Hace cuatro años, al dirigirse a la conferencia anual de la Coalición contra la Pornografía de Utah [UCAP, por sus siglas en inglés], el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, habló de la necesidad de ver la amenaza que representa la pornografía como “una crisis de salud pública; como una epidemia infecciosa y mortal; como una plaga moral en la sociedad que está lisiando la vida de nuestros ciudadanos”.
Al presentar el discurso principal en esa misma conferencia el 12 de septiembre —esta vez de forma virtual debido a las precauciones por el COVID-19— el élder Holland dijo: “Bueno, creo que será mejor que tengamos cuidado con las metáforas que usamos porque se nos ha dado tal plaga”.
La conferencia anual de la UCAP, llamada Rally for Hope and Healing (Rally por la Esperanza y la Sanación), se llevó a cabo en el Burns Arena en el campus de la Universidad Dixie State en el sur de Utah. En sus comentarios, que fueron transmitidos en vivo a los participantes en St. George y en otros lugares, el élder Holland describió las “sorprendentes similitudes entre la pornografía y el COVID-19” y ofreció esperanza y aliento a los “soldados en la guerra contra las pandemias, ya sean del cuerpo o de la mente”.
“A medida que venzamos el COVID-19 —y lo venceremos— estemos igualmente comprometidos ahora mismo a vencer esta otra pandemia y liberar al mundo de la plaga de la pornografía”, declaró.
En la primera de sus comparaciones entre COVID-19 y la pornografía, el élder Holland explicó que el coronavirus se propaga a través de pequeñas gotas imperceptibles en el aire. Aquellos que están infectados con las partículas pequeñas —1.000 veces más pequeñas que un grano de arena— pueden no reconocer el peligro al principio y, por lo tanto, “pueden o no haber tomado las precauciones adecuadas contra este agresor aparentemente ubicuo”.
“Esto suena inquietantemente como la infección de la pornografía”, dijo el élder Holland. “La exposición comienza a través de gotitas visuales pequeñas y simples de las que incluso la víctima puede no apreciar completamente el peligro”. Lamentablemente, “los pequeños gérmenes pornográficos” son omnipresentes —televisión, películas, mostradores de pago, teléfonos celulares y iPads— por lo que la exposición sigue y sigue.
Si bien lavarse las manos, usar desinfectante, usar una mascarilla y observar el distanciamiento social puede ayudar a protegerse contra el COVID-19, “la pornografía no sabe cómo estar limpia o enmascarada o mantener distancia alguna”, dijo el líder de la Iglesia.
Y aunque existe la esperanza de que se desarrolle algún tipo de vacuna para el COVID-19, “no estoy al tanto de una droga maravillosa que venga a contrarrestar la pornografía, así que debemos vencerla de otra manera”, dijo él.
El élder Holland luego explicó “más de lo que jamás han querido saber sobre estas dos plagas”. Una vez en el cuerpo, COVID-19 forma púas en su superficie que contienen tres elementos que ayudan al virus a acceder a los receptores ACE2 de las células. Después de adherirse, el virus deposita su material genético dentro de la célula y se replica rápidamente hasta que la célula estalla.
Al igual que las púas “pegajosas” del COVID-19, la pornografía tiene tres elementos que la convierten en una enfermedad particularmente contagiosa. Citando al Dr. Al Cooper, el élder Holland explicó que esos tres elementos son: accesibilidad, asequibilidad y anonimato. Debido a su accesibilidad generalizada, el ataque de la pornografía es constante. “Y debido a que la pornografía está disponible de forma gratuita en una variedad de dispositivos habilitados para Internet, está disponible para cualquier espectador cuando y donde lo desee —generalmente a la hora y en el lugar más oscuro y privado posible, lo que permite que se vea de forma anónima en la mayoría de los casos”.
¿Qué hay del impacto de “estas dos plagas?”, preguntó el élder Holland. El impacto del COVID-19 varía, aunque generalmente es peor para aquellos que son mayores de 60 años. Algunos nunca sabrán que lo tuvieron, mientras que otros terminan con un respirador, teniendo su sangre artificialmente oxigenada o muriendo de la enfermedad. “Estas víctimas ya no pueden depender de sus propias capacidades naturales. En cambio, deben vivir artificialmente para sobrevivir día a día”.
En contraste, nadie escapa ileso de la pornografía como algunos podrían hacerlo con el COVID-19, e invierte a su audiencia —atacando a los jóvenes con más crueldad que a los ancianos. “Como las peores víctimas del COVID-19, la pornografía toma lo que es normal y natural y lo vuelve artificial para todos los que la usan. Debido a que reconfigura las vías neuronales en su cerebro, requerirá un monitoreo constante de sus pensamientos y sentimientos para abandonarla, no muy diferente al mayor monitoreo de los pulmones o la sangre de los pacientes con COVID-19”, dijo él.
Tanto el COVID-19 como la pornografía crean una forma de distanciamiento social, continuó diciendo, donde la familia y los amigos se sienten impotentes. Pero donde el aislamiento del COVID-19 es obligado por funcionarios públicos, el aislamiento de la pornografía es voluntario, derivado del miedo a ser descubierto. “Desafortunadamente, aquellos que la usan piensan que cuando la ven de forma aislada pueden contener el contagio como lo hace alguien en cuarentena por COVID-19”, dijo. “Sin embargo, este aislamiento solo perpetúa la enfermedad en lugar de aislarla”.
