagar el transporte.
La mayoría se queda menos de 24 horas antes de abordar un autobús o avión a otra parte de los Estados Unidos para quedarse con amigos y familiares mientras esperan su audiencia.
El élder Dirk Richards y la hermana Claudia Richards de West Jordan, Utah, aceptaron un llamamiento de seis meses para ayudar a las familias con sus viajes. Dijeron que el primer grupo de migrantes acogidos en el centro se dispersó por todo el país, aunque principalmente hacia el este y el oeste. Procedían principalmente de Haití, Cuba, Venezuela y México y luego se extendieron a Wisconsin, Nueva York, Boston, Florida, Texas y muchos otros estados.
Nadege Lafrance, de 43 años, y su esposa, Evenor Elisca, de 43, llevaron al centro a dos de sus cinco hijos, Ehna, de 10 años de edad, y Nabendjie, de 5. Allí, los Richards les informaron sobre un problema con sus boletos de avión. El amigo de la familia les había comprado boletos para volar desde Austin, no desde Houston. Un cambio de boleto costaría US$800, por lo que la pareja de misioneros les ayudó a conseguir los boletos de autobús a Austin y el transporte para ir de la estación de tren de Austin al aeropuerto.
The Family Transfer Center está en una especie de bodega/almacén operado por la Asociación Nacional de Iglesias Cristianas en 16605 Air Center Boulevard cerca del Aeropuerto Intercontinental Bush. Otras organizaciones incluyen Caridades Católicas, Servicios Internacionales del YMCA, Servicios Comunitarios Adventistas de Texas, Houston Responds y el Banco de Comida de Houston.
El gobierno federal no está proporcionando ningún financiamiento, pero está al tanto de los esfuerzos del centro, dijo el élder Villarreal.
Geraldo Joseph, de 28 años, y Christine Zamor, de 23, son nativos de Haití, pero su hija, Mikailalay, de 2 años, nació en Chile, donde la familia ha vivido durante cinco años. Salieron de Haití debido a la violencia y buscaron trabajo en Chile después de que esa nación dijera que acogería a los inmigrantes. En cambio, experimentaron el racismo por ser de raza negra y también lucharon para combatir las actitudes anti inmigrantes que contribuían a la dificultad para encontrar empleo.
“Queríamos una vida mejor y no había nada para nosotros ni en Haití ni en Chile”, dijo Joseph. “Tengo familia en Florida y dicen que hay trabajo disponible. Tienen una vida mejor, más segura y pacífica que en Haití”.
La familia de Joseph salió de Chile el 21 de febrero en pleno verano de Sudamérica y viajó principalmente a pie por nueve países con un grupo que cambiaba constantemente de tamaño entre 20 y 30 personas. El jueves, después de un viaje de tres meses y medio, Joseph puso a Mikailalay sobre sus hombros y la familia cruzó el Río Grande cerca de Del Río, Texas. Caminaron durante dos horas antes de encontrar a la policía. Se entregaron y solicitaron asilo en Estados Unidos.
“Gracias, Dios, hemos llegado”, dijo Joseph.
Durante su viaje, les robaron a punta de pistola varias veces. Dormían en las selvas, escuchando aterrorizados el rugido de los tigres y los sonidos de otros animales salvajes.
“Varias veces pensé que no sobreviviríamos al viaje”, dijo Zamor.
Después de que fueron procesados por funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, fueron entregados a un grupo humanitario que excedía su capacidad. El grupo pidió ayuda al Family Transfer Center, y Joseph, Zamor y su hija fueron trasladados en autobús a Houston.
“Estamos muy felices aquí en el centro familiar”, dijo Joseph. “Tenemos comida y todos están muy felices de recibirnos.”
La familia pasó la noche del viernes en el Family Transfer Center en catres proporcionados por la Asociación Nacional de Iglesias Cristianas. El sábado por la tarde, viajaron a Florida con boletos de avión comprados por sus amigos.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es un socio clave en el proyecto por varias razones, dijeron líderes de otras organizaciones asociadas.
“Si no fuera porque los Santos de los Últimos Días pueden intervenir con su organización centralizada para ayudar a estructurar, no sabríamos qué se necesita”, dijo Tommy Rosson, director ejecutivo de Houston Responds, una organización que ha ayudado a las congregaciones cristianas descentralizadas a aprovechar las fortalezas de cada una para responder a los desastres.
