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BYU continúa siendo una ‘comunidad del convenio’ a pesar de la dispersión de estudiantes por el mundo debido a pandemia del coronavirus

Un estudiante de BYU ingresa a su clase en línea. La enseñanza tradicional en el aula de la universidad se ha trasladado a plataformas virtuales durante la actual pandemia del coronavirus. Crédito: Rebekah Baker/BYU
El atleta de pista y campo Austin Carter desinfecta las pesas luego de un entrenamiento en la sala de pesas del Smith Fieldhouse durante la crisis de COVID-19. Crédito: Jaren Wilkey/BYU
El dormitorio de una estudiante de BYU se convierte en el entorno de una clase de aula virtual durante la pandemia del coronavirus en marzo de 2020. Crédito: Rebekah Baker/BYU
El Smith Fieldhouse vacío y poco iluminado refleja el impacto de la pandemia del coronavirus de 2020 en el campus de BYU. Crédito: Jaren Wilkey/BYU
Nathan Balser, el presidente asociado del Departamento de Danza de BYU, graba y practica un baile coreografiado para compartir con sus estudiantes durante la primera semana de clases en línea en marzo de 2020, luego de que BYU diera la instrucción a los e Crédito: Nate Edwards/BYU
El Dr. Leigh Johnson enseña sobre la diversidad biológica de las plantas utilizando la plataforma Zoom durante la primera semana de clases en línea luego de que BYU diera la instrucción a sus estudiantes, en marzo de 2020, de terminar el semestre en sus h Crédito: Nate Edwards/BYU
El presidente de BYU, Kevin J. Worthen, graba un mensaje para las Historias de Instagram hablando a los estudiantes de la Universidad de Brigham Young durante la pandemia del coronavirus en 2020, luego de que el campus alentara a los estudiantes a termina Crédito: Nate Edwards/BYU
Un cartel fuera de un restaurante de comida rápida en el Wilkinson Center de BYU muestra la preocupación que la universidad de la Iglesia tiene por sus estudiantes y empleados durante la pandemia del coronavirus de 2020. Crédito: Rebekah Baker/BYU
El atleta de pista y campo de BYU Caleb Witsken vacía su casillero luego de que el departamento de atletismo decidiera cerrar todas las instalaciones deportivas del campus durante la pandemia del coronavirus de 2020. Crédito: Jaren Wilkey/BYU

PROVO, Utah — En un momento desafiante de interrupciones e incertidumbre, varias frases típicas de la era del COVID-19 han ingresado al léxico de la Universidad de Brigham Young: Distanciamiento social. Conferencias de Zoom. Aprendizaje remoto.

Sin embargo, cuando la profesora de gestión pública de BYU Eva Witesman reflexiona sobre los continuos e inquietantes torbellinos de cambios, descubre esperanza en los muchos actos pequeños de bondad dentro de la comunidad escolar, los cuales son inmunes a los virus y las pandemias.

“Los estudiantes me han enviado correos electrónicos que simplemente decían: ‘Hola, estoy pensando en usted. Sé que esto es difícil, pero en verdad aprecio lo que hace — así que, gracias’”. 

Decenas de miles de estudiantes, administradores, miembros del personal, entrenadores y profesores de BYU tales como Witesman ya han cambiado debido a la crisis global de salud pública que ha alterado temporalmente la forma en la que la universidad de la Iglesia lleva a cabo la enseñanza, el aprendizaje y el servicio.

Las clases de BYU que hace unas semanas se dictaban, por ejemplo, en la Torre Spencer W. Kimball o el Edificio de David O. McKay, ahora se están transmitiendo a los estudiantes que se encuentran autoaislados en sus hogares y apartamentos en todo el mundo por medio de plataformas de videoconferencia en línea tales como Zoom.

