Al hablar el miércoles, 17 de junio, en la apertura de la Revisión Anual de la Libertad Religiosa de la Universidad de Brigham Young en línea, el élder David A. Bednar, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo que la actual pandemia ha presentado oportunidades esenciales de “reafirmar” y “apuntalar” la libertad religiosa.
El élder Bednar comenzó su mensaje principal relatando la parábola del Nuevo Testamento sobre el hijo pródigo, quien “desperdició sus bienes viviendo perdidamente”, se extravió y luego encontró el camino a casa junto a su amoroso padre. (Lucas 15:11-32). Hubo dos aspectos clave de la experiencia de este hombre joven que el élder Bednar resaltó: el hijo “comenzó a pasar necesidad” cuando vino el hambre en esa tierra, y la llamada de atención del joven lo llevó a “volver en sí”.
“Parece que, recientemente, nuestro mundo se ha llenado de fuertes ‘llamadas de atención’”, dijo él. “Desde desastres naturales, pasando por una pandemia mortal que arrasa el mundo, hasta una plaga social de racismo sumamente perniciosa, cada día se nos recuerda que necesitamos despertar a los tiempos peligrosos que nos rodean, volver en nosotros, levantarnos y recurrir a nuestro Divino Padre, quien desea instruirnos y edificarnos por medio de nuestras pruebas”.
Titulada “La religión y la libertad religiosa en la era del COVID-19: hallar comunidad y esperanza”, la reunión anual de BYU en 2020 —como es de esperarse— es un asunto virtual. El evento de tres días de este año reúne a formuladores de políticas, eruditos y líderes religiosos de renombre nacional para conversar sobre el papel de la religión y la libertad religiosa en los Estados Unidos.

La conferencia está patrocinada por el Centro Internacional de Estudios de Derecho y Religión de la Facultad de Derecho J. Reuben Clark de BYU (International Center for Law and Religion Studies at BYU’s J. Reuben Clark School of Law). Otros oradores importantes que participan en la Revisión Anual de la Libertad Religiosa de BYU de 2020 incluyen al exgobernador de Utah y exsecretario de salud y servicios humanitarios Michael O. Leavitt; al senador de los EE. UU. Mike Lee, de Utah; a la comisionada de alto nivel sobre el empleo en el ámbito de la salud y el crecimiento económico de las Naciones Unidas Alaa Murabit; y a la senadora de los EE. UU. Kyrsten Sinema, de Arizona.
Las restricciones por el COVID-19 pueden ser una bendición
Así como la crisis proporcionó un punto de inflexión para el hijo pródigo, la pandemia puede ayudarnos a comprender cosas que antes no comprendíamos plenamente.
El élder Bednar habló sobre una visita hace muchos años con uno de sus compañeros mayores en el apostolado, el élder Robert D. Hales, que se estaba recuperando de una enfermedad grave. El apóstol más joven le preguntó a su amigo qué lecciones había aprendido debido a los achaques de la edad y la disminución de su capacidad física.
El élder Hales respondió: “Cuando no puedes hacer lo que siempre has hecho, entonces solo haces lo que más importa”.

Las limitaciones de la edad avanzada del élder Hales se habían vuelto fuentes de aprendizaje y comprensión espiritual, observó el élder Bednar. Las restricciones físicas expandieron su visión. Las energías limitadas aclararon sus prioridades. La incapacidad de hacer muchas cosas dirigió su atención hacia algunas cosas de mayor importancia.
“Las restricciones y las limitaciones pueden ser bendiciones extraordinarias, si tenemos ojos para ver y oídos para oír”, dijo el élder Bednar. “Y esta misma verdad se aplica a todos nosotros hoy en día mientras luchamos contra los efectos de una pandemia”.
El COVID-19 y la libertad religiosa
La actual pandemia también agudiza el foco en la libertad religiosa y su lugar valioso y frágil en la ley, la nación y la vida personal, dijo el élder Bednar. “Esta crisis actual bien puede ser un momento en el que ‘volvamos en nosotros’ y comprendamos cuán valiosa y frágil es la libertad religiosa”.
Una comprensión clave es que, para la mayoría de las comunidades religiosas, reunirse para adorar no es simplemente una actividad social disfrutable —es una parte esencial de la vida.
El élder Bednar hizo hincapié en que reunirse es un elemento poderoso de la doctrina de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Una misión central de la Iglesia es reunir a la familia de Abraham en las ordenanzas y convenios del evangelio, añadió. La visión del recogimiento nos motiva a procurar establecer un pueblo “que sea uno en corazón y voluntad”, dijo él, e incluso ha inspirado la edificación de los santos templos donde, por medio de ordenanzas y convenios sagrados, las familias se unen eternamente.
El recogimiento, dijo el élder Bednar, es el centro de la fe y la religión. Otras comunidades religiosas se reúnen para la misa, los bautismos, las confirmaciones, los sermones y otros propósitos religiosos. “Y debido a que reunirse es el corazón de la religión, el derecho a reunirse es el corazón de la libertad religiosa”, dijo él.
“Es vital para nosotros reconocer que las restricciones gubernamentales radicales impuestas en las reuniones religiosas al comienzo de la crisis del COVID-19 en verdad fueron extraordinarias. En lo que pareció un instante, la mayoría de los gobiernos occidentales y muchos otros simplemente prohibieron la adoración comunitaria. Estas restricciones eliminaron las celebraciones públicas de la Fiesta de la Pascua, la Pascua de Resurrección, el Ramadán y otros días santos en todo el mundo.

