El presidente Matthew S. Holland, de la Misión Carolina del Norte Raleigh, y su compañera, la hermana Paige Holland, recibieron un llamado inesperado dos meses atrás, en el que una voz dese Salt Lake City les preguntaba: “¿Podrían aceptar una llamada por videoconferencia con el profeta?”.
El presidente Russell M. Nelson “fue muy amable”, y en primer lugar preguntó por sus hijos y sus misioneros, recordó el presidente Holland.
Sin embargo, el presidente de la Iglesia fue al grano rápidamente y llamó al presidente de misión de 53 años a ser un setenta autoridad general y a ser sostenido en la conferencia general de abril de 2020.
“Dijo que el Señor nos había llamado a este sagrado llamamiento y luego nos prometió bendiciones maravillosas de gozo y capacidad. Nos testificó que el llamamiento era de Dios y que era una obra sagrada. Fue una experiencia que nunca olvidaremos”.
Eso preparó el escenario para más momentos inesperados e inolvidables para los Holland.
Ya que las restricciones consiguientes a la pandemia del COVID-19 alteraron las experiencias típicas de la conferencia general, no pudieron volar a Utah para su sostenimiento, apartamiento e instrucción en persona.
En cambio, los Holland vieron la sesión del sábado por la tarde del 4 de abril por transmisión en la casa de la misión en Raleigh con sus hijos, quienes no se enteraron del llamamiento sino hasta justo antes del comienzo de la sesión.
“Tener ese momento en la santidad de nuestro propio hogar con nuestros hijos, y luego poder hablar con ellos sobre eso y tener un devocional juntos, fue una de las experiencias más dulces que hemos tenido como familia”, dijo el élder/presidente Holland, quien tendrá ambos títulos y llamamientos durante los próximos dos meses.
La experiencia sirvió como un recordatorio de cómo “el Señor siempre trae bendiciones compensatorias a nuestra vida”, añadió el élder Holland, que no es ajeno a las autoridades generales ni a las conferencias generales.
Muchos santos de los últimos días conocen al nuevo setenta autoridad general como el hijo del élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles. Otros lo recuerdan como un joven de 17 años que habló durante la sesión del sacerdocio de la conferencia general de abril de 1983.
“Ha sido una bendición maravillosa, toda mi vida, ver cómo han vivido mi madre y mi padre, aquello con lo que se han comprometido y lo que se les ha pedido hacer”, dijo el élder Matthew Holland.
“Sin embargo, debido a estas observaciones de primera mano, sabemos demasiado sobre este llamamiento como para pensar que estamos equipados adecuadamente para él. Afortunadamente, también hemos aprendido que el Señor califica a quienes llama, y gracias a eso tenemos mucha fe y consuelo”.
Él recuerda que hablar en la conferencia fue intimidante. Preparar un mensaje que al final vino “línea por línea, precepto por precepto” se convirtió en “una bendición anticipada y tranquilizadora de saber que cuando aceptas asignaciones del Señor, Él te ayudará y te dará los pensamientos e impresiones de las cosas que necesitan compartirse”.
El élder Holland nació en Provo, Utah, en 1966 y pasó los primeros seis años de su vida también en California, Washington y Connecticut a medida que su padre comenzaba su carrera en el Sistema Educativo de la Iglesia y estudiaba. Los Holland volvieron a mudarse a Utah — a las ciudades de Salt Lake, Provo, Bountiful y de nuevo a Provo cuando su padre se convirtió en presidente de la Universidad de Brigham Young.
El élder Holland recuerda que siempre creyó en el evangelio y lo amó desde niño, y rinde homenaje a la influencia y el ejemplo de sus padres y a la “gran ambiente de fe” que ellos creaban.
“Eso no significa que no haya habido momentos difíciles o de luchas personales y espirituales”, dijo él. “Pero siempre he tenido el deseo de orar; siempre he creído que mis oraciones serían escuchadas”.
Y recuerda que, antes de embarcarse como misionero de tiempo completo hacia Escocia, se preguntaba si debería haber tenido uno de esos momentos singulares e inolvidables que promueven o confirman el testimonio de uno.
