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Amy Wright: ¿Estamos preparadas para recibir lo que el Señor nos ofrece?

La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019. Crédito: Cortesía de Amy Wright
La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019. Crédito: Cortesía de Amy Wright
La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019. Crédito: Cortesía de Amy Wright
Amy Wright y algunos de sus hijos abrazan a su hijo mayor en el aeropuerto de Salt Lake City después del regreso de este de una misión en Italia en el 2016. Amy Wright estaba recibiendo tratamientos para cáncer en el momento. Crédito: Cortesía de Amy Wright
La hermana Amy Wright es miembro de la mesa directiva de las Mujeres Jóvenes. Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

Nota del editor: Esta narración es parte de una serie de Church News titulada “Mujeres del convenio”, en la que las mujeres de la Iglesia hablan de sus experiencias personales con el poder del sacerdocio y comparten lo que han aprendido al seguir el consejo del presidente Russell M. Nelson de “trabajar con el Espíritu para comprender el poder de Dios, o sea, el poder del sacerdocio” (“Tesoros espirituales”, conferencia general de octubre de 2019).

Mientras viajaba por Escandinavia, nuestra familia tuvo el privilegio de adorar con los santos daneses en el Barrio Frederiksberg. Durante la Escuela Dominical con los jóvenes, surgió el tema de la Primera Visión.

La hermana Amy Wright es miembro de la mesa directiva de las Mujeres Jóvenes.
La hermana Amy Wright es miembro de la mesa directiva de las Mujeres Jóvenes. | Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

Luego de leer Santiago 1:5 —“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”— uno de los hombres jóvenes comentó que la palabra “abundantemente” traducida directamente del danés significa “con la mano ahuecada”. Luego comparó la escritura de una forma que resonó con facilidad en su clase. “Por ejemplo, si alguien quisiera darme dulces, no pondría mi mano recta. La pondría de forma ahuecada, para poder recibir la mayor cantidad de dulces posible”, dijo él. 

He reflexionado a menudo en esta experiencia, preguntándome: “¿Me estoy acercando al trono del Señor con ‘la mano ahuecada’? ¿Estoy buscando y “[recurriendo] libremente al poder del Salvador para ayudar a [mi] familia y a otros seres queridos”? Y, más específicamente, ¿estoy preparada para recibir todo lo que Dios tiene para ofrecer?

Me encantan las palabras inspiradas de Elizabeth Barret Browning:

“La tierra está llena del cielo, 

“Y Dios arde en cada arbusto común, 

“Pero sólo quien lo ve se quita los zapatos”.

El templo es el lugar a donde voy para “ver”. Es a donde voy para comprender mi papel en la obra de salvación y exaltación más plenamente y el poder del sacerdocio que me permite cumplir la medida completa de mi creación. Mis títulos favoritos para describir a Cristo son “Mediador”, “Redentor” y “Abogado”. 

En el templo, aprendemos que el poder de Dios tiene que ver con la unidad ya que los hombres y mujeres rectos tienen el privilegio sagrado de caminar al lado del Salvador y participar, en parte, como mediadores, redentores y abogados en favor de sus antecesores.

La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019.
La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019. | Crédito: Cortesía de Amy Wright

En Ezequiel, el Salvador se refiere al templo como “el lugar de las plantas de mis pies” (Ezequiel 43:7). Qué cosa tan gloriosa de imaginar: Cristo caminando por los pasillos de Su casa, no con Sus zapatos, sino con Sus pies descalzos. Porque está en Su hogar, y el hogar es suelo sagrado.  

A medida que “[recurramos] libremente al poder del Salvador” al hacer y guardar convenios sagrados, nuestros hogares se volverán una extensión del templo; y, a medida que caminemos por los pasillos con “las plantas de los pies”, nosotros también estaremos caminando sobre un suelo sagrado donde mora el Espíritu, se despliegan milagros, y “se manifiesta el poder de la divinidad” (Doctrina y Convenios 84:20).

He aprendido por experiencia que las mujeres del convenio investidas con poder del sacerdocio pueden invocar la ayuda divina del cielo para efectuar milagros. 

Nuestro hijo mayor estaba sirviendo en la Misión Italia Milán durante la época en que yo estaba luchando contra el cáncer. Mis tratamientos estaban programados para terminar unas pocas semanas antes de que él completara su servicio misional. Su regreso muy anticipado a casa fue una luz hermosa al final de un túnel muy oscuro. 

A medida que se acercaba su fecha de regreso, comencé a tener problemas con mi puerto de acceso para la quimioterapia.  Si mi puerto dejaba de funcionar, necesitaría posponer mi tratamiento para reemplazarlo quirúrgicamente. Tal retraso significaría que estaría en casa luchando con los efectos secundarios de la quimioterapia en lugar de disfrutar el tan esperado momento de abrazar a mi hijo en el aeropuerto.  

La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019.
La familia Wright durante su visita a Dinamarca en 2019. | Crédito: Cortesía de Amy Wright

Nunca olvidaré el día en la sala de infusión en que mi puerto finalmente “murió”. La enfermera había intentado varias veces acceder a él antes de pedir ayuda a la jefa de enfermeras, que tenía un don para pinchar incluso el puerto más terco. Luego de que ella también tuviera varios intentos fallidos, se decidió que intentarían una vez más antes de comenzar a tener una conversación difícil respecto al reemplazo. 

Me invadió un sentimiento de pavor cuando una profunda preocupación se apoderó de los rostros de todos. Invocando los poderes del cielo, pronuncié en voz baja: “Padre Celestial, necesito tu ayuda, ¡y la necesito ahora!”. La única forma de describir lo que ocurrió luego es que “algo se movió, algo pareció explotar”. Le pregunté a la enfermera qué acababa de ocurrir y me respondió: “No tengo idea, pero tu puerto está funcionando”. 

Testifico que, a medida que estudiemos las escrituras y las palabras de los santos profetas, tendremos ojos que vean, corazones que sientan y mentes que sepan que el poder de la divinidad, el poder del sacerdocio, puede manifestarse en nuestra vida diaria, predicado no por el género, sino por la obediencia a las leyes y ordenanzas del evangelio. Que usemos este poder sagrado a diario para crear un santuario en nuestros hogares, un refugio de las tormentas de la vida donde todos puedan venir y participar libremente de las fuentes de agua viva y no tener más sed.

Amy Wright y algunos de sus hijos abrazan a su hijo mayor en el aeropuerto de Salt Lake City después del regreso de este de una misión en Italia en el 2016. Amy Wright estaba recibiendo tratamientos para cáncer en el momento.
Amy Wright y algunos de sus hijos abrazan a su hijo mayor en el aeropuerto de Salt Lake City después del regreso de este de una misión en Italia en el 2016. Amy Wright estaba recibiendo tratamientos para cáncer en el momento. | Crédito: Cortesía de Amy Wright
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