La pornografía distorsiona la naturaleza misma del amor, dijo, que es tan importante para un ser humano en pleno funcionamiento como las células que forman el cuerpo. Al llamar al COVID-19 “un parásito intracelular destructivo”, el élder Holland explicó que el virus secuestra la maquinaria de reproducción de una célula y se replica de modo incesante hasta que la célula huésped estalla debido a la acumulación de los virus.
“De manera similar”, dijo, “cuando la pornografía secuestra nuestro amor y nuestras emociones de manera antinatural, se nos dificulta reproducirlos de forma natural”. Luego citó a la Dra. Gail Dines, quien dijo: “En la pornografía, el sexo no se trata de hacer el amor. Faltan los sentimientos y emociones que normalmente asociamos con tal acto —la conexión, la empatía, la ternura, el cariño, el afecto. Las emociones que normalmente asociamos con el odio —el miedo, el asco, el enojo, el aborrecimiento y el desprecio— toman su lugar”.
Para aquellos que dan ilícitamente solo una parte de lo que no puede ser acompañada por la dádiva de todo su corazón, el élder Holland advirtió que “es su propia forma de una ruleta rusa emocional. Si persisten en compartir una parte sin el todo, en la búsqueda de una satisfacción desprovista de la lealtad y el amor, dando solo partes y pedazos y fragmentos inflamados, corren el terrible riesgo de sufrir un daño espiritual y psíquico tal que pueden socavar tanto su intimidad física como su devoción incondicional a quienes más los aman —en la realidad, no virtualmente”.
Al reconocer que muchos en la audiencia tienen “esperanzas profundamente personales”, el élder Holland dijo: “Debido a que Dios sí obra en este mundo, podemos tener esperanza —debemos tener esperanza— incluso cuando enfrentamos las probabilidades más insuperables. … Todos debemos creer que lo que deseamos en rectitud puede algún día, de alguna manera, ser nuestro”.
Con el COVID-19 existe esperanza de una vacuna. “Como hemos aprendido con la gripe y otras vacunas, no siempre son perfectas. Del mismo modo, los esfuerzos para protegerse a sí mismo, a su cónyuge, hijo, miembro de la familia, u otro conocido de la pornografía, pueden tener éxito gradualmente”.
El élder Holland reconoció que los que luchan necesitarán ayuda. “Para el tipo de soledad dolorosa que algunos sufren hoy aquí, la mejor ayuda siempre viene del cielo”.
Miren hacia adelante con fe y valor, dijo. “No repitan la mirada anhelante hacia atrás a Sodoma y Gomorra como la esposa de Lot. Eso conduce a experiencias saladas y amargas. No importa si están mirando hacia atrás con pena, dolor, deseo o alguna otra razón. Aprendan del pasado, pero no se revuelquen en él”, dijo.
Hace muchos años un joven cirujano cardiólogo, el Dr. Russell M. Nelson, operó a dos hermanos, pero, a pesar de sus mejores esfuerzos, los perdió a ambos. Aunque estaba listo para renunciar, su esposa Dantzel le explicó que, si él renunciaba, alguien tendría que aprender lo que ya había aprendido, lo que llevaría mucho tiempo y resultaría en la pérdida de vidas adicionales en el proceso.
“Parte de la vida es enfrentarse a obstáculos como la pornografía y las pandemias y vencerlas, por destructivas que sean”, dijo el élder Holland. “Algunos problemas son de nuestra propia creación y otros simplemente nos suceden. Nos enfrentamos a lo que debemos afrontar y perseveramos. Esto significa erguir los hombros, endurecer la espalda y mantener un esfuerzo virtuoso”.
Usen el dolor, las tentaciones y traumas, dijo el élder Holland a los oyentes. “Úsenlos como una fuerza motriz para ser mejores, para llegar a ser mejores. Permitan que los dones dados por Dios emerjan en ustedes. Cuando son creadores, se enfocan más en lo positivo y menos en las cosas que les están destruyendo o lastimando. Dejen que su dolor los lleve a su Padre Celestial que los ama”.
El élder Holland dijo que no es ajeno al hecho de que este es un “problema desgarrador y terriblemente horrendo”. Muchos han estado tratando de ayudarse a sí mismos o a otros a luchar contra este demonio durante años.
“En cierto sentido, todos somos espectadores distantes unos de otros”, dijo. “Ninguno de nosotros ha sufrido lo que ha sufrido el otro. Sin embargo, creo que hay Uno que lo ha hecho. Cada persona tendrá que consultar, orar y trabajar con Él. No podemos vivir sin esperanza. Cada uno de ustedes necesita tener esperanza. Cristo Jesús nos da esa esperanza porque de alguna manera increíble, Él ha estado donde ustedes han estado y ha sentido lo que ustedes han sentido”.
El Señor siempre bendecirá a quienes desean mejorar, a quienes aceptan la necesidad de los mandamientos y tratan de guardarlos, a quienes aprecian las virtudes cristianas y se esfuerzan lo mejor que pueden por adquirirlas. “Si tropieza en esa búsqueda, todos también lo hacen; el Salvador está ahí para ayudarles a seguir adelante”, dijo el élder Holland. “Si caen, invoquen Su fuerza. Levántense. Llamen como lo hizo uno: ‘Oh Jesús, … ten misericordia de mí’ (Alma 36:18)”.
Cristo ayudará a las personas a arrepentirse, reparar, arreglar lo que sea necesario y seguir adelante. “Muy pronto tendrán el éxito que buscan”, dijo él.