El élder William K. Jackson, quien fue llamado recientemente como setenta autoridad general, ha sido testigo del crecimiento de la “Iglesia en desarrollo” en todo el mundo a lo largo de su vida, gracias a una carrera con el Servicio Exterior de los EE. UU. y con varios llamamientos de la Iglesia.
En el transcurso de 26 años, el élder Jackson y su familia “pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en el mundo en desarrollo, en las ramas, la Iglesia de primera generación donde todos eran nuevos, donde la segunda generación aún estaba en la Primaria. Y fue muy divertido. No podemos creer lo divertido que fue”.
William King Jackson, hijo de E. William y Lois Audrey Jackson y el hijo mayor de seis hermanos, nació en Washington D.C. y creció en Ojai, California, que él describe como “un pequeño pueblo idílico en las montañas por Santa Bárbara”. Debido al trabajo voluntario de sus padres, también fue a la escuela en Argelia, Honduras y Afganistán.
“Mis padres fueron modelos fenomenales a seguir”, dijo él y compartió que su padre fue llamado a servir como presidente de la Misión Filipinas Manila en 1986 y hoy en día dirige una organización sin fines de lucro que lleva a cabo cirugías transformadoras en todo el mundo.
El élder Jackson sirvió en la Misión Bolivia La Paz de 1975-1977. Cuando regresó, conoció a Ann Kesler, quien viajó de Idaho a pasar el verano en su ciudad natal de California con una compañera de cuarto de BYU-Hawaii.
“Para mí, fue amor a primera vista”, dijo él. “Pasé el resto de ese verano intentando convencerla de que yo era el indicado. Llevó algo de tiempo, pero nos casamos a finales de ese año”.
Se casaron en el Templo de Los Ángeles, California en diciembre de 1977.
Después de asistir a la Universidad de Brigham Young, el élder Jackson fue aceptado a la escuela de medicina y recibió un doctorado en medicina por la Universidad de California, San Francisco. Luego trabajó en el Hospital McKay-Dee en Ogden, Utah para su residencia médica por tres años.
“Justo después de la residencia, aceptamos un trabajo en el extranjero y no regresamos por 26 años”.
El élder Jackson describió su recorrido alrededor del mundo por esas dos décadas como un “quiasmo”.
Comenzaron en el interior de Australia, luego fueron a la India y a África (Sudáfrica), luego a Singapur, regresaron a África (Etiopía) y de nuevo a la India antes de regresar al interior de Australia.
Durante ese tiempo, su familia creció a un total de 10 personas. De sus ocho hijos, los últimos tres fueron adoptados en la India, Nepal y Camboya, respectivamente.
Trabajar con embajadas y consulados por medio de su empleo con el Servicio Exterior de los EE. UU. significaba viajar mucho a través de grandes partes del mundo, lo cual le dio al élder Jackson la oportunidad de interactuar con santos de los últimos días en alrededor de 120 países, en particular en el mundo en desarrollo y lo que se denomina como “la Iglesia de primera generación”.
Uno de los componentes más importantes de su testimonio ha sido presenciar la diferencia de la noche a la mañana en la vida de los miembros de la Iglesia que han encontrado el evangelio. “Es un testimonio tangible del poder del evangelio de Jesucristo, el poder capacitador y transformativo del evangelio”.
Él describió los cambios espirituales, físicos, económicos y educativos en estos miembros quienes se unen a la Iglesia, sirven misiones, se casan en el templo y tienen sus propias familias.
“Hemos estado aquí el tiempo suficiente como para ver a algunos de sus hijos crecer y servir misiones. Sus hijos son fenomenales. Ellos fueron criados en el evangelio y eso marca una gran diferencia”.
“Con los nuevos miembros de la Iglesia, sus testimonios son tan sencillos y básicos”, dijo la hermana Jackson. “Y uno se da cuenta, al asistir a las reuniones allí, en cualquier lugar de la Iglesia en desarrollo, de que el Espíritu es tan fuerte porque todo se centra en Jesucristo”.
