Al final de la sesión del domingo por la mañana de la Conferencia General Anual N.o 190, los santos de los últimos días en sus hogares alrededor del mundo participaron de una asamblea solemne cuando el presidente Russell M. Nelson dirigió el grito de Hosanna.
“Rogamos que este sea un importante momento espiritual para ustedes a medida que expresamos mundialmente al unísono nuestra profunda gratitud a Dios el Padre y Su Amado Hijo al alabarlos de esta forma única”, dijo el presidente Nelson al hablar del grito de Hosanna en una sesión anterior de la conferencia.
El grito de Hosanna es una expresión de adoración y gratitud. El presidente Nelson lo describió como “un tributo sagrado al Padre y al Hijo, que simboliza la reacción de la multitud cuando el Salvador hizo Su entrada triunfal a Jerusalén.
“También reafirma lo que el joven José experimentó ese día en la Arboleda Sagrada — a saber, que el Padre y el Hijo son dos seres glorificados a Quienes adoramos y alabamos”.
Él invitó a los medios de comunicación “a tratar con dignidad y respeto esta observancia tan sagrada”.
Bajo la dirección del presidente Nelson, millones de personas en sus hogares se pusieron de pie y agitaron un pañuelo blanco y limpio mientras gritaban al unísono: “Hosanna, hosanna, hosanna a Dios y al Cordero”, tres veces, seguido de “Amén, amén y amén”.
Luego del grito de Hosanna, se mostró una versión pregrabada del “Himno de Hosanna” interpretado por el Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo, y los miembros se unieron al cantar “El Espíritu de Dios”.
Los santos de los últimos días se unen en el grito de Hosanna cada vez que se dedica o rededica un nuevo templo. El grito de Hosanna también se ha llevado a cabo durante otras pocas ocasiones históricas, tales como la dedicación del Centro de Conferencias en Salt Lake City.
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