En los mensajes compartidos el sábado 3 y el domingo 4 de abril —domingo de Pascua de Resurrección— como parte de la Conferencia General Anual N°191, los siervos autorizados del Señor aprovecharon la oportunidad para compartir sus testimonios y sentimientos de amor y gratitud por Su misión divina.
El presidente Russell M. Nelson declaró en su testimonio que Jesucristo ha resucitado. “Ha resucitado para dirigir Su Iglesia. Ha resucitado para bendecir la vida de todos los hijos de Dios, dondequiera que vivan. Con fe en Él, podemos mover montañas en nuestras vidas”, dijo el presidente Nelson.
Durante “esta gozosa época de Pascua de Resurrección”, el élder Dieter F. Uchtdorf pidió a los oyentes que abran sus corazones al Salvador y Redentor, “sin importar las circunstancias, pruebas, sufrimientos o errores; ustedes pueden saber que Él vive, que los ama, y es, gracias a Él, que nunca estarán solos. Dios está entre nosotros”, testificó el apóstol el sábado por la mañana.
En esa misma sesión, el élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo que durante la época de Pascua de Resurrección, Jesucristo también invita a las personas a llegar a ser como Él, un buen samaritano, y a hacer de Su posada, o Su Iglesia, un refugio para todos de los golpes y tormentas de la vida.
“Nos preparamos para Su prometida segunda venida a medida que cada día hacemos con los ‘más pequeños de estos’ como lo haríamos con Él. El ‘más pequeño de estos’ es cada uno de nosotros”, dijo el élder Gong.
El élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo que encuentra una paz duradera al saber que “el Señor es mi pastor” y que Él nos conoce y estamos bajo su bondadoso cuidado. “Cuando nos enfrentemos a las tormentas de viento y de lluvia de la vida, a las enfermedades y lesiones, el Señor —nuestro Pastor, nuestro cuidador — nos alimentará con amor y bondad. Él sanará nuestros corazones y restaurará nuestras almas”.
El presidente M. Russell Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo que la época de Pascua de Resurrección es una oportunidad para recordar la amorosa invitación de Cristo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).
“La invitación del Salvador a venir a Él es una invitación a todos no solo a venir a Él, sino también a pertenecer a Su Iglesia”, dijo el presidente Ballard.
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, llamó a la Pascua de Resurrección “un tiempo para prometer lealtad total en palabras y hechos al Cordero de Dios”, y pidió a sus oyentes que trataran de “practicar la paz de una manera personal, aplicando la gracia y el bálsamo sanador de la expiación del Señor Jesucristo para nosotros y los que nos rodean”.
El apóstol dijo a los oyentes, “Que tengan una Pascua de Resurrección llena de bendiciones, gozo y paz. Las inconmensurables posibilidades de ella ya han sido pagadas por el Príncipe de Paz, a quien amo con todo mi corazón, y cuya Iglesia es ésta”.
El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, comenzó su intervención reconociendo a tres miembros de la Iglesia que recientemente y de forma inesperada “pasaron al otro lado del velo”.
“Mientras lloramos, también nos regocijamos por la gloriosa resurrección de nuestro Salvador. Gracias a Él, nuestros seres queridos y amigos continúan su viaje eterno”, dijo el élder Andersen.
Al llamar al sacrificio expiatorio de Jesucristo “el acto más maravilloso, majestuoso e inconmensurable que ha ocurrido en toda la historia de la humanidad”, el élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, testificó que el Salvador es “nuestro máximo cuidador espiritual”.
“Les testifico que a través de Él y Su infinito sacrificio expiatorio, el Salvador nos proporcionó el camino para vencer la muerte, tanto física como espiritualmente”, dijo el élder Soares. “Nos ofrece consuelo y seguridad en tiempos difíciles, como los que muchos de nosotros hemos vivido recientemente.
La Pascua de Resurrección es también la conmemoración del “mayor milagro en la historia de la humanidad” — la expiación y resurrección de Jesucristo, dijo el élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles.
