¿Cómo se sentirían si tuvieran que participar de un campamento durante ocho años? ¿Pueden imaginarse ese desafío?
Se les requeriría cazar su propia comida, hallar agua y armar y desarmar tiendas de campaña a menudo a medida que caminan cientos de kilómetros siguiendo una brújula. Durante esos largos años, probablemente necesitarían hacer paradas para que las madres dieran a luz y, por desgracia, para enterrar a un ser querido en el camino. Sería una experiencia de campamento digna de recordar.
Lehi y Saríah, en el Libro de Mormón, hicieron exactamente eso con su familia. Incluso vivieron para contarlo. ¿Acaso su travesía siempre salió precisamente de acuerdo con lo planeado, o su viaje contó siempre con una navegación tranquila? No, en absoluto.
Nuestros campamentos de verano no duran ocho años, pero incluso los viajes que duran dos, tres o cinco días requieren oración, planificación y preparación.
¿Qué hacen los líderes si ocurren cambios o surgen problemas? En esos momentos, podemos aprender de Nefi. Luego de romper su arco, una herramienta de caza esencial, él y sus hermanos no pudieron proveer alimento para sus familias. Entonces, ¿qué hicieron? Mientras los miembros de su familia murmuraban, Nefi se puso a trabajar. Lleno de fe, hizo un arco y una flecha con los recursos disponibles y luego se dirigió a su líder del sacerdocio para pedir consejo. Luego de un arrepentimiento sincero, Lehi recibió guía divina para Nefi. Nefi siguió esa guía, caminó hasta la cima de la montaña y pudo obtener alimentos (1 Nefi 16:18-32).
El COVID-19 ha sido nuestro desafío del “arco roto” para planificar el campamento en 2020. No obstante, al igual que Nefi, podemos escoger cómo manejar nuestras experiencias respecto de los eventos de verano. Podemos quejarnos y darnos por vencidos, o podemos, con espíritu de oración, crear un plan de contingencia con base en las circunstancias actuales y los recursos disponibles. El Señor sabe que, cuando la juventud se reúne en calidad de discípulos de Jesucristo bajo convenio, pueden ocurrir cosas poderosas. “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).
Sin embargo, reunirse no siempre significa estar precisamente en el mismo espacio físico. En esencia, reunirnos tiene que ver con unirnos y fortalecernos unos a otros — nuestras relaciones personales, nuestra fe en el Señor Jesucristo y nuestro compromiso de servirle a Él. Si bien muchos campamentos estarán cerrados este verano, por medio de la tecnología y otros recursos, aún hay muchas oportunidades y formas en que podemos reunirnos. Tengan en cuenta los siguientes principios:
- Los jóvenes planifican el campamento. Los líderes adultos no planifican, sino que dan asignaciones a los jóvenes para que ellos las cumplan. “El campamento brinda la oportunidad a las mujeres jóvenes [y los hombres jóvenes] de desarrollar y poner en práctica aptitudes de liderazgo a medida que planifiquen el campamento y lideren en él” (Guía de Campamento de las Mujeres Jóvenes, pág. 8).
- Buscar inspiración y deliberar en consejo. Los líderes de campamento también deberían deliberar en consejo con los líderes de las Mujeres Jóvenes y los Hombres Jóvenes de barrio y estaca. Las presidencias deliberan en consejo con sus líderes del sacerdocio. Todos los líderes, en espíritu de oración, buscan la guía del Señor.
- Seguir las regulaciones locales. Si las instalaciones para campamentos están abiertas, asegúrese de seguir las pautas de su gobierno local para asegurar la seguridad y bienestar de todos los que asistan.
- Permita las contingencias. Si las instalaciones previamente designadas no están disponibles, deliberen en consejo como presidencias de clases y cuórums, así como con los líderes adultos. Imaginen el aprendizaje que se producirá cuando las presidencias de clases y cuórums tengan la oportunidad de pensar en eventuales cambios y desafíos, identificar posibles soluciones y hacer planes de contingencia. No olviden invitar al Espíritu Santo para guiar y confirmar su planificación.
- Simplifiquen. Sean flexibles y creativos. De acuerdo con las regulaciones cambiantes, podrían reunirse como barrio, clase o cuórum, o por medio de videoconferencia. Tanto los jóvenes como los adultos pueden aprender a trabajar sin desmoronarse, a pesar de la decepción y el cambio. Quizás no tengan meses para prepararse y, quizás, la inspiración simple y espontánea demuestre ser el catalizador para que el Espíritu se sienta y se recuerde.
- “Organizaos; preparad todo lo que fuere necesario” (Doctrina y Convenios 109:8). Los líderes adultos pueden ayudar a los líderes jóvenes a aprender las habilidades necesarias para planificar la logística de un evento. Tales habilidades pueden incluir trabajar dentro de un presupuesto, encontrar un lugar, organizar el transporte, reunir el equipamiento, asegurar la seguridad, planificar un menú, la compra de comestibles y la preparación de la comida. Planifiquen actividades divertidas y apropiadas que generen relaciones fuertes y unidad, promuevan las interacciones genuinas que inviten al Espíritu Santo y edifiquen los testimonios de Jesucristo. Tales actividades pueden llevarse a cabo con todos juntos en un lugar específico o en un entorno virtual.
A medida que los líderes reciban dirección de sus líderes del sacerdocio y permitan que los jóvenes lideren, planifiquen, se preparen y se adapten, el Señor hará milagros. Nuestros jóvenes aprenderán cómo recibir revelación de formas que nunca creyeron posibles. “El Señor ama el esfuerzo; y el esfuerzo brinda galardones” (Joy D. Jones: ‘Un llamamiento especialmente noble’).
Nefi tuvo éxito al cazar porque confió en el Señor, en su líder del sacerdocio y en su propio trabajo arduo. Nuestros campamentos y eventos de verano pueden tener los mismos resultados inspiradores. El Señor ha prometido: “Por tanto, muy queridos … hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo” (Doctrina y Convenios 123:17).
Su experiencia de campamento puede ser digna de recordar — y, lo que es más importante, será un momento de edificación espiritual que nunca olvidarán.