El Dr. Leigh Johnson enseña sobre la diversidad biológica de las plantas utilizando la plataforma Zoom durante la primera semana de clases en línea luego de que BYU diera la instrucción a sus estudiantes, en marzo de 2020, de terminar el semestre en sus hogares debido a la pandemia del coronavirus.
El Dr. Leigh Johnson enseña sobre la diversidad biológica de las plantas utilizando la plataforma Zoom durante la primera semana de clases en línea luego de que BYU diera la instrucción a sus estudiantes, en marzo de 2020, de terminar el semestre en sus hogares debido a la pandemia del coronavirus. | Crédito: Nate Edwards/BYU

Y al igual que en otras escuelas operadas por la Iglesia, BYU está respondiendo al mandato de educar e inspirar a sus más de 33.000 estudiantes gracias a una fusión de capacidad y compromiso en todo el campus, dijo el presidente de la universidad, Kevin J. Worthen.

“Estoy maravillado y agradecido por la forma en que las personas han respondido”, le dijo a Church News.

La transición de BYU a la educación remota, en esencia, ocurrió en un fin de semana.

“Cerramos las clases y cursos el vienes (13 de marzo) — y el miércoles siguiente (18 de marzo), todo, con muy pocas excepciones, se había trasladado a la modalidad remota”, dijo el presidente Worthen. “Fue una tarea extraordinaria”.

El presidente de la universidad dijo que la transición acelerada y sin precedentes a la enseñanza a través de un aula remota ha requerido la flexibilidad y cooperación de los estudiantes, profesores y administradores — junto con los profesionales de la Oficina de Tecnologías de la Información de la universidad.

Casi diariamente, en la institución de 144 años, se escriben nuevos e inolvidables capítulos de la historia de la universidad.

Witesman dijo que el mayor ajuste que ha hecho en las semanas recientes fue el de convertirse en maestra de sus cuatro hijos (de 3 a 17 años) en el hogar, a la vez que desempeña sus deberes diarios de BYU.

“De seguro, cambiar mis clases a una pedagogía en línea ha sido difícil … pero ya estaba familiarizada con Zoom y lo usaba regularmente y mis clases ya se comunicaban electrónicamente a través de Slack”.

No es de sorprender que Witesman y otros profesores admitan haber tenido algunas situaciones caóticas pero graciosas en su transición. Antes de una clase reciente, ella configuró una llamada de Zoom, olvidando que ya había establecido otra llamada recurrente de Zoom. 

Como resultado, muchos de los alumnos de Witesman terminaron en una llamada diferente a la de su profesora. Pero asumieron la responsabilidad de la situación de buena gana.

El dormitorio de una estudiante de BYU se convierte en el entorno de una clase de aula virtual durante la pandemia del coronavirus en marzo de 2020.
El dormitorio de una estudiante de BYU se convierte en el entorno de una clase de aula virtual durante la pandemia del coronavirus en marzo de 2020. | Crédito: Rebekah Baker/BYU

“La ‘otra’ clase continuó sin mí, tomó nota de las preguntas que tenían y luego asignó a alguien para enviarme esas notas y preguntas a fin de que pudiera responderles a todos”.

Sophie Stephenson, una estudiante de segundo año y especialista en relaciones públicas de Salem, Oregón, dijo que extraña la vida en el campus. Las actividades tales como alentar en los juegos de los Cougars y apoyar las obras de teatro de los estudiantes con amigos enriquecen su experiencia universitaria.

Sin embargo, no se siente sola ahora que sus clases son remotas.

“Los maestros han hecho un gran trabajo en la transición a las clases en línea”, dijo. “No es lo ideal — pero ha sido bueno”.

Una comunidad del convenio

En un mensaje de video reciente, el presidente Worthen habló sobre cómo BYU continúa siendo una “comunidad del convenio” aunque los estudiantes estén dispersos por todo el mundo.

Cuidar de los demás no tiene que ver con la cercanía.

“Somos bendecidos de vivir en una era de tecnología en la que podemos seguir en contacto los unos con los otros, aunque exista una distancia física”, dijo. “Esa es una de las cosas que hace que esta experiencia de BYU sea única”.

Witesman se siente edificada por la empatía que los profesores han mostrado por sus alumnos durante la actual pandemia. En una reunión reciente del Consejo Asesor de Profesores de BYU y los administradores de la universidad, los profesores conversaron sobre los muchos desafíos del aprendizaje remoto. 

