Resumen del discurso:
Aquellos que asisten al templo dignamente pueden “ver” al Salvador “en el sentido de que ya no es un desconocido para ellos” y pueden recibir enseñanzas espirituales acerca de Él.
La esperanza, gozo y optimismo se obtienen al aceptar las ordenanzas realizadas en los templos. “En el templo es donde podemos recibir la confirmación de las amorosas conexiones familiares que continuarán después de la muerte y durarán toda la eternidad”.
La felicidad eterna “depende de que hagamos nuestro mayor esfuerzo para ofrecer esa misma felicidad duradera a tantos parientes como podamos” a ambos lados del velo.
Los jóvenes que reciben la recomendación para realizar bautismos vicarios aprenderán “que las ordenanzas del templo siempre apuntan al Salvador y Su expiación”.
“Ruego que traten de inculcar en los corazones de los hijos del Padre Celestial el deseo de ir [al templo], donde pueden sentirse cerca de Él, y para que también inviten a sus ancestros a calificar para estar con Él y con ustedes para siempre”.