CHARLOTTESVILLE, Virginia — El presidente Dallin H. Oaks pidió a los líderes y a las organizaciones religiosas que se unan y busquen una solución pacífica para los “dolorosos conflictos entre la libertad religiosa y la no discriminación” en un discurso histórico ofrecido el viernes, desde el Salón de la Cúpula de la Rotonda de la Universidad de Virginia en Charlottesville, Virginia.
“Unámonos a quienes abogan por la no discriminación para buscar una cultura y leyes que respeten los derechos de todos para la protección imparcial de la ley y el derecho al libre ejercicio de la religión”, dijo el presidente Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Al hacerlo, agregó, los Santos de los Últimos Días no deben permitir que los temores de perder las libertades religiosas les hagan insensibles a los reclamos de las libertades de otros.
Al dar la conferencia de José Smith en la Universidad de Virginia el 12 de noviembre, el presidente Oaks abordó el tema de “Avanzando hacia la libertad religiosa y la no discriminación”.
“Partiendo de la experiencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, creo que podemos avanzar hacia esta meta mediante el respeto mutuo y el colocarnos voluntariamente en una posición”, dijo. “La mejor relación entre la libertad religiosa y la no discriminación se logra al respetarnos lo suficiente como para negociar de buena fe y cuidándose el uno al otro lo suficiente como para que la libertad y la protección que buscamos no sean únicamente para nosotros”.
Una manera de resolver diferencias
Debido a su amor por los Estados Unidos y por su Constitución, el presidente Oaks dijo que está angustiado por la forma en que la nación está manejando asuntos divisivos.
“Siempre hemos tenido que trabajar en graves conflictos políticos, pero hoy en día demasiados abordan esa tarea como si su resultado preferido prevaleciera completamente sobre todos los demás, incluso en nuestra sociedad pluralista”, dijo. “Necesitamos trabajar para conseguir una mejor manera — una manera de resolver las diferencias sin comprometer los valores fundamentales. Necesitamos vivir juntos en paz y respeto mutuo, dentro de nuestros derechos constitucionales definidos”.
El presidente Oaks dijo que el título de su discurso reconoce que la sociedad todavía está “dolorosamente inestable en la gestión de la relación entre la libertad religiosa y la no discriminación”, pero también expresa su creencia de que no es necesario que siga estándolo.
“Mi objetivo es sugerir un camino a seguir que sea útil y factible sin que se incline excesivamente a la izquierda o la derecha, ni a los religiosos o a los no religiosos”.
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El presidente Oaks comenzó sus comentarios con una propuesta que espera que todos compartan. “Como base práctica para la convivencia, debemos aceptar la realidad de que somos conciudadanos que nos necesitamos unos a otros”, dijo. “Esto requiere que aceptemos algunas leyes que no nos gustan y que vivamos en paz con algunas personas cuyos valores difieren de los nuestros. En medio de diferencias tan inevitables, debemos hacer todo lo posible para comprender las experiencias y preocupaciones de los demás”.
Este esfuerzo sólo puede tener éxito “en la medida en que reconozcamos y respetemos los más altos ideales y las experiencias humanas de cada uno”.
Cuando algunos defensores se expresan con insultos, ambas partes deben ignorarlos, dijo. “Nuestra sociedad ya tiene demasiadas confrontaciones feas. Si respondemos, tendemos a reflejar el insulto”.
Otro imperativo básico es que ambas partes no deben buscar el dominio total de su propia posición, sino que deben buscar la justicia para todos, dijo.
“Específicamente, las personas de fe no deben impugnar todas las leyes o políticas de no discriminación que puedan afectar, por insignificante que sea, la libertad religiosa institucional o individual. Del mismo modo, los defensores de la no discriminación no necesitan cuestionar todas las exenciones de libertad religiosa de las leyes de no discriminación. Los objetivos de ambas partes se logran mejor si se resuelven las diferencias mediante el respeto mutuo, el entendimiento compartido y las negociaciones de buena fe. Y ambos deben aceptar y respetar las reglas de la ley”.
Principios importantes
El presidente Oaks enseñó que cuando hay un conflicto genuino, no se debe invocar un derecho constitucional para intentar cancelar otro derecho constitucional. “Ambos deben equilibrarse legalmente y negociarse políticamente de una manera que defienda los derechos esenciales en la mayor medida posible”.
Al hacerlo, las personas de fe no deben asumir que quienes abogan por la no discriminación no respetan la libertad religiosa o que la no discriminación carece de base constitucional, dijo. De manera similar, quienes abogan por la no discriminación no deben asumir que quienes afirman sus derechos sobre la libertad religiosa buscan una licencia para discriminar. “Hay argumentos constitucionales y éticos valiosos en ambos lados de tales disputas y, en la medida de lo posible, debemos buscar acomodarlos de acuerdo con los intereses más importantes de todas las partes”.
Ambos también deben ser cautelosos de la idea de que un conjunto de derechos triunfa automáticamente sobre otro en todas las circunstancias, dijo. “Tanto la libertad religiosa como la no discriminación son valores importantes que están poderosamente protegidos por la ley”.
En el último siglo, los principios de no discriminación han recibido un reconocimiento social cada vez mayor y ahora están arraigados a la garantía constitucional de protección igual de la ley, explicó. Sin embargo, aún así no pueden eliminar la garantía constitucional de la libertad religiosa.
El presidente Oaks dijo que la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos destaca la protección de los derechos a la libertad religiosa con una protección específica, junto con la libertad de expresión, prensa y reunión. Estos derechos “son derechos de los que dependen todos los demás derechos”, dijo. “Protegerlos es fundamental para salvaguardar y perpetuar todas las libertades constitucionales”.
