Al concluir una velada centrada en la realidad del Salvador Jesucristo y Sus dones universales de paz y amor, el presidente Henry B. Eyring reconoció a los muchos que están orando por fortaleza en esta temporada navideña para sobrellevar las pruebas personales.
“Testifico que el Salvador y el Padre han escuchado sus peticiones de todo lo que es bueno y por su ayuda para ustedes y para aquellos a quienes aman y sirven”, dijo el presidente Eyring, segundo consejero de la Primera Presidencia, durante el devocional de Navidad de la Primera Presidencia el domingo, 5 de diciembre.
Las respuestas vendrán, aseguró el presidente Eyring, como le sucedió al profeta José Smith, cuando suplicó, “Oh Dios, ¿en dónde estás?”.
“Paz a tu alma; tu adversidad y tus aflicciones no serán más que por un breve momento; y entonces, si lo sobrellevas bien, Dios te exaltará; triunfarás sobre todos tus enemigos’”, dijo el presidente Eyring, citando la respuesta del Señor en Doctrina y Convenios 121.
“Sé por mí mismo que las promesas son seguras para ustedes, para mí y para aquellos a quienes amamos”, continuó el presidente Eyring. “El Señor sintió nuestros dolores. [Lo hizo] por amor a nosotros. Él sabe cómo ayudarnos a sentir paz en medio de adversidades, aún en medio de nuestras pruebas. Él enviará amigos como ángeles a acompañarles “con corazones cálidos y manos amigables.
“Nuestro corazón cambiará para bien a medida que sobrellevamos las pruebas personales por medio de la fe en Él. Y con ese cambio, nos convertiremos en los amigos que el Señor puede enviar como ángeles para los demás”.

La misión del Salvador
Para el presidente Eyring — el verdadero espíritu de la Navidad, “el gozo que se recibe al adorar y amar al Señor Jesucristo” — crece cada vez que lee las Escrituras que les ayudan a saber quién era y quién es.
“A partir de esa lectura y oración, he llegado a conocer a Jesús como Jehová, quien, bajo la dirección de nuestro Padre Celestial, fue el Creador de todas las cosas”.
Al detallar la descripción que hace Pablo del Salvador en Hebreos 1:1-6, el presidente Eyring dijo, “Él se eleva sobre nosotros y, sin embargo, los acontecimientos relacionados con Su nacimiento terrenal evocan en nosotros un sentimiento de que Él está cerca de nosotros.
“Él eligió bajar de Su trono a la diestra del Padre y tomar sobre sí la mortalidad. Lo hizo por amor a cada hijo e hija de Su Padre que nacería en el mundo. Lo hizo por amor a ustedes — y a mí”.
El Hijo Amado de Dios pudo haber nacido en cualquier situación. Sin embargo, nació en circunstancias humildes donde los humildes pastores le dieron la bienvenida y unos magos fueron guiados por inspiración para encontrarlo.
Cuando el líder político ordenó que mataran a Jesús, Él y sus padres terrenales, María y José, huyeron a un país extranjero para preservar su vida. Después de que un ángel les dijo que podían regresar, llevaron a Jesús a Nazaret. Allí pasó casi 30 años, creciendo y trabajando como carpintero, antes de que comenzara su ministerio público.
“Quizás se pregunten, al igual que yo, por qué era necesario que el Hijo perfecto de Dios fuera enviado a tal misión”, dijo el presidente Eyring.
Jesús describió la humilde aceptación de su llamamiento con estas palabras: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. … Que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:38-40).

A pesar de Su lugar de poder y majestad, Jesús eligió a hombres comunes — entre ellos pescadores, recaudadores de impuestos y zelotes — para que fueran sus discípulos terrenales.
“Él predicaba y se relacionaba con leprosos, enfermos, mutilados, y despreciados”, dijo el presidente Eyring. “Amó y aceptó a los más pobres, a pesar de que Él había desendido de los tribunales de lo alto. Les sirvió, los amó y los levantó”.
Jesús mostró amorosa bondad y moderación al enfrentarse a la oposición y el odio. Sabía que esto era parte de la misión a la que había sido llamado y que había aceptado — una misión “para sufrir por los pecados y las enfermedades de todos los que vienen a la vida terrenal”.
Jacob enseñó a su pueblo acerca de la expiación de Jesucristo: “¡Oh, cuán grande es la santidad de nuestro Dios! … Y viene al mundo para salvar a todos los hombres, si estos escuchan su voz; porque he aquí, él sufre los dolores de todos los hombres, sí, los dolores de toda criatura viviente, … Y sufre esto a fin de que la resurrección llegue a todos los hombres, para que todos comparezcan ante él en el gran día del juicio”. (2 Nefi 9:20-22).
‘Amar como Él amo’
El bebé de Belén era el Hijo de Dios, enviado por el Padre para convertirse en el Salvador del mundo. “Él es nuestro ejemplo”, dijo el presidente Eyring.
“Para tener el espíritu de la Navidad, debemos tratar de amar como Él amó. Sus palabras para ustedes y para mí son estas ‘Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado’. (Juan 15:12).
“Pueden sentir el espíritu de la Navidad, como yo lo he hecho, con esas palabras. He sentido la luz y el optimismo que proviene de la influencia del Espíritu Santo cada vez que recuerdo y reflexiono sobre el ejemplo del Salvador del mundo”.
Mormón enseñó que el Señor está listo para ayudar “sin importar lo que nos pase”, dijo el presidente Eyring. “Porque he aquí, sabiendo Dios todas las cosas, dado que existe de eternidad en eternidad, he aquí, él envió ángeles para ministrar a los hijos de los hombres, para manifestar concerniente a la venida de Cristo; y que en Cristo habría de venir todo lo bueno. …
“Y tan ciertamente como Cristo vive, habló estas palabras a nuestros padres, diciendo: Cuanto le pidáis al Padre en mi nombre, que sea bueno, con fe creyendo que recibiréis, he aquí os será concedido.” (Moroni 7:22-26).
El presidente Eyring testificó que las promesas del Señor son seguras para todos los que soportan las pruebas mediante la fe en Él.
“Como Su testigo, testifico que el bebé nacido en Belén es Jesucristo, el amado Hijo de Dios”, dijo. “Les prometo que al pedir al Padre Celestial con fe y en el nombre de Jesucristo, el Espíritu les brindará sentimientos de paz a ustedes y a sus seres queridos.
“Les expreso mi amor con mi deseo de que puedan tener una feliz época navideña — este año y siempre”.