LONDRES, Inglaterra — La semana pasada, el presidente M. Russell Ballard, el élder Jeffrey R. Holland y el élder Quentin L Cook visitaron Gran Bretaña; anteriormente sirvieron como misioneros en Gran Bretaña, y cada uno de ellos reclama esta tierra como propia.
Fue aquí, en esta tierra, donde aprendieron a erguir sus hombros y prepararse para el viento implacable, frío y húmedo; donde declararon y proclamaron la veracidad de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; donde llevaron por primera vez el nombre del Salvador y testificaron de Él.
“Mi corazón ha sido tocado una y otra vez, al haber tenido el privilegio de venir a esta gran isla donde serví como misionero de tiempo completo”, dijo el presidente Ballard. “Y poder estar aquí con el élder Holland y el élder Cook, mis queridos colegas del Cuórum de los Doce, que también fueron misioneros aquí en su juventud”.

Su historia — que compartieron al dirigirse a los miembros y a los misioneros mientras visitaban Inglaterra y Escocia del 24 al 31 de octubre — es la historia de todos los misioneros Santos de los Últimos Días cuyo servicio se convierte en un acontecimiento clave en sus vidas.
A veces, dijo el élder Holland, nos encontramos tan cerca de la historia, tan cerca de los milagros que no sabemos que estamos haciendo historia o presenciando milagros.
Este es, ciertamente, el caso de las vidas de tres apóstoles — jóvenes criados en diferentes rincones de Utah por padres que no estaban activos en la Iglesia. Con el apoyo de unos pocos, cada uno de ellos encontró su camino al servicio misional y el Autor de la historia hizo Su milagro. Así como el Salvador tomó los cinco panes y dos peces de un muchacho y alimentó a 5.000 (Juan 6:9), Él multiplicó sus humildes ofrendas y alimentó espiritualmente a millones.

“Crecí espiritualmente en Inglaterra, ya que realmente [y] por primera vez, tuve que defender la Iglesia”, dijo el presidente Ballard. “Entonces, eso significaba que debía saber qué era la Iglesia. Y aprendí rápidamente sobre el Señor, el profeta José Smith y la restauración. Mi testimonio básico nació aquí, como misionero”.
El milagro sucedió porque tanto el presidente Ballard, el élder Holland y el élder Cook tuvieron a alguien que alentó el servicio misional.
Para el presidente Ballard, fueron los amigos que encontró en su juventud.
“Mis buenos amigos … hace 75 años tuvieron un tremendo impacto en mi acercamiento a la Iglesia y, finalmente en mi deseo de servir una misión”, dijo el presidente Ballard.

Para el élder Holland fue la dulce influencia de una joven y su familia.
Nacido en una familia con “absolutamente ninguna tradición misional”, el élder Holland “no sabía nada” sobre lo que significaba ser un misionero. Su futura esposa, la hermana Patricia Holland, sin embargo, provenía de una gran tradición misional y su “expectativa se convirtió en la mía”.
El élder Cook siguió a su hermano Joseph, cinco años mayor que él, al servicio misional. “Él fue quien tuvo que asumir el papel de nuestro padre y establecer que se podía ir a una misión”, dijo, y añadió, “nadie tuvo un mejor hermano que yo”.
Con el apoyo de presidentes de misión dedicados y cariñosos y el apoyo entre ellos — el élder Holland y el élder Cook sirvieron como compañeros en el verano de 1962 — la obra misional para ellos se convirtió en “fundamental y decisiva”.
La bendición se amplió — tal y como les sucede a todos los misioneros que sirven en cada misión del mundo — con la oportunidad de ser asesorados por los líderes de la misión, quienes son las “personas más grandes que pueden conocer en toda su vida” dijo el élder Holland.

La hermana Holland dijo que el élder Holland entró al campo misional después de recibir, por años, el amor, apoyo y elogios de la comunidad de St. George, Utah, por sus actividades en el gobierno estudiantil y el atletismo. “Después de su misión”, dijo, “dio todo esto en retorno …Regresó con mucho amor por St. George y un gran aprecio por ellos”.
El élder Cook también entró al servicio misional con el apoyo de su futura esposa, la hermana Mary Cook. Las cartas que enviaba a casa desde la misión reflejaban su enfoque en la obra, dijo la hermana Cook. Regresó dispuesto a continuar con esos servicios. “Estaba concentrado en [el deseo de] tener una familia, queriendo servir al Señor”, dijo.
Tanto el élder Holland como el élder Cook expresaron su gratitud por la guía que recibieron del presidente Ballard — uno de los más grandes misioneros de esta dispensación — en el Cuórum de los Doce Apóstoles.
Su énfasis en la obra misional se reflejó en la agenda de este viaje a las Islas Británicas. “¿Nos sorprendió que nos invitara a visitar a todos los misioneros de Inglaterra?, dijo el élder Cook. “No, no nos sorprendió”.

Esto es porque la historia registra que en las Islas Británicas — desde donde 52.000 Santos de los Últimos Días salieron para unirse a los primeros miembros de la Iglesia exactamente cuando la Iglesia los necesitaba y donde hoy un creciente y fiel número de miembros sostiene 45 estacas, cinco misiones y dos templos — el Señor ha realizado milagros al amplificar los esfuerzos misionales más humildes, sinceros y fieles. En Gran Bretaña y en todo el mundo, cinco panes y dos peces siguen alimentando a multitudes.
“El semillero de futuros líderes de la Iglesia está en estos jóvenes, hombres y mujeres que están teniendo la oportunidad, en primer lugar, de conocer al Señor y la emoción, la satisfacción personal de servirle”, dijo el presidente Ballard.
Es una lección que aprendió de joven en suelo inglés.
“Uno piensa en el hogar, y piensa en Inglaterra”, dijo.