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La primera autoridad general de África Occidental está ansiosa por que otros descubran su naturaleza divina

El élder Adeyinka A. Ojediran y la hermana Olufunmilayo Omolola Ojediran Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
El élder Adeyinka A. Ojediran Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

Días después de ser llamado como el primer setenta autoridad general nacido en Nigeria y en África Occidental, el élder Adeyinka A. Ojediran todavía estaba tratando de comprender — intelectual, espiritual y emocionalmente — el “fin de semana inolvidable” que significó la conferencia general de abril del 2020.

La pandemia del COVID-19 causó que el élder Ojediran y su esposa, la hermana Olufunmilayo Ojediran — junto con todos los demás santos de los últimos días en todo el mundo — experimentaran la conferencia general de una manera sin precedentes definida por el distanciamiento social y las restricciones a las reuniones públicas.

Pero lo más importante es que la conferencia mundial brindó momentos de importancia eterna que bendecirán la vida del matrimonio Ojediran, así como la de miles de otros miembros en África Occidental, mucho después de que la actual crisis sanitaria se destaque en los libros de historia.

Primero, el presidente Russell M. Nelson anunció al final de la conferencia que se construiría un templo en la Ciudad de Benín — el tercer edificio de este tipo en la Nigeria natal del élder Ojediran.

“No esperaba eso”, dijo él, con una amplia sonrisa. “Escuchar a nuestro profeta decir que se construiría otro templo en Nigeria fue, en verdad, muy maravilloso. Para mí, fue una confirmación de que la obra del Señor está avanzando rápidamente. 

“Todos tenemos mucho que hacer para preparar a Sus hijos para Su segunda venida”.

El matrimonio Ojediran esperó reverentemente el final de la conferencia general. Se regocijaron en tanto que comenzaban a llegar a sus dispositivos los mensajes de texto y de WhatsApp, así como llamadas de celebración. 

“Eso continuó durante horas”, dijo, sonriendo.

En un nivel más personal, el converso a la Iglesia estaba sintiendo el gran peso de su nuevo llamamiento.

“Tengo tantos sentimientos de insuficiencia… Pero también siento tanta confianza y fe en el Señor, y sé que a quien el Señor llama, Él también capacita”, dijo. “Si trato de permanecer en el camino estrecho y angosto, y confiar en el Espíritu y las enseñanzas de los apóstoles, puedo crecer en confianza y en estatura y cumplir con este nuevo llamamiento”.

La invitación a convertirse en un setenta autoridad general impacta más que solo a la persona a la cual millones de miembros sostienen públicamente. La vida de la esposa del nuevo élder también cambia para siempre. La compañera de cada nueva autoridad general comienza simultáneamente su propia nueva etapa de servicio.

La hermana Ojediran dijo que la nueva responsabilidad eclesiástica de su esposo le provocó lágrimas de alegría.

“Tenía un fuerte deseo en ese momento de hacer todo lo posible para servir al Señor”, dijo. “Sé que Dios tiene un plan para nosotros. … Estamos orando para que el Padre Celestial nos ayude en este viaje”.

El élder Adeyinka A. Ojediran
El élder Adeyinka A. Ojediran | Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

El joven Adeyinka Ojediran, que nació en 1967 en la ciudad de Ibadán, en el suroeste de Nigeria, siempre tuvo sensibilidad espiritual y se sintió atraído por las enseñanzas de Cristo.  Descubrió la Iglesia restaurada cuando era un estudiante universitario y un conocido le presentó a los misioneros de tiempo completo. Adeyinka disfrutaba hablar con los élderes, pero aún no estaba listo para comprometerse con el bautismo.

El unirse a la Iglesia, dijo él, “no fue una propuesta fácil”. Él se había criado en la fe bautista y tenía un profundo amor por la Biblia. Pero las enseñanzas de los misioneros — junto con las impresiones del Espíritu — finalmente llevaron al joven a la acción.