“Ningún otro evento en nuestra vida —y, posiblemente, ningún otro evento desde la fundación de este país— ha causado este tipo de interrupción generalizada de las reuniones religiosas y la adoración”.
Los gobiernos tienen el deber de proteger la salud y la seguridad públicas, declaró el élder Bednar —y añadió su creencia de que los funcionarios públicos a menudo han tratado de hacer lo correcto para proteger al público del virus.
“Pero no podemos negar y no debemos olvidar la velocidad con la que se utilizó el poder gubernamental para interrumpir aspectos fundamentales del ejercicio religioso. Estas decisiones y regulaciones no tienen precedentes. Durante casi dos meses, los estadounidenses y muchos otros en todo el mundo libre aprendieron de primera mano lo que significa que el gobierno prohíba directamente el libre ejercicio de la religión”.
Luego, el élder Bednar compartió algunas reflexiones personales sobre la libertad religiosa provocadas por la crisis actual:
Primera reflexión: el poder gubernamental nunca debe ser ilimitado.
Los “justos poderes” del gobierno tienen un papel en el fomento de un entorno moral en el que las personas puedan vivir vidas buenas y honorables. “Nosotros, el pueblo”, dijo él, “nunca debemos permitir [a los líderes cívicos] que olviden que sus oficios y poderes existen a fin de asegurar nuestras libertades fundamentales y las condiciones para ejercer esas libertades”.
Entonces, a pesar de la necesidad de una respuesta apropiada ante el COVID-19, “no debemos acostumbrarnos a las aserciones radicales del poder gubernamental. Una emergencia como la del COVID-19 justifica medidas fuertes a fin de proteger al público, enseñó el élder Bednar, pero las medidas de aserciones extraordinarias del poder gubernamental pueden restringir nuestras libertades básicas de forma dramática. El poder gubernamental debe tener límites.
Segunda reflexión: la libertad religiosa es primordial entre los derechos fundamentales de una nación.
“A la libertad de religión se le ha llamado apropiadamente nuestra libertad principal”, dijo él. “No solo es principal por su lugar como el primer derecho en la Primera Enmienda, sino debido a la importancia primordial de respetar el albedrío moral de cada persona.

“Vivir incluso por unas pocas semanas bajo las restricciones impuestas a la actividad religiosa debido al COVID-19 es un fuerte recordatorio de que nada es más valioso para las personas de fe que la libertad de ‘adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia’ y de vivir abierta y libremente de acuerdo con nuestras convicciones”.
La libertad religiosa, añadió, es subyacente en la Constitución de los Estados Unidos —ya que aprovecha y refuerza otros derechos protegidos por la Primera Enmienda, como la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de reunión y el derecho a la petición de compensación por agravios gubernamentales.
También salvaguarda el derecho a pensar por uno mismo, nutre familias fuertes y asegura el espacio “necesario para vivir con fe, integridad y devoción”.
Nada de lo que haga el gobierno, señaló el élder Bednar, “es más importante que el fomento de las condiciones en las que la religión pueda florecer”.
Tercera reflexión: la libertad religiosa es frágil.
Tal como lo han demostrado las interrupciones recientes, la libertad religiosa “puede ser dejada de lado rápidamente” en nombre de la protección de otros intereses sociales, dijo el élder Bednar.
“A pesar de los riesgos por el COVID-19, las jurisdicciones norteamericanas declararon ‘esenciales’ a muchos servicios relacionados con el alcohol, los animales, la marihuana y otros asuntos. Sin embargo, a menudo, las organizaciones religiosas y sus servicios simplemente fueron considerados ‘no esenciales’ aun cuando sus actividades podían llevarse a cabo con seguridad.
“En nombre de proteger la salud y seguridad físicas, o de avanzar en otros valores sociales, el gobierno a menudo actuó sin tener en cuenta la importancia de proteger la salud y seguridad espirituales. Con frecuencia, parecía olvidar que asegurar la libertad religiosa es tan vital como la salud física”.
Cuarta reflexión: en una época de crisis, se necesitan herramientas sensibles para equilibrar las demandas de la libertad religiosa con los intereses justos de la sociedad.
“No podemos desestimar los reclamos válidos de la libertad religiosa en una época de crisis ni más ni menos de lo que podemos desestimar los reclamos válidos de la libertad de expresión, la libertad de prensa, o la protección contra registros e incautaciones o detenciones irrazonables”, enfatizó el élder Bednar.
“Tampoco debemos priorizar los intereses seculares por sobre los religiosos. Una crisis de salud no debe convertirse en una excusa para una crisis de libertad religiosa”.
La religión, añadió, no debe tratarse menos favorablemente que otras actividades seculares análogas. “Proteger la salud física de una persona contra el coronavirus es, por supuesto, importante, pero también lo es su salud espiritual”.
Los formuladores de políticas deben limitar el ejercicio de la religión solo cuando verdaderamente sea necesario para preservar la salud y seguridad públicas. “Con buena voluntad y un poco de creatividad, casi siempre se pueden encontrar maneras de satisfacer tanto las necesidades de la sociedad como el deber de proteger la libertad religiosa”.

Durante crisis como la de la pandemia del COVID-19, los creyentes y sus organizaciones religiosas deben ser buenos ciudadanos —pero no podemos “permitir a los funcionarios gubernamentales” que traten el ejercicio de la religión simplemente como “no esencial”, declaró el apóstol santo de los últimos días. Nunca más, añadió, “se debe trivializar el derecho fundamental a adorar a Dios por debajo de la posibilidad de comprar gasolina”.
El élder Bednar concluyó señalando que en “nuestro comprensible deseo de combatir el COVID-19”, la sociedad “puede haberse olvidado un poco” sobre lo que es más valioso.
“Quizás no hemos recordado completamente que la fe y el derecho de ejercerla son centrales en nuestra identidad como creyentes y en todo lo que consideramos bueno, correcto y digno de protección”, dijo él. “Este es el momento de escuchar la llamada de atención, de recordar y de actuar”.