La conferencia general de octubre de 2021 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días comenzó con rostros y lugares familiares.
Por primera vez en dos años, la conferencia general regresó al auditorio del Centro de Conferencias, con música en vivo del Coro del Tabernáculo en la Manzana del Templo y más que un número limitado de líderes de la Iglesia presentes, comenzando con la sesión del sábado por la mañana el 2 de octubre.
Debido a las restricciones y precauciones de COVID-19, las tres conferencias generales anteriores de la Iglesia se han limitado a entornos más pequeños, solo un puñado de líderes se unieron a ellos para mensajes u oraciones, selecciones de música pregrabada y actas de conferencias cerradas al público, pero disponibles a través de televisión, radio y transmisión en vivo.
Sin embargo, las precauciones contra la pandemia aún persisten, como lo demuestra el auditorio del Centro de Conferencias casi vacío.
El presidente Russell M. Nelson comenzó el fin de semana de la conferencia general de dos días y cinco sesiones con una bienvenida, un recordatorio y una invitación al comienzo de la sesión del sábado por la mañana.
“Nunca ha habido un momento en la historia del mundo en el que el conocimiento de nuestro Salvador sea más vital y relevante para cada alma humana”, dijo el presidente de 97 años que ha dirigido la Iglesia desde enero de 2018.
“Imagínese lo rápido que se resolverían los devastadores conflictos en todo el mundo, y los de nuestras vidas individuales, si todos decidiéramos seguir a Jesucristo y prestar atención a sus enseñanzas”.
Luego, el presidente Nelson invitó a los oyentes a tener presente tres cosas durante las sesiones de la conferencia: la verdad pura, la doctrina pura y la revelación pura, y concluyó invocando “una bendición para todos los que buscan mayor luz, conocimiento y verdad”.
La conferencia general es la cuarta consecutiva bajo las precauciones de COVID-19 desde que la Iglesia cerró los centros de reuniones, templos, centros de capacitación misional y similares durante la primavera de 2020 cuando la pandemia comenzó a desenfrenarse.
Sentados en la tribuna de la sesión del sábado por la mañana estaban los miembros de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles en la primera fila. Los miembros de la Presidencia de los Setenta, las hermanas de las presidencias de organizaciones generales y el Obispado Presidente, se encontraban entre los que estaban sentados en los asientos socialmente distanciados.
A ellos se unieron los que iban a hablar u ofrecer oraciones durante la sesión. La mayoría de las autoridades generales que sirven en áreas internacionales no pueden asistir a la conferencia debido a las restricciones de viaje por la pandemia.
Tomando su lugar tradicional en el desván, el Coro del Tabernáculo en la Manzana del Templo estaba a la mitad, dividiendo sus números durante los dos días del fin de semana de la conferencia. La división del coro a la mitad permitió a los miembros estar socialmente distanciados.
En las secciones inferiores del estrado, estaban sentadas otras Autoridades Generales de los Setenta, otros líderes de la Iglesia y Setenta eméritos, nuevamente a distancias apropiadas y enmascarados de acuerdo con las precauciones de COVID-19. A ellos se unieron varios cientos de familiares de líderes de la Iglesia. A los líderes que participan en las cinco sesiones del fin de semana se les permitió traer más invitados a las respectivas sesiones.
Aproximadamente 900 personas fueron autorizadas para estar en los asientos del auditorio para la primera sesión, y se esperan 700 para cada una de las siguientes sesiones generales. Sin embargo, la asistencia del sábado por la mañana estuvo muy por debajo de las 900 entradas.
Fue un 5% de la capacidad del Centro de Conferencias de 21.000 asientos.
La conferencia general de abril de 2020 se transmitió desde un pequeño auditorio en el Edificio de Oficinas de la Iglesia. La Primera Presidencia presidió y dirigió las sesiones, y sólo asistieron aquellos que fueron invitados a hablar u orar. La música de la conferencia estaba pregrabada.
Los miembros de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce Apóstoles se sentaron enmascarados y socialmente distanciados en el escenario del Teatro del Centro de Conferencias, en un nuevo lugar y un grupo más grande participaría en la conferencia general de octubre de 2020, que siguió un formato similar a la conferencia anterior. El élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce, estuvo ausente debido a su reciente exposición al virus; él había pregrabado su mensaje de conferencia.
La conferencia general de abril de 2021 regresó como un evento virtual transmitido desde el Teatro del Centro de Conferencias. Solo los oradores y sus cónyuges asistieron a cada sesión, con música nuevamente grabada de conferencias generales anteriores.