“Sin embargo, la mayor parte de la reunión consistió en este grupo de profesores hablando sobre las preocupaciones que tenían por los estudiantes y deseando más información sobre cómo podían ayudar a apoyar a los estudiantes en esta transición”, dijo ella. 

Las circunstancias actuales no durarán por siempre. Un día, los estudiantes y profesores se reunirán de nuevo en las aulas del campus. Los fans y los exalumnos nuevamente llenarán el Estadio Lavell Edwards y otros lugares deportivos y alentarán a los Cougars.

“Cuando esto termine, habremos aprendido las cosas que se pueden hacer de forma remota”, dijo el presidente Worthen. “Pero sigo convencido de que aún hay una razón para reunirnos aquí en Provo y espero con ansias ese día. Sin embargo, podemos mantener nuestra comunidad a través de los medios disponibles, en la medida en que podamos, en este momento”.

Seguir al profeta: Encontrar gozo en cualquier circunstancia

El presidente Worthen también está pidiendo a la comunidad de BYU y a los demás que recuerden el consejo del presidente Nelson de ser alegres, sin importar las circunstancias.

El presidente de la Iglesia, dijo él, enseña que ser alegres se vuelve aún más importante durante las “tragedias y las farsas”. Permanezcan enfocados en el Salvador y Su evangelio restaurado. 

“Eso es visible en nuestros estudiantes y profesores, que, en alguna medida, están llevando a cabo con gozo ajustes que no son muy convenientes”, dijo el presidente Worthen. “Sin embargo, están obteniendo alegría al enfocarse en los demás. Hay algo en nuestro interior, como hijos espirituales de Dios, que nos da ‘endorfinas espirituales’ al servir a otros, adaptándonos a circunstancias que nunca previmos y descubriendo talentos que no sabíamos que teníamos”.

El presidente Worthen reconoce que la comunidad de BYU ha cambiado para siempre. Será diferente cuando los estudiantes se reúnan de nuevo con sus profesores dentro de las aulas físicas y las salas de estudio.

En un nivel práctico, todos los días se están aprendiendo lecciones sobre las posibilidades de la educación remota y la tecnología. Eso mejorará la experiencia de enseñanza en persona.

“Y espero que exista una comprensión más profunda de la importancia de una comunidad del convenio, así como un mejor entendimiento del poder del gozo y su carácter central en nuestra existencia”, dijo.

El atleta de pista y campo de BYU Caleb Witsken vacía su casillero luego de que el departamento de atletismo decidiera cerrar todas las instalaciones deportivas del campus durante la pandemia del coronavirus de 2020.
El atleta de pista y campo de BYU Caleb Witsken vacía su casillero luego de que el departamento de atletismo decidiera cerrar todas las instalaciones deportivas del campus durante la pandemia del coronavirus de 2020. | Crédito: Jaren Wilkey/BYU

Stephenson dijo que ella nunca se ha sentido más conectada con sus profesores y compañeros, a pesar de la indeseada separación física.

“Mis profesores hablan de tender una mano a quienes están pasando por dificultades”, dijo. “Y, otras veces, hablan sobre la fe y cómo su amor por el evangelio los está ayudando a superar este momento”.

Witesman añadió que regresará a su tradicional salón de BYU convertida en una profesora y una persona diferente debido a sus experiencias de aprendizaje remoto durante la pandemia.

“Ha sido una oportunidad increíble para hacer un balance de lo que es más importante: ¿Cuáles son los aspectos más importantes de mi carácter? ¿Cuál es la parte más importante de mi trabajo? ¿Cuál es lo más importante que debo manejar en mi hogar?

“Y me entusiasma poder juntar todas esas piezas de una forma nueva y con un nuevo comienzo. Espero que cuando todos superemos esto, ese sentido de repriorización me permita ser un ser humano más completo y con más gracia. Y ojalá que pueda transmitir eso a mi trabajo en BYU”.

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