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Lo que aprendió esta nueva autoridad general sobre compasión y fe a través de los desafíos de la vida

El élder Kelly R. y Terri Lynn Johnson Crédito: Intellectual Reserve, Inc.
El élder Kelly R. Johnson Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

Varios momentos de la vida del élder Kelly R. Johnson han resultado importantes para edificar su testimonio en el evangelio de Jesucristo. Desde una temprana edad, sus padres le enseñaron las verdades del evangelio y lo alentaron a edificar su propia fe. 

En la escuela secundaria y en la preparatoria, el élder Johnson se tomó en serio el cargo de cumplir sus tareas de seminario. Él leyó el Libro de Mormón por primera vez cuando estaba en 9.º grado y recuerda haber sentido su testimonio fortalecerse con cada palabra.

Otro momento culminante ocurrió cuando fue llamado como nuevo obispo a la edad de 31 años y, el mismo día, fue diagnosticado con parálisis de Bell — una enfermedad en la que los músculos de un lado de la cara se paralizan o debilitan. Fue una época desafiante de la vida, no solo por la incomodidad y la molestia que le causaba la enfermedad, sino también debido a las muchas nuevas responsabilidades que tenía como obispo. Pero esa época difícil se convirtió en una bendición y una lección de humildad, dijo él.

“Al pasar por eso y no saber cuál sería la situación a largo plazo, desarrollé una compasión por las personas que ha permanecido conmigo por el resto de mi vida”, dijo él. “Realmente aprendí que las personas pasan por cosas difíciles y tristes que no pueden controlar e impactan sus capacidades, sentimientos y confianza”.

Pero tal vez una de las experiencias más transformadoras y poderosas que el élder Johnson puede recordar fue el nacimiento de su cuarto hijo, Jace, quien nació con una condición llamada sinostosis sagital.

El élder Kelly R. Johnson
El élder Kelly R. Johnson | Crédito: Intellectual Reserve, Inc.

La sinostosis sagital, una condición un tanto peligrosa para los niños, ocurre cuando la sutura sagital del cráneo cierra prematuramente, lo cual causa el crecimiento anormal del cráneo y resulta en una forma de cabeza larga y estrecha. A fin de prevenir complicaciones de la condición a largo plazo, los doctores les recomendaron al élder Johnson y a su esposa, Terri Lynn Johnson, que su hijo se sometiera a un procedimiento en el cual la sección central del cráneo se extrae cuando el niño tiene alrededor de tres meses. 

“Nos fue muy difícil pensar sobre eso”, dijo el élder Johnson. “El dejarlo en manos de los doctores y permitirles extraer parte de su cráneo, era intimidante”.

Además de la cirugía mayor a la que se sometería su hijo recién nacido, se les avisó a los Johnson que su hijo tendría que ayunar por 12 horas antes de la cirugía — lo cual dijo el élder Johnson era muy preocupante en ese momento porque como recién nacido Jace comía cada dos horas.

“Oramos para que el Señor lo bendijera”, dijo él. “Y yo le di una bendición del sacerdocio para que estuviera cómodo a lo largo de todo el proceso”.

Las 12 horas antes de la cirugía fueron increíbles, recordó el élder Johnson. Su hijo durmió bien y no se quejó. Parecía como si, por todas esas horas, no tuviera que comer. Cuando manejaron al hospital, dieron por hecho que Jace se la pasaría gritando y llorando debido al hambre. Pero él estaba tranquilo, dijo el élder Johnson. Y a pesar de que la cirugía fue intensiva, fue exitosa, y su hijo creció saludable y fuerte.

Esa experiencia en verdad fortaleció su testimonio, dijo el élder Johnson, y le confirmó que “Dios escucha las oraciones de los padres preocupados y el poder del sacerdocio realmente puede bendecir a las personas”.

El saber que el Señor estaba allí para él y para su familia, en parte, hizo que el nuevo llamamiento del élder Johnson fuera menos abrumador.

A veces, el servicio en la Iglesia del Señor podría parecer inconveniente. Sin embargo, tal como el Salvador llamó a sus discípulos y ellos, al instante, dejando sus redes, le siguieron, “lo que sea que se nos pida hacer, estamos dispuestos a hacerlo”, dijo el élder Johnson luego de ser sostenido como setenta autoridad general el 4 de abril de 2020. 

Esa es la actitud que el élder Johnson ha tenido a lo largo de su vida. Sin importar dónde el Señor lo llame a él o a su familia, ellos van con corazones y mentes dispuestos — buscando encontrar lo bueno sin importar sus circunstancias.

El élder Johnson nació en Pleasant View, Utah, el 16 de enero de 1963; es hijo de Harold Raymond Johnson Jr. y Helen Cragun Johnson. Él creció en Ogden, Utah y tuvo lo que se podría considerar como una crianza bastante normal para un miembro de la Iglesia que vivía en Utah.

Fue llamado a servir una misión de tiempo completo en Bangkok, Tailandia, y antes de graduarse con su licenciatura en 1987, el élder Johnson conoció a Terri Lynn Bartrum mientras cantaban juntos en el coro de instituto de Ogden. Fueron sellados en el Templo de Salt Lake el 27 de marzo de 1986. Tienen cinco hijos y dieciséis nietos.

“Lo que sea que se nos pida hacer, estamos dispuestos a hacerlo”.

La hermana Terri Johnson nació en una familia militar en Sumter, Carolina del Sur y de niña recuerda haber visitado muchas iglesias diferentes y que se le enseñó a temerle a Dios en lugar de creer en un Padre Celestial amoroso. No fue hasta que su familia se mudó a Cedar Rapids, Iowa, que los misioneros los encontraron y ella fue bautizada.

“Aprendí desde una temprana edad lo que es no tener el evangelio”, dijo ella, señalando la gran diferencia que ha marcado en su vida. “Recuerdo haber hecho una promesa de que, sin falta, sacrificaría lo que fuera necesario para saber que esta es la Iglesia verdadera, y estoy tan agradecida de ser miembro”.

Pero el conocimiento a menudo viene acompañado del sacrificio, observó la hermana Johnson. Como pareja, muchos de los llamamientos de los Johnson en la Iglesia han requerido grandes sacrificios, incluso estar lejos de sus hijos y de su familia en diferentes momentos. Pero en cada nuevo llamamiento, han encontrado enormes bendiciones, dijo ella.

Ya que no pudo servir una misión de joven, la hermana Johnson dijo que servir con su esposo cuando el presidía la Misión Tailandia Bangkok de julio de 2015 a junio de 2018 fue una de las mejores experiencias de su vida. 

“Fue increíble ver cómo la vida de las personas cambiaba por completo gracias al evangelio”, dijo ella.

Y a pesar de que el llamamiento del élder Johnson como autoridad general requerirá nuevos sacrificios, la hermana Johnson dijo que ellos “quieren ser una familia de la que el Padre Celestial pueda depender”.

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