“En este domingo de Pascua de Resurrección, mientras celebramos el milagro de la resurrección de nuestro Señor, como apóstol de Jesucristo, les dejo mi bendición, que sentirán el poder del Redentor en su vida. Que sus peticiones a nuestro Padre Celestial serán respondidas con el amor y el compromiso que Jesucristo demostró a lo largo de Su ministerio”, dijo el élder Rasband.
Experiencias personales
Varios de los líderes internacionales de la Iglesia que hablaron en la sesión de la mañana de Pascua de Resurrección compartieron experiencias personales conmovedoras para testificar de la expiación y la resurrección del Salvador.
La hermana Reyna Isabel Aburto, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, habló sobre la pérdida de su hermano a causa de un devastador terremoto en Nicaragua cuando tenía 9 años.
“Estaba desconsolada por el dolor”, recuerda la hermana Aburto, “y me preguntaba, ‘¿Qué le pasó a mi hermano? ¿Dónde está? ¿A dónde fue? ¿Volveré a verlo alguna vez?”
Unos años más tarde, antes de que la hermana Aburto conociera el plan de salvación, se imaginaba a su hermano llamando a la puerta y cuando la abría le decía, “No estoy muerto. Estoy vivo. No podía venir, pero ahora me quedaré contigo y no me iré nunca más”.
Aproximadamente 40 años después, durante la época de Pascua de Resurrección, mientras la hermana Aburto meditaba sobre la resurrección de Jesucristo, se dio cuenta de que lo que imaginaba de su hermano era el Espíritu consolándola en un momento difícil. “Recibí un testimonio de que el espíritu de mi hermano no está muerto; él está vivo. Todavía está progresando en su existencia eterna”, dijo.
La hermana Aburto testificó, “A través de la expiación redentora y la gloriosa resurrección de Jesucristo, los corazones rotos pueden ser sanados, la angustia puede convertirse en paz y el sufrimiento en esperanza. Él puede acogernos en sus brazos de misericordia, reconfortando, fortaleciendo y sanando a cada uno de nosotros”.
El élder Edward Dube, Setenta Autoridad General de Zimbabue, explicó que servir al Señor con amor y gratitud a pesar de los grandes sufrimientos es “proseguir a la meta”.
Su madre le dio un ejemplo de “proseguir a la meta” y aceptar la voluntad de Dios en su dolorosa batalla contra el cáncer. Mientras soportaba un intenso dolor, ella dijo, “No depende de ti ni de nadie, sino de Dios, que este dolor desaparezca o no”.
Jesucristo sufrió en el Jardín de Getsemaní y en la cruz del Gólgota para “cumplir la voluntad de mi Padre, porque mi Padre me envió” (3 Nefi 27:13), dijo el élder Dube.
El Setenta Autoridad General de Nueva Zelanda el élder S. Mark Palmer testificó que debido a que Jesucristo resucitó, todos volverán a vivir después de la muerte. “Este conocimiento le da sentido y propósito a nuestras vidas”, dijo.
Cuando eran una pareja joven, los padres del élder Palmer perdieron a su hija Ann de 17 meses, en un trágico accidente de ahogamiento. “También provocó un anhelo de respuestas a las preguntas más importantes de la vida”.
Años más tarde, los misioneros de la Iglesia comenzaron a enseñarles verdades incluyendo “la doctrina única y notable de que las familias pueden estar unidas para siempre. Sus padres reconocieron la verdad, recibieron un testimonio del Espíritu y se bautizaron, y su familia fue sellada en el templo.
Todos los que sienten dolor, luchan con la duda o se preguntan qué pasa después de la muerte, son invitados a tener fe en Cristo. “Les prometo que si desean creer, luego actúan con fe y siguen los susurros del Espíritu, encontrarán gozo en esta vida y en el mundo venidero” dijo el élder Palmer.