Resumen del discurso:
Los niños nunca han sido secundarios para el Padre Celestial — siempre han sido “primarios”. Su cuidado es primordial para los padres, como lo es para Él. Se les debe enseñar con la palabra y el ejemplo antes y después de que alcancen la edad de responsabilidad.
Llegar a ser como el Salvador no sucederá al azar. A medida que los padres aman, enseñan y testifican intencionalmente, pueden ayudar a los niños a sentir la influencia del Espíritu Santo. Las conversaciones esenciales sobre el evangelio de Jesucristo pueden llevarlos a comprender la doctrina del arrepentimiento, tener fe en Cristo, elegir el bautismo y el Espíritu Santo y “orar y andar en rectitud ante el Señor”.
Estas conversaciones pueden ocurrir de forma natural. Pueden surgir oportunidades adicionales a través del juego de roles. Al representar situaciones de qué hacer cuando son tentados, los niños pueden armarse con “el escudo de la fe”, en lugar de ser sorprendidos desprevenidos en los campos de batalla de la vida. Los padres están preparando a la nueva generación para que sean futuros defensores de la fe.
Los niños merecen comprender el principio del albedrío. “Al nutrir y preparar a nuestros hijos, permitimos su albedrío, los amamos con todo nuestro corazón, les enseñamos los mandamientos de Dios y Su don del arrepentimiento, y nunca, nunca, nos damos por vencidos con ellos”.