En la apertura de la Conferencia General Anual N.o 190, el presidente Russell M. Nelson invitó a los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a participar de una asamblea solemne mundial y un grito de Hosanna durante la sesión del domingo por la mañana.
“Rogamos que este sea un importante momento espiritual para ustedes a medida que expresamos mundialmente al unísono nuestra profunda gratitud a Dios el Padre y Su Amado Hijo al alabarlos de esta forma única”, dijo el presidente Nelson.
“Para esta experiencia sagrada, utilizamos pañuelos blancos y limpios”, continuó diciendo. “Pero, si no tienen uno, simplemente pueden agitar la mano. Al concluir el grito de Hosanna, la congregación se unirá al coro cantando ‘El Espíritu de Dios’”.
¿Qué es una asamblea solemne?
Una asamblea solemne es una reunión sagrada que se lleva a cabo por una variedad de razones, tales como sostener al cuerpo gobernante mundial de la Iglesia, participar en dedicaciones de templos y recibir instrucción por parte de las autoridades presidentes. De acuerdo con Newsroom, esta reunión generalmente se lleva a cabo en la conferencia general, luego de que un nuevo presidente de la Iglesia comienza su servicio.
En abril de 2018, se llevó a cabo una asamblea solemne cuando se sostuvo al presidente Nelson por primera vez.
Doctrina y Convenios contiene varias referencias en las que Dios les pide a los miembros de la Iglesia: “Convocad vuestras asambleas solemnes” (Doctrina y Convenios 133:6). Una razón para llevar a cabo una asamblea solemne es que seguimos la enseñanza de que “todas las cosas se harán de común acuerdo en la iglesia, con mucha oración y fe” (Doctrina y Convenios 26:2).
¿Qué es el grito de Hosanna?
Los santos de los últimos días se reúnen para participar del grito de Hosanna cuando se dedica o rededica cada templo nuevo. El grito de Hosanna también se ha llevado a cabo durante otras pocas ocasiones históricas, tales como la dedicación del Centro de Conferencias.
El presidente Gordon B. Hinckley, presidente N.o 15 de la Iglesia, describió el grito de Hosanna como un “saludo sagrado al Padre y al Hijo”. Es una expresión de adoración y gratitud.
Cuando el presidente Hinckley dedicó el Centro de Conferencias en Salt Lake City, Utah, durante la conferencia general de octubre del año 2000, invitó a la audiencia de todo el mundo a ponerse de pie y participar del grito de Hosanna.
Quienes estaban reunidos en el Centro de Conferencias y millones de personas en sus hogares se pusieron de pie y agitaron un pañuelo blanco y limpio, gritando al unísono: “Hosanna, hosanna, hosanna a Dios y al Cordero”, tres veces, seguido de “Amén, amén y amén”.
El presidente Hinckley instruyó a los medios de comunicación que fueran sensibles en cuanto a esta “cosa muy sagrada y personal” y les pidió que “se la tratara con deferencia y respeto”.
¿Por qué lo hacemos?
Hosanna significa “sálvanos” y se tomó del Salmo 118. “En la Fiesta de los Tabernáculos … el pueblo entonaba las palabras del Salmo 118 y mecía ramas de palma. Durante la entrada triunfal del Señor en Jerusalén, las multitudes clamaron “Hosanna” y tendieron ramas de palma a sus pies” (Guía para el Estudio de las Escrituras, “Hosanna”).
La práctica “recuerda a la alabanza de los seguidores de Jesús mientras Él descendía al Monte de los Olivos (Mateo 21:1-11) y al clamor de las multitudes en América mientras estaban reunidas alrededor del templo en la tierra de Abundancia (3 Nefi 11:17)”, según una declaración de la Iglesia en octubre del año 2000.
“También se compara con la ‘alabanza y agradecimiento al Señor’ por parte de las voces e instrumentos en la dedicación del templo de Salomón (2 Crónicas 5:11-14)”.
A este “saludo sagrado” a menudo le sigue un coro cantando el Himno de Hosanna y el himno “El Espíritu de Dios” de William W. Phelps.
El primer grito de Hosanna registrado en los últimos días ocurrió en la dedicación del Templo de Kirtland el 27 de marzo de 1836.
El profeta José escribió: “Entonces, el presidente (Sidney) Rigdon hizo algunos comentarios de clausura apropiados y una breve oración, al final de la cual sellamos los procedimientos del día gritando hosanna, hosanna, hosanna a Dios y al Cordero, tres veces, sellándola cada vez con amén, amén y amén” (Documentary History of the Church, vol. 2, pp. 427–8).
Otras ocasiones en las que se llevó a cabo el grito de Hosanna
Durante la conferencia general de abril de 1892, el presidente Wilford Woodruff dirigió la ceremonia de la piedra angular del Templo de Salt Lake. Unos 50.000 santos de los últimos días — la audiencia más grande que jamás se había reunido en la Iglesia hasta ese momento — llenaron la Manzana del Templo y las calles contiguas.
La congregación agitó pañuelos blancos y llevó a cabo el grito de Hosanna mientras el presidente Woodruff colocaba la piedra angular en su lugar. Esta es la primera vez de la que se tiene registro en que se utilizaron pañuelos blancos.
El presidente Lorenzo Snow, quinto presidente de la Iglesia, dijo lo siguiente acerca del grito de Hosanna en la ceremonia de la piedra angular del Templo de Salt Lake: “Esto no pertenece al orden de lo ordinario, sino que es — y deseamos que se entienda claramente — un grito sagrado, y se emplea solo en ocasiones extraordinarias como la que tenemos ahora.
“También deseamos que se entienda claramente que queremos que los hermanos y hermanas no solo expresen las palabras, sino que sus corazones estén llenos de agradecimiento al Dios del cielo, que ha logrado, por medio de nuestro albedrío, esta labor poderosa y extraordinaria”. (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia)
Otras ocasiones en las que se realizó el grito de Hosanna a comienzos de la historia de la Iglesia fueron en la ceremonia de la piedra angular del Templo de Nauvoo en mayo de 1845, al entrar al valle de Salt Lake por primera vez y en una celebración del 24 de julio en Brigham City en 1875.
El grito de Hosanna también se llevó a cabo durante la celebración del centenario de la Iglesia en la conferencia general de 1930.
El élder B. H. Roberts, setenta autoridad general e historiador asistente de la Iglesia que falleció en 1933, dijo lo siguiente acerca del grito de Hosanna: “Es imposible no emocionarse en una ocasión semejante. Parece llenar las praderas o el bosque, el desierto montañoso o el tabernáculo, con potentes olas de sonido; y el grito de los hombres que van a la batalla no puede ser más emocionante.
“Les da una maravillosa expresión a las emociones religiosas y viene seguido de un sentimiento de asombro reverente — un sentido de unidad con Dios” (Comprehensive History of the Church, vol. 3, p. 317).