El nivel del agua estaba subiendo en el pueblo de La Lima, al norte de Honduras, y María y su familia sabían que tenían que abandonar su casa. Los huracanes Eta y Iota tocaron tierra consecutivamente en octubre y noviembre de 2020. Durante el transcurso de15 días, la familia tuvo que trasladarse de un refugio a otro.
“Cuando finalmente regresé a casa, vi que todo estaba lleno de moho e inservible”, dijo María. Una organización humanitaria sin fines de lucro llamada ShelterBox (inglés) le dió a su familia un equipo de emergencia con artículos esenciales como lonas, un juego de cocina, luces solares, un filtro de agua, mantas, un mosquitero y herramientas para construir un refugio — el tipo de cosas que se necesitan para montar un hogar después de perderlo todo.
“La ayuda que recibimos de ShelterBox nos ayudó a reconstruir nuestra casa después de la tormenta. Todo era útil, pero especialmente la lona. La usé para cubrir las esquinas y las paredes de la casa que habían sido dañadas”, dijo María.
La presidenta de ShelterBox USA, Kerri Murray, compartió la historia de María como una de miles de personas a las que pudieron ayudar en Honduras a través de una asociación con Latter-day Saint Charities. Después de que azotaron esos huracanes, las familias hondureñas vivían en refugios comunales abarrotados. ShelterBox utilizó una donación de Latter-Day Saint Charities para dar una respuesta inmediata al país. Gracias a la asociación con Latter-Day Saint Charities, 3.208 familias desplazadas recibieron refugio de emergencia y artículos domésticos básicos, lo que les permitió comenzar a recuperarse del desastre.
“Escuchamos familia tras familia que el refugio es el primer paso para su recuperación”, dijo Murray. Una vez que las familias pueden satisfacer sus necesidades de vivienda y hogar, pueden establecer algo de normalidad en sus vidas, restablecer comunidades, regresar al trabajo y los niños pueden regresar a la escuela. Pueden empezar a mirar hacia el futuro.
La guerra, el hambre, los huracanes, las inundaciones, los terremotos y otros desastres han desplazado a cientos de millones de personas en todo el mundo en los últimos años. Hay más personas desplazadas en nuestro mundo que en cualquier otro momento de la historia registrada. Murray dijo que Latter-Day Saint Charities comenzó su asociación con ShelterBox, proporcionando subsidio y donaciones para proyectos de refugio en 2017 para apoyar a los sirios desplazados por la guerra, ya que los refugiados necesitaban ayuda para recuperarse. Y desde entonces, la asociación ha ayudado a cientos de miles de hombres, mujeres y niños en todo el mundo.
Ambas organizaciones han estado trabajando juntas en Sudán, Burkina Faso y Camerún. Murray llama, la crisis olvidada, a los desafíos que enfrentan las familias en la cuenca del lago Chad en África. La violencia de los grupos militantes ha provocado desplazamientos masivos. Nongoma, una mujer de 34 años y madre de siete hijos, es una de esas familias. Se vio obligada a huir de su casa y de su aldea en Burkina Faso y desde entonces vive en un campo de desplazados.
“Hubo algunos incidentes en la aldea vecina a principios de año, así que pensamos que nos habíamos salvado — hasta que los grupos armados llegaron a nuestra aldea. Fue en el mercado donde empezaron a disparar y mi marido, que estaba allí, murió. Nos vimos obligados a huir sin llevarnos nada”, dijo.
Como tantos refugiados, Nongoma huyó sin nada más que la ropa que llevaba puesta. Después de llegar al campo de refugiados, Nongoma recibió un refugio de emergencia y otros suministros domésticos, lo que le permitió crear un nuevo hogar para sus hijos mientras comenzaba a planificar sus próximos pasos.
“Estoy muy satisfecha con la ayuda de Latter-Day Saint Charities y ShelterBox por las nuevas y hermosas lonas, ahora estamos bien protegidos”, dijo.
Mientras tanto, Fanne es una de miles de mujeres que tienen la condición de refugiadas en Camerún. Llegó a la frontera después de huir de la violencia de Boko Haram en Nigeria. Su marido tenia una lesión y los seguiría.
“Antes de llegar al centro colectivo, no me había dado cuenta de lo que estaba pasando. Sólo estaba preocupada por huir y me encontré con una cruel realidad. Todas mis posesiones quedaron atrás. No tenía documentos oficiales, ni comida, ni dinero, ni ropa. Lo había perdido todo”, dijo.
ShelterBox incluyó la historia de Fanne en su informe sobre sus esfuerzos para ayudar a 3.745 refugiados en Camerún. Fanne y sus ocho hijos viven en el campo de refugiados de Minawao. Recibió ayuda de ShelterBox y de Latter-Day Saint Charities, que incluyen una carpa, mantas, lámparas solares, baldes, portadores de agua y más. Ahora está tratando de crear una nueva vida.
“Me siento segura en mi carpa, pero aún así es diferente a mi hogar. El hogar es importante para todos porque es el lugar donde descansas un poco después de un día estresante. Es como un refugio, te mantiene a salvo de la lluvia, el sol y el viento. El objeto favorito que poseo ahora es mi olla que uso para cocinar. Eso es lo único que no puedo compartir; mis hijos comen gracias a ella”, dijo.
Cuando uno tiene una emergencia, es cuando se puede ver lo mejor de la humanidad en el esfuerzo por responder, dijo Murray. Y los voluntarios de su organización que son parte de los equipos de respuesta inmediata han podido llegar a personas en naciones donde nadie más podía llegar, gracias a la ayuda de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Un ejemplo fue cuando el ciclón Harold de categoría 5 devastó la nación insular de Vanuatu en abril de 2020, justo cuando el mundo se estaba bloqueando debido al COVID-19. Decenas de miles de familias se vieron desplazadas por el desastre y las fronteras se cerraron debido a que la pandemia agregó complejidad a la respuesta para la región. Murray compartió: “No estábamos seguros de poder contar con el apoyo para poder responder en la región, pero luego recibimos una llamada de Latter-Day Saint Charities ofreciendo su ayuda en Vanuatu. Tener el apoyo de Latter-Day Saint Charities hizo la diferencia, e inmediatamente comenzamos a proporcionar nuestra ayuda en la región”.
“Estas familias pensaron que nadie vendría por ellas. Fuimos de isla en isla en barcos. Con el apoyo de Latter-Day Saint Charities, fuimos las únicas organizaciones de ayuda fuera del Pacífico Sur que pudieron responder en Vanuatu. Fue un salvavidas para estas familias”, dijo.
Ahora, los grupos están trabajando juntos nuevamente para ayudar en Haití después del terremoto en agosto en esa nación caribeña, y también están trabajando en programas de acondicionamiento para el invierno en Siria para ayudar a las familias desplazadas de la guerra civil. ShelterBox y Latter-Day Saint Charities se enfocan en ayudar a las personas más vulnerables en los países más pobres, y la demanda para sus esfuerzos de ayuda humanitaria simplemente sigue creciendo.
“Mi corazón rebosa cuando pienso en nuestra asociación con Latter-Day Saint Charities”, dijo Murray. “Siento que la Iglesia está en el ADN de todo lo que hacemos”.