“Lo que realmente me conmovió fue la invitación a estudiar el Libro de Mormón y orar”, dijo. “Sentí la necesidad de arrodillarme y orar para que el Espíritu Santo me guiara. Experimenté una paz interna que me enseñó a ser más abierto a las enseñanzas de los misioneros”.

Sus súplicas también lo llenaron de valor. 

“Entonces, estuve preparado para bautizarme. El Espíritu me guio a medida que crecía en el conocimiento del evangelio”.

También una conversa, la hermana Ojediran, se bautizó en 1994, un año después de conocer al hombre que se convertiría en su esposo. Se conocieron en una actividad social y pronto desarrollaron una amistad. Debido a que trabajaban en ciudades diferentes, al comienzo mantenían una relación de larga distancia, contactándose por teléfono siempre que podían.

“Comenzamos a salir en 1994 y nos casamos en 1998 — salimos demasiado tiempo”, dijo el élder Ojediran, riéndose.

El convertirse en santos de los últimos días cambió para siempre la trayectoria de la vida de la joven pareja. Fortaleció y profundizó su relación con el Salvador, así como su relación mutua.

“De niño, siempre amé a Jesucristo y deseaba servirle”, dijo el élder Ojediran. “Ser miembro de Su Iglesia me ha dado un mejor entendimiento del plan de salvación, de la Expiación y de las oportunidades que tengo de arrepentirme y recibir el perdón.

“Eso me ha ayudado a acercarme más al Señor”.

La autoridad general recientemente llamada ha aprendido que el progreso espiritual personal proviene de la lectura de las escrituras y de tratar de llegar a ser cada día un poco más como el Salvador. 

“No es una carrera de 100 metros llanos — es una maratón”.

Participar de la Santa Cena también le brinda al élder Ojediran una oportunidad semanal de medir su dignidad. “La Santa Cena me ayuda a cuidar lo que hago y digo. También me ayuda a recibir las impresiones del Espíritu”.

El poder adicional proviene de aceptar y cumplir asignaciones de la Iglesia fielmente. “Tener llamamientos y responsabilidades — y saber lo que se espera de mí — siempre me ha ayudado”.

Mientras tanto, ser una santo de los últimos días tiene un papel central en las oportunidades de la hermana Ojediran como esposa, madre y hermana que sirve en la Sociedad de Socorro. Ella comparte el amor de su esposo por renovar los convenios bautismales cada semana.

“Soy bendecida de muchas maneras cuando participo de la Santa Cena — nunca quiero perdérmela”, dijo. “Deseo servir al Señor y amo poder dirigirme a Él en oración. La Iglesia me ha ayudado a aprender a amar a las personas y continúa bendiciéndome de muchas maneras”.

Como santos de los últimos días africanos, los Ojediran creen que el futuro de su tierra natal no conoce límites, y agregan que el vasto continente algún día estará lleno de estacas y templos.

“Si observamos la tasa de crecimiento en los últimos años, por ejemplo, en Nigeria, ha sido exponencial”, dijo el élder Ojediran. “Solo podemos esperar que esa trayectoria de crecimiento continúe”.

Sin embargo, con el crecimiento también vienen los desafíos. Es vital que los santos de los últimos días africanos respondan con firmeza al llamado a ser líderes fuertes del sacerdocio y de la Sociedad de Socorro “para manejar ese crecimiento exponencial”, dijo.

Los principios de ministración de la Iglesia permitirán que los líderes locales se desarrollen y sirvan a sus hermanos miembros en sus propias comunidades y naciones. Como en muchas otras regiones del mundo, los santos de los últimos días en África están disfrutando de un mayor acceso al templo — lo cual apresura la obra del Señor.

Ahora, el élder Ojediran está ansioso por volver a trabajar y magnificar su llamamiento.

“Los mensajes que compartiré como setenta autoridad general no serán diferentes a los mensajes que compartí como obispo, presidente de estaca o setenta de área”, dijo él. “Deseo ayudar a las personas a entender el plan de salvación y a comprender su verdadera naturaleza como hijos e hijas de Dios”.

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