“Todos tienen su carril”, dijo Rosson. “Si necesitan algo que no está en su carril, llaman a otra persona. Se trata de tener relaciones de confianza con organizaciones sin fines de lucro”.
La histórica Arquidiócesis de Galveston-Houston está reclutando voluntarios para ayudar en el centro, dijo Betsy Ballard, directora de comunicaciones de Caridades Católicas.
“Este es un gran lugar para poner su fe en acción. Tenemos mucha experiencia trabajando con migrantes, así que tenemos corazón para esto”, dijo.
“Existe una tremenda armonía entre los católicos y los miembros de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días porque todos somos personas de fe ayudando a personas necesitadas a lograr la autosuficiencia y la dignidad”, agregó Ballard. “Estamos en tal armonía basados en esos valores. Aquí tenemos la oportunidad de unir nuestras fuerzas y avanzar como soldados y siervos de Dios para dar la bienvenida y el amor a las personas que vienen aquí”.
Los católicos y los Santos de los Últimos Días trabajan juntos en prácticamente todos los proyectos que realizan en el área metropolitana de Houston, dijo Andi Cook, especialista en comunicaciones de JustServe, que es el servicio y sitio web de los Santos de los Últimos Días que ponen en contacto a los voluntarios con organizaciones que necesitan ayuda voluntaria.
Ballard dijo: “Los Santos de los Últimos Días tienen todo bajo control. Saben cómo operar. Trabajé con el Banco de Comida de Houston durante años y la Iglesia ayudó a proporcionar mantequilla de maní y otros alimentos. Son una máquina”.
Los Santos de los Últimos Días no serán los únicos que sirvan en misiones en el Family Transfer Center.
Texas Congregational Disaster Readiness está organizando viajes misionales de la Iglesia Metodista Unida para servir en el Family Transfer Center. Los padres pueden traer a un niño mayor de 16 años a Houston, donde serán alojados por compañeros metodistas.
La Cruz Roja también ha respondido a las solicitudes de ayuda y los servicios de emergencias médicas EMS (por sus siglas en inglés) están disponibles en el lugar, dijo Cook.
Aquellos que estén interesados en ser voluntarios en el Family Transfer Center pueden visitar el sitio web de Voluntarios de Houston o encontrar un enlace en Just Serve. Se realizarán verificaciones de antecedentes de todos los voluntarios.
Las organizaciones planean operar el Family Transfer Center durante al menos seis meses, ya que una oleada de inmigrantes cruza la frontera a diario.
“Estamos orgullosos de asociarnos con estas organizaciones destacadas en una respuesta comunitaria para abordar las necesidades transitorias urgentes de estas personas y de familias vulnerables a través de estos Family Transfer Center”, dijo Jeff Watkins, director de iniciativas internacionales del YMCA de Houston.
Todos los que llegan al centro tienen estatus legal como solicitantes de asilo, dijo César Espinosa, director ejecutivo del Immigration Advocacy Group, que brinda asesoría legal y social en el centro. Deben tener familiares o amigos con quienes quedarse en algún lugar de los Estados Unidos, así como dinero para llegar a su destino.
El CBP da a cada uno una fecha para audiencia de asilo cerca de donde se estarán alojando. Espinosa dijo que las audiencias completas sobre un caso de asilo a menudo no ocurren durante uno o dos años. Un fallo de un juez de inmigración puede tardar un año o más.
“No sabemos cuál será su futuro, a quién se le otorgará asilo o quién podría ser deportado”, dijo Watkins. “Pero por ahora, los funcionarios de inmigración han decidido que tienen un temor creíble de regresar a casa, por lo que se les ha concedido la entrada inicial a los Estados Unidos. Su estatus lo decidirán los tribunales de inmigración. Este centro está realmente por encima de la política. Estos son nuestros hermanos y hermanas, y merecen humanidad y dignidad”.
“Este centro es un ejemplo del tremendo bien que puede resultar cuando la comunidad se une para ofrecer recursos y aliviar la carga de los demás”, dijo el élder Carlos Villareal, Setenta de Área de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. “Queremos que estas familias migrantes se sientan seguras, bienvenidas y cómodas mientras continúan su viaje”.
Agregó Andi Cook, de JustServe: “El Señor les va a ayudar a encontrar la paz”.