Pero, aunque la Primera Enmienda obviamente garantiza el derecho a ejercer o practicar creencias y afiliaciones religiosas, ese derecho no es absoluto, explicó el presidente Oaks. “Como defensores de la libertad religiosa, debemos estar abiertos al hecho de que en una nación en donde hay ciudadanos de muchas creencias religiosas diferentes, el gobierno a veces debe limitar el derecho de algunos a actuar de acuerdo a sus creencias cuando sea necesario para proteger la salud, seguridad y bienestar de todos”.
El presidente Oaks también invitó a los defensores de la no discriminación a reconocer la realidad de “la amenaza a la libertad religiosa que actualmente se asocia con la expansión de las leyes contra la discriminación”.
Negociando de buena fe
El presidente Oaks dijo que es oportuno preguntar cómo poder resolver los conflictos urgentes entre el apoyo generalizado a la no discriminación y la garantía constitucional en cuanto a la libertad religiosa. “Todos sabemos que los tribunales están hechos para tener la última palabra sobre cuestiones constitucionales”, dijo, y advirtió “no confiarse únicamente en los fallos judiciales para resolver estos conflictos en última instancia”.
Añadió: “Lo que se necesita es una política pública inteligente, no la declaración del ganador en un concurso legal”.
El litigio no debería ser el primer recurso para resolver diferencias, dijo. “Los tribunales están constitucionalmente limitados a resolver los casos específicos que tienen ante sí. No se adaptan bien a la formulación de políticas de manera general, compleja e integral que se requiere en una circunstancia como el conflicto actual entre dos grandes valores”.
Una negociación exitosa requiere que ninguna de las partes sea influenciada indebidamente por las voces extremas que a menudo impulsan los litigios, dijo. “Las voces extremas influyen en la opinión popular, pero polarizan y siembran resentimiento mientras buscan dominar a sus oponentes y lograr la victoria absoluta”.
El presidente Oaks dijo que “la negociación de buena fe invita a esa virtud rara vez apreciada y tan necesaria para la democracia: la tolerancia, libre de intolerancia hacia aquellos cuyas opiniones o prácticas difieren de las nuestras”.
Sin embargo, aprender a vivir con diferencias significativas requiere mucho más que tolerancia, dijo. “Obviamente, los seguidores de Cristo también tienen el deber de buscar la armonía. Donde hay conflictos, todos deben buscar la paz”.
Buscar la armonía mediante la búsqueda de soluciones prácticas a las diferencias no requiere ningún compromiso de los principios fundamentales, dijo el presidente Oaks. “Tanto el gobierno religioso como el secular son ordenados por Dios para el bien de sus hijos”.
El deber religioso de obedecer la ley del país y vivir en paz con todas las personas no contempla que los religiosos abandonen la plaza pública, agregó. “En una sociedad libre como la nuestra, todos tienen privilegios legales y están obligados moralmente a realizar sus mejores esfuerzos políticos para defender lo que creen que es más deseable”.
Por ejemplo, dijo, la Iglesia ejerció su derecho constitucional de expresar su posición de que se debe preservar la definición legal tradicional del matrimonio. Pero en 2015, cuando la Corte Suprema pronunció la legalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo, la Iglesia cesó de inmediato toda esa oposición y reconoció públicamente su aceptación de la ley constitucional establecida por la corte más alta de la nación.
Y en respuesta a una ordenanza de Salt Lake City propuesta por primera vez en 2009, los líderes de la Iglesia se acercaron a los defensores de la no discriminación y participaron en las negociaciones de Utah sobre preocupaciones compartidas sobre la vivienda y el empleo. La ley resultante, más tarde llamada “el compromiso de Utah”, se promulgó con el pleno apoyo de la Iglesia en 2015.
Como Iglesia, dijo el presidente Oaks, “estamos comprometidos con el principio de libertad religiosa para permitirnos practicar los principios de nuestra fe. Pero también estamos comprometidos con la justicia fundamental y la regla de la ley”.
El compromiso de Utah, explicó el presidente Oaks, requería más que un compromiso político. “El principio de honrar tanto las leyes divinas como las mortales era esencial para nuestra posición”.
Ley divina y humana
La experiencia de la Iglesia sugiere que se puede encontrar una manera de reconciliar la ley divina y la humana — “a través de la paciencia, la negociación y la acomodación mutua, sin orden judicial u otra coerción oficial”.
El presidente Oaks dijo que los líderes religiosos “no deben pasar por alto el hecho de que la preservación de la libertad religiosa depende en última instancia de la apreciación y el apoyo del público a las libertades relacionadas con la conciencia religiosa, asociación y libre ejercicio de la Primera Enmienda”.
A su vez, agregó, “tal reconocimiento y apoyo depende del valor que el público atribuya a los efectos positivos de las prácticas y enseñanzas en iglesias, sinagogas, mezquitas y otros lugares de adoración”.
El presidente Oaks dijo que las enseñanzas basadas en la fe en Dios — cualquiera que sea su definición — siempre han contribuido a las acciones morales que benefician a toda la nación. Esto seguirá siendo así a medida que las personas religiosas amen y sirvan a sus vecinos como expresión de su amor por Dios.
“De esta manera, más que ninguna otra, se comprenderá mejor y se protegerá mejor la importancia de la libertad religiosa”, dijo.
Esto no requiere un examen de las diferencias doctrinales o incluso de elementos comunes de creencias, dijo el presidente Oaks. “Todo lo que se necesita para la unidad y una amplia coalición para promover nuestra necesidad común de libertad religiosa es nuestra convicción compartida de que Dios nos ha ordenado amarnos unos a otros, incluyendo a nuestros vecinos que tienen diferentes creencias y culturas”.