El élder Ciro Schmeil siempre se ha esforzado por ser obediente al Señor, incluso si no comprende el razonamiento detrás de un mandamiento específico.
Por ejemplo, “Cuando salí a [servir en] una misión, no tenía un gran deseo de hacerlo”, dijo él. Pero al hacerlo, descubrió la verdad contenida en la promesa que se encuentra en Doctrina y Convenios 130: 20-21:
“Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa”.
Al ser obediente y elegir servir en la Misión Utah Ogden (1989-1991), “pude ver la mano del Señor en mi vida [y también] para fortalecer realmente mi testimonio del Libro de Mormón”.
El élder Schmeil — sostenido como setenta autoridad general en la conferencia general de abril de 2020 — nació en abril de 1971 en Ponta Grossa, Paraná, Brasil, de Bruno y Erica Schmeil. Sus dos padres son conversos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Criaron a sus seis hijos en Curitiba, Brasil.
Aproximadamente cuando sus padres fueron llamados a presidir la Misión Brasil Campinas, él salió para servir en la Misión Utah Ogden. Al completar su servicio misional, el élder Schmeil asistió a la Universidad de Utah.
Hacia el final de sus estudios en la Universidad de Utah, conoció a Alessandra Machado Louza, una estudiante de maestría en la Universidad Brigham Young y que era de São Paulo, Brasil. Se conocieron en un devocional para los miembros brasileños de la Iglesia, el domingo por la noche después de una conferencia general.
“Cuando nos conocimos por primera vez en ese devocional, ella me ignoró por completo”, dijo el élder Schmeil. Pero para él, fue amor a primera vista.
Afortunadamente, aprendió en el campo misional a ser persistente. Se casaron en el Templo de São Paulo, Brasil, en julio de 1994 y son padres de dos hijos — una hija y un hijo.
El élder Schmeil obtuvo una licenciatura en estudios de arquitectura de la Universidad de Utah y una maestría en administración de negociosde la Universidad de Ohio.
El élder y la hermana Schmeil regresaron a Brasil, donde vivieron por 20 años, antes de mudarse a Colorado y luego a Florida. Él ha trabajado para Walmart de Brasil como jefe de desarrollo inmobiliario, como director de operaciones de Scopel, gerente general de Cia City y como jefe de bienes raíces para JBSSA.
Regresar de Brasil a los Estados Unidos con dos adolescentes, después de 20 años, fue un desafío para la familia Schmeil. Aunque sus hijos sabían lo básico del inglés, no eran muy diestros y tuvieron que aprender el idioma. Además, tuvieron que hacer nuevos amigos en Colorado.
Sin embargo, el élder Schmeil dijo: “Como familia, aprendimos que, con la ayuda de Dios, podíamos hacer cosas difíciles”.
Su hijo en particular luchó para ir a la escuela y a la Iglesia porque entendía muy poco inglés. “Él básicamente aprendió a hablar inglés leyendo el Libro de Mormón”, dijo el élder Schmeil, explicando cómo su hijo le prometió al Salvador que lo leería en inglés todos los días. “Así fue cómo pudo aprender el idioma muy rápido”.
Mudarse nuevamente — a Miami, Florida — dos años después fue un cambio aún más difícil para sus hijos, dijo la hermana Schmeil. “Pero cuando miramos hacia atrás, vemos que fue un momento de muchas pruebas, pero también el momento en que más sentimos la mano del Señor en nuestra vida. Fue una forma de acercarnos más al Señor y también el uno al otro”.
Una cosa que sus padres le habían enseñado al élder Schmeil, y que adoptó desde los primeros días de su matrimonio, “fue hacer siempre nuestro mejor esfuerzo y poner a Dios en primer lugar en nuestra vida”, dijo el élder Schmeil. En la familia “siempre, siempre ponemos en primer lugar a Dios en nuestra vida”.
Eso puede significar muchas cosas, dijo, desde pagar el diezmo hasta guardar los mandamientos y “siempre encontrar tiempo para servir”.
“Cada llamamiento tiene el propósito de que aprendamos y progresemos”, dijo el élder Schmeil.
Los llamamientos de obispo y presidente de estaca le permitieron “ministrar y estar cerca de los miembros”. Él atesora las experiencias en las que ha podido ver crecer a la Iglesia, “y más que eso, poder ver a las personas cambiar su vida debido a su testimonio del Salvador y del Libro de Mormón”.
Las obligaciones de viajar por su trabajo le dificultaban encontrar tiempo para sus llamamientos. “Pero aprendí a confiar en mis consejeros”, dijo él. “Fui bendecido las dos veces, como obispo y como presidente de estaca, porque tuve muy buenos consejeros. Fueron una gran fuente de ayuda y apoyo, y hasta el día de hoy atesoro esas relaciones. Pude servir porque ellos estaban allí para ayudarme”.
Durante el servicio del élder Schmeil como setenta de área, la hermana Schmeil fue testigo de cómo el Señor le dio fuerzas que “no eran las de él”.
Muchas veces ella no viajaba con su esposo en sus asignaciones, pero por un corto período de tiempo, ella pudo estar con él en un par de giras misionales. La experiencia la dejaba exhausta cuando regresaban. “Pero tuve la bendición de trabajar desde la casa”, dijo ella. “Así que, al día siguiente podía descansar un poco”.
En cambio, el élder Schmeil tenía que levantarse a las 5:30 a.m. para volver a su trabajo.
Ella compartió su testimonio de que aquellos que son llamados por el Señor “son bendecidos con una fuerza que va más allá de su propia fuerza”, dijo. “Era difícil mantener el paso de ellos”.
Mirando hacia adelante sobre las responsabilidades y los desafíos de este nuevo llamamiento, el élder Schmeil dijo: “Estamos muy, muy contentos por esta oportunidad”; aun sin que sepan ellos exactamente lo que está por venir.
La hermana Schmeil recordó las experiencias de los pioneros santos de los últimos días: “Tenemos fe de que el Señor sabe lo que es mejor, tal como lo sabía con los pioneros”, dijo ella. “Él sabe lo que es mejor para nosotros y nos guiará”.