Este año celebramos el bicentenario de la Primera Visión. Ese fue el evento distintivo que inauguró el Reino de Dios en esta dispensación. Cada vez que está por ocurrir algo profundo en el Reino de Dios, Satanás y sus fuerzas nefastas están presentes, listos para poner obstáculos. Ocurrió durante el nacimiento del Salvador con la matanza de los inocentes. Ocurrió cuando el Salvador comenzó su misión y se enfrentó con las tres tentaciones.
Y ocurrió nuevamente durante el momento de la Expiación — estuvo la traición, la denuncia, el simulacro de juicio y el insulto final: “Si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27:40).
Y así sería con José Smith antes del advenimiento de la Primera Visión. Satanás estaría allí en toda su oposición diabólica. Satanás sabía que debía evitar a toda costa que este joven muchacho procediera a llevar a cabo su obra destinada. Sin duda Satanás conocía a José en la existencia premortal; sabía que era un gigante espiritual; y sabía que estaba destinado a perturbar su reino.
Era la primavera de 1820. José, con 15 años, estaba meditando acerca de Santiago 1:5. Casi se puede vislumbrar a Satanás desesperado, “sudando” mientras observaba a este muchacho que leía con intensidad esa escritura una y otra vez. En las propias palabras de José, él dijo: “Ningún pasaje de las Escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que éste en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces” (José Smith-Historia 1:12).

La mañana siguiente, en un bello día primaveral, José estaba a punto de entrar en la Arboleda Sagrada, pero no estaba solo. Al arrodillarse a orar, sintió el susurro de las hojas y el ruido de pisadas. Se le trabó la lengua, de modo que no pudo hablar, y hubo una abrumadora nube de oscuridad ante la cual casi sucumbió, pero finalmente, una gloriosa luz disipó esa nube de oscuridad y vio a Dios el Padre y a Su Hijo Jesucristo. Esa visión trascendental cambió toda la historia. Esa manifestación celestial marcó el comienzo de la Restauración.
No es de extrañar que tres años después, cuando el ángel Moroni se le apareció a José en su habitación, hiciera esta asombrosa profecía: “Que entre todas las naciones, tribus y lenguas se tomaría [el] nombre [de José] para bien y para mal” (José Smith-Historia 1:33). Esa fue una profecía extraordinaria respecto de un adolescente granjero que no tenía más que el equivalente a una educación de tercer grado y que vivía en una región apartada de Nueva York; sin embargo, cada palabra de ella se cumpliría.
El élder LeGrand R. Curtis Jr. explica de qué manera José Smith ‘conocido por miles será’
El 20 de julio de 1844 (un mes después de la muerte del profeta), el New York Tribune, sin dudas inconsciente de la profecía de Moroni, hizo esta impresionante observación: “[José Smith] fue un hombre extraordinario, y ha dejado la huella de su ingenio en la época … y su nombre será recordado, para bien o para mal, mientras que los nombres de la mitad de los políticos efímeros de la época serán olvidados”.
¡Qué inconsciente pero notable confirmación de la profecía de Moroni por parte de un periódico gentil!
Doctrina y Convenios nos da esta idea sobre quién conocería el nombre de José para mal y quién lo conocería para bien:

“Los extremos de la tierra indagarán tu nombre, los necios se burlarán de ti [quienes conocerán su nombre para mal] y el infierno se encolerizará en tu contra;
“En tanto que los puros de corazón, los sabios, los nobles y los virtuosos [quienes conocerán su nombre para bien] buscarán consejo, autoridad y bendiciones de tu mano constantemente” (Doctrina y Convenios 122:1-2).
Las escrituras testifican que José “ha hecho más por la salvación del hombre en este mundo, que cualquier otro que ha vivido en él, exceptuando solo a Jesús” (Doctrina y Convenios 135:3). Por lo tanto, podemos testificar sin excusas, sin disculpas, y sin vergüenza, que José Smith en verdad vio a Dios el Padre y a Su Hijo Jesucristo en la Arboleda Sagrada aquel día de primavera de 1820 y que fue el profeta ungido por Dios para la Restauración.
Su nombre se conoce para bien y para mal en todo el mundo tal como profetizó Moroni. Que estemos entre los sabios, nobles y virtuosos que honran y elogian el nombre de José Smith para bien.
— El élder Tad R. Callister es un setenta autoridad general emérito y sirvió como presidente general de la Escuela Dominical.