Once de los 26 años que vivieron en el extranjero los pasaron en la India debido a la carrera del élder Jackson al igual que su llamamiento de servir como presidente de la Misión India Nueva Delhi. El tiempo que pasaron en la India y su experiencia de primera mano les dio una gran oportunidad de presenciar el crecimiento de la Iglesia.
“Cuando llegamos a la India por primera vez, casi no había miembros indios locales de la Iglesia y no había miembros en Pakistán o Nepal”, dijo él. Cuando regresaron por segunda vez, nueve años después, se habían organizado muchas ramas en esos países. “Yo tuve la oportunidad de trabajar con… [una] Iglesia muy joven y su liderazgo por mis primeros cuatro años como setenta de área”.
Durante su tiempo en el Área Asia, el élder Jackson tuvo oportunidades de llegar a otras personas — más allá de la India y la membresía creciente de la Iglesia en muchos países del continente.
La hermana Jackson recuerda que, mientras vivían en Nueva Delhi de 2002 a 2007, el élder Jackson viajaba a Afganistán a menudo debido a su trabajo. Él tenía acceso que le permitía ministrar a los miembros del servicio militar estadounidense como setenta de área — algo que las autoridades generales no podían hacer.
“Para ir a una conferencia [en una base militar], lo recogían y lo llevaban en un helicóptero Blackhawk”, dijo ella. “Era tan emocionante para las tropas tener a alguien que pudiera venir y dirigir una reunión. … Esas fueron experiencias únicas”.
Unos años después, cuando el élder y la hermana Jackson llegaron a prestar servicio como presidente y compañera de la Misión India Nueva Delhi de 2009 a 2012, la Iglesia había crecido considerablemente. “Había casi tres mil quinientos miembros de la Iglesia en Paquistán. Teníamos siete ramas en Nueva Delhi donde en un principio teníamos una sola rama pequeña — casi todos estadounidenses. Nepal tenía una rama y Bangladesh apenas estaba comenzando. … Poco después que salimos de Nueva Delhi, la Iglesia organizó su primera estaca en el norte de la India, lo cual es un logro increíble”.
Trabajar con miembros de la Iglesia de primera generación no siempre es fácil debido a los hábitos y las tradiciones antiguas, las ideas equivocadas o una falta de conocimiento institucional.
“Siento que en parte me puedo identificar con lo que José Smith debió haber pasado cuando intentaba establecer una nueva Iglesia”, dijo él. Al leer la Doctrina y Convenios y aprender sobre la historia de la Iglesia, el élder Jackson empatiza con lo que José pudo haber sentido al tratar con personas de diferentes tradiciones religiosas a medida que trabajaba para unirlas en el evangelio restaurado.
“Menos mal que tenían esos testimonios de primera generación, ese entusiasmo de la primera generación. Ellos lograron milagros”, dijo él.
Al enseñar a los miembros de primera generación la doctrina correcta y luego apoyarlos y dar seguimiento a estos miembros nuevos, ellos se convierten en excelentes ejemplos de cómo puede funcionar la ministración, dijo él. “Ellos realmente lograron milagros allí. Lograron cosas que yo nunca hubiera creído que un miembro de apenas dos o tres años pudiera lograr”.
La hermana Jackson agregó: “También tenían el poder del Espíritu Santo, lo cual marcó la diferencia. Se puede lograr cualquier cosa con ese don”.
Tras regresar, después de vivir por años en el extranjero, el élder Jackson enseñó una clase de preparación misional en BYU y trabajó en el CCM como médico. Luego, se mudó a Idaho para atender a pacientes de bajos recursos. Al tiempo de su llamamiento como setenta autoridad general, el élder Jackson servía como obispo de un barrio JAS.
El élder y la hermana Jackson han desarrollado un gran aprecio por los jóvenes adultos solteros y los miembros de primera generación de la Iglesia.
“Ellos nos han enseñado lecciones realmente increíbles”, dijo el élder Jackson. “Les debemos mucho a los jóvenes adultos solteros de todo el mundo”.