“Fue entonces cuando me di cuenta de que el testimonio viene de diferentes formas para diferentes personas — y de que yo había recibido revelación y tenido experiencias espirituales”, dijo él. “Como joven, no parecían venir a mí de una manera que se pudiera decir: ‘a esta hora y en este día es cuando obtuve mi testimonio’. Sin embargo, yo sabía que el evangelio era verdadero. No tenía ninguna duda.
“Y desde entonces, he tenido muchos testimonios claros e inolvidables de que esta Iglesia es liderada por un profeta de Dios y la revelación continua, que el Libro de Mormón es absolutamente la palabra de Dios y es el mejor libro y el más puro sobre la tierra. Y, lo que es más importante y central, que Jesús es el Cristo, que Él es mi Salvador, que Él expió por mis pecados y es ‘el Camino’ de regreso al Padre”.
Luego de su misión y de obtener una licenciatura en BYU, estuvo en su hogar en el verano de 1995 mientras realizaba estudios de posgrado en la Universidad Duke en Carolina del Norte. Su hermana, Mary, se encontró con una vieja amiga de la secundaria — Paige Bateman, que estaba estudiando y trabajando en BYU — y les organizó una cita a ciegas.
Luego de la cita, se escribían por correo electrónico, ella desde Utah y él desde Carolina del Norte, cuando él regresó a Duke. La amistad a distancia se convirtió en cortejo y al año siguiente los Holland se casaron en el Templo de St. George, Utah.
La joven familia se estableció en Carolina del Norte y allí nacieron dos hijos a medida que se obtenían dos títulos de posgrado. La mayor parte de la carrera del élder Holland se ha centrado en la educación superior en el área de Provo/Orem — como profesor asociado de ciencias políticas en BYU desde 2001 hasta 2009 y luego casi una década como presidente de la Universidad del Valle de Utah durante un período de gran expansión en la inscripción y las instalaciones.
“En cada etapa hemos aprendido y crecido”, dijo el élder Holland, agregando que su educación le enseñó el valor de leer y pensar cuidadosamente. Las lecciones aprendidas en la UVU incluyen el liderazgo, la responsabilidad, la delegación y la manera de comunicar mensajes, todos los cuales él espera que le sigan beneficiando.
El llamamiento a supervisar la misión en Raleigh en 2018 llevó a su familia de regreso a Carolina del Norte, esta vez durante los años cruciales de la adolescencia de los dos hijos más jóvenes de entre sus cuatro hijos.
El élder Holland ve paralelismos en los dos períodos diferentes que pasó en el estado de Carolina del Norte. En su primera estadía, estaba soltero y un poco mayor y buscaba primero encontrar una compañera, un propósito y una carrera y luego comenzar una familia. “Todo se desenlazó aquí en Carolina del Norte y me acercó más a mi Padre Celestial.
Ahora, como presidente de misión y compañera que ayudan a los misioneros a resistir huracanes, tormentas de hielo y pandemias en Carolina del Norte, “esta también ha sido una época de acercarnos a nuestro Padre Celestial y tener que depender de Él”, dijo él. “Este lugar ha profundizado y refinado nuestra fe — y por ello, es muy especial para nosotros”.
La experiencia de cierre de círculo de los Holland reflejó a la del Templo de Raleigh, Carolina del Norte. La primera vez, la joven familia disfrutó de su anuncio, construcción y dedicación. Esta vez, los Holland volvieron para la renovación y rededicación del templo, en la que sus misioneros ayudaron a recibir a las 40.000 personas que recorrieron el templo durante la casa abierta.
La hermana Holland dijo: “Simplemente pensamos que fuimos increíblemente bendecidos de ser parte de esas experiencias del templo en ambas ocasiones aquí en Raleigh”.
El élder Holland dice que su tiempo como presidente de misión y el tener a su esposa como compañera lo ayudarán en la transición al nuevo llamamiento. “Para ser franco, no me puedo imaginar intentar desempeñarme en este nuevo papel sin primero haber tenido esta asignación”.
Además, añadió: “Estoy muy agradecido cada día por el conocimiento del sacrificio expiatorio del Salvador y el plan de salvación del Padre y por la Iglesia, que es el instrumento clave para ayudarnos a entender esas cosas y participar de los convenios que nos permiten regresar a Ellos limpios y sin mancha”.