Para inaugurar la conferencia general de octubre de 2021, el presidente Henry B. Eyring, segundo consejero de la Primera Presidencia, dirigió la sesión y dio la bienvenida a los espectadores y oyentes a la sesión.
Otros que hablaron en la sesión de dos horas fueron el presidente Dallin H. Oaks, primer consejero de la Primera Presidencia; el élder Jeffrey R. Holland, el élder D. Todd Christofferson y el élder Ulisses Soares, todos del Cuórum de los Doce Apóstoles; la presidenta general de las Mujeres Jóvenes, Bonnie H. Cordon; y el élder Clark G. Gilbert y el élder Patricio M. Giuffra, ambos Setenta Autoridades Generales que fueron sostenidos en la conferencia general de abril de 2021.
El presidente Oaks, quien fue el último discursante de la sesión, se dirigió al creciente número de personas buenas y de mentalidad religiosa — incluyendo Santos de los Últimos Días — que dejaron de participar en sus iglesias y no asisten a servicios de adoración ni a las reuniones.
“La asistencia a la iglesia puede abrir nuestro corazón y santificar nuestras almas”, dijo, y luego agregó, “Nuestra adoración y aplicación de los principios eternos nos acercan a Dios y magnifican y realzan nuestra capacidad de amar”.
El presidente Oaks advirtió: “Los miembros que renuncian a asistir a la Iglesia y dependen únicamente de la espiritualidad individual se separan de estos elementos esenciales del Evangelio: el poder y las bendiciones del sacerdocio, la plenitud de la doctrina restaurada y las motivaciones y oportunidades para aplicar esa doctrina”.
El élder Holland alentó a los oyentes a recordar, incluso cuando se les pidan cosas difíciles, que la lealtad que uno promete a la causa de Cristo debe ser la devoción suprema de su vida.
“Hay ayuda divina para cada uno de nosotros en cualquier momento que sintamos que debemos hacer un cambio en nuestro comportamiento”, dijo, y luego agregó, “Si amamos a Dios lo suficiente como para tratar de ser completamente fieles a Él, Él nos dará la habilidad, la capacidad, la voluntad y la manera de amar a nuestro prójimo y a nosotros mismos”.
El élder Christofferson enseñó sobre el amor de Dios — universal para todos, pero personal para todos — y la oferta de redención del Salvador. “La nuestra no es una religión de racionalización ni una religión de perfeccionismo, sino una religión de redención — la redención a través del Salvador.
Añadió: “Lo mejor que pueden ofrecer los grupos que dicen ‘cualquier cosa menos Cristo’ o ‘cualquier cosa menos arrepentimiento’ es la afirmación infundada de que el pecado no existe, o que, si existe, en última instancia, no tiene consecuencias. No veo que ese argumento tenga mucha tracción en el Juicio Final”.
El élder Soares invitó a los oyentes a seguir el ejemplo de compasión del Señor por los demás, diciendo, “Podemos ser instrumentos en las manos del Señor y actuar con compasión”.
Para calificar para hacer juicios justos, agregó, “debemos esforzarnos por llegar a ser como el Salvador y mirar las imperfecciones de las personas con compasión”.
La presidenta Cordon compartió dos verdades fundamentales para la “grandiosa y gloriosa obra” de un joven — primero, conocer el destino divino de uno como un “hijo amado de nuestro Padre Celestial”, que los ama y, segundo, conocer el propósito de uno y no distraerse.
“No se demore en averiguar lo que el Señor quiere decirle ahora acerca de quién es usted”, alentó.
Usando la parábola de la pendiente, el élder Gilbert dijo que todo puede convertirse en algo más en Cristo.
“En el tiempo del Señor, no es dónde comenzamos, sino hacia dónde nos dirigimos lo que más importa”, dijo, y luego agregó, “En el cálculo del Señor, Él hará todo lo que pueda para ayudarnos a dirigir nuestras pendientes hacia el cielo”.
El élder Giuffra recordó que tenía 14 años en su Chile natal cuando aprendió y se convirtió al evangelio de Jesucristo.
“Los invito a todos a aumentar continuamente nuestra fe en Cristo, quien ha cambiado la vida de mi amada madre y la mía y continúa cambiando la vida de todos los que lo buscan”, dijo.
El élder Jeremy R. Jaggi, Setenta Autoridad General, ofreció la invocación y la hermana Amy A. Wright, de la presidencia general de la Primaria, la última oración.
La música estuvo a cargo del Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo, dirigido por Mack Wilberg y Ryan Murphy, con Andrew Unsworth y Brian Mathias en el órgano.
