En el Caribe, las personas están sujetas a lluvias, vientos, inundaciones y terremotos que pueden sacudir y destruir los cimientos mismos de sus hogares y de sus vidas. En Ponce, Puerto Rico — que fue el epicentro de algunos recientes, prolongados y destructivos terremotos — muchos edificios y hogares, que ya habían sido severamente dañados, resintieron el fuerte impacto del terremoto. Pocos, o tal vez ninguno, tenía “bases aislantes” que hubieran disminuido las sacudidas del edificio al distribuir el impacto del sismo más uniformemente a través de toda la estructura.
Élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ve una metáfora para “los golpes sísmicos de la vida” que se puede aprender de los santos en el Área Caribe, porque estamos todos sujetos a “terremotos, vientos, lluvias e inundaciones espirituales”.
Igual que el Templo de Salt Lake City, que está situado justo afuera de la ventana de la oficina del élder Renlund, y que actualmente está bajo un proceso de adecuación para que tenga bases aislantes, el tener un fundamento espiritual sólido para resistir los golpes sísmicos de la vida puede ser una gran diferencia.
Comparando eso con la parábola del hombre prudente y del hombre insensato, él dijo: “Si ustedes edifican sobre la roca del Salvador, no caerán”.
En el Caribe, la mayoría de las personas sabe qué hacer para protegerse de las tormentas físicas y de los desastres de la vida, y más y más santos de los últimos días están edificando las protecciones que necesitan para resistir también los desafíos de la vida.
Conectar las islas del mar
Los santos de los últimos días no son un grupo grande de personas en el Caribe, una región que incluye más de veinticuatro naciones soberanas y territorios dependientes y que se compone de unas 7.000 islas. Los miembros de la Iglesia a menudo pueden sentirse aislados y a veces se les hace difícil recordar que son parte de un importante conglomerado de personas que en todo el mundo están dedicadas a seguir a Cristo. Pero solos o en pequeños números, ellos pueden ser islas fuertes de testimonio para ellos mismos, explicaron el élder Renlund y su esposa, la hermana Ruth Renlund, cuando regresaron a finales de febrero de una visita al Área Caribe de la Iglesia.
Sería absurdo pensar que el Área Caribe de la Iglesia es uniforme, dijo el élder Renlund. No solo la mayoría de las islas son diferentes, sino que también la mayoría de las islas forman diferentes países, con diferentes idiomas, personas, culturas e historia. Cada isla o archipiélago es único; y la geografía que separa a las islas las hace aún más diferentes.
No es una tarea fácil el navegar por las complejidades de varios países con diferencia de idiomas, monedas y gobiernos; y eso sin incluir la extensión geográfica de las islas. Esa combinación de factores hace que el Área Caribe tal vez sea una de las áreas de la Iglesia más difíciles de administrar. Aunque las islas varían mucho la una de la otra, y la membresía de la Iglesia en toda el área es relativamente pequeña, el Área Caribe tiene una larga tradición de fe y, como el élder Renlund lo describe, “es un lugar muy emocionante para estar”.
Al hablar con un grupo pequeño de miembros reunido en la isla remota de Dominica, la hermana Renlund dijo que estaba impresionada por el sentido de fortaleza y conexión que ella vio en ellos, a pesar de su ubicación aislada.
“Cuando estaba hablando a ese grupo, le pregunté a una hermana: “¿Sabe dónde está su manual de ‘Ven, sígueme’?”. Y ella dijo: ‘Sí’, y levantó su celular. Pensé: ‘¿No es maravilloso eso? Ella puede tener acceso al mismo programa de estudio que cualquier otro miembro de la Iglesia y ella siempre sabe dónde está’”, dijo la hermana Renlund. “Creo que es grandioso cuando las personas pueden reunirse y obtener fortaleza al analizar estas cosas con otras personas; pero aun cuando no pudieras hacerlo, todavía es posible que seas una fuente de fortaleza, una fuente de testimonio”.
Uno de los grandes beneficios de la Iglesia, continuó diciendo la hermana Renlund, es que provee los materiales y los medios para que las personas puedan seguir al Salvador — sin importar dónde estén.
El élder Relund agregó que, para los miembros del Caribe, “la distancia al templo no influye en tu capacidad de ser digno de una recomendación para el templo. La distancia al templo no influye en tu capacidad de hacer investigaciones de historia familiar”.
Y aunque la distancia sí influye en la frecuencia con la que una persona pueda ir al templo, el élder Renlund dijo que, si ellos permanecen fieles y dignos: “Creo que, en esta época, Dios llevará más templos a las islas del mar”.
Consciente de que sus propios padres llegaron al conocimiento de su Redentor mientras vivían en archipiélagos pequeños de Suecia y de Finlandia, el élder Renlund explicó que no importa cuán remoto, distante o aparentemente fuera de alcance un lugar pueda estar, cualquier sitio puede llegar a ser como las “aguas de Mormón”, cuando las personas desarrollan un conocimiento del Salvador. Al enfocarse individualmente en fortalecer su testimonio, juntas esas personas pueden edificar una base firme que conecte a la Iglesia y sus miembros a través de las islas diversas, distantes y esparcidas.
Cada isla en el Caribe es única y hermosa, dijo el élder Renlund, “pero lo que las hará aún más bellas es si la gente llega al conocimiento de su Redentor ahí. Aun si naciste y creciste en un lugar pequeño como Dominica, puedes ser bautizado, puedes recibir el Espíritu Santo y nosotros podemos ayudarte a llegar al templo”.
Lo único que se les requiere a las personas, agregó él, es “permanecer fieles y permanecer en la senda de los convenios”.
Reunir ‘al individuo’
El élder Renlund y su esposa pasaron 10 días haciendo recorridos de isla en isla en el Caribe como parte de la revisión anual de área. Fueron acompañados por el élder Carlos A. Godoy, de la presidencia de los setenta; el obispo W. Christopher Waddell, segundo consejero del obispado presidente; los tres setentas autoridades generales que forman la presidencia del Área Caribe; y las esposas de las autoridades generales. Su visita al área incluyó paradas en Puerto Rico, la República Dominicana, Guadalupe y en las islas más pequeñas donde ningún apóstol haya visitado antes a la gente; incluyendo Dominica, Martinica y Turcas y Caicos, las cuales el élder Renlund tuvo la oportunidad de dedicar cada una para la predicación del evangelio.
Aunque el apóstol dijo que hubiera querido poder visitar cada isla y a cada miembro, el élder Renlund explicó cómo las autoridades generales visitantes pudieron conocer una mayor cantidad de gente de una sola vez.
Mientras el élder Renlund y su esposa estaban en Kingston, Jamaica, junto con el élder Eduardo Gavarret, de la presidencia de área, y su esposa, la hermana Norma Gavarret, el élder Godoy y su esposa, la hermana Mónica Godoy, estaban en Puerto España, Trinidad y Tobago y el obispo Waddell y su esposa, la hermana Carol Waddell fueron enviados a Bridgetown, Barbados. Con los líderes visitantes repartidos en las tres islas, que representan tres países distintos, se llevó a cabo una sola reunión de liderazgo que las conectaba mediante una transmisión y así los líderes tanto como los asistentes pudieron interactuar y aprender el uno del otro.
“Estuve orando todo el tiempo para que la tecnología no fallara”, dijo el élder Renlund. “Y fue asombroso, porque no falló”.
Como regla general, el élder Renlund dijo que prefiere las reuniones en persona más que las transmisiones. “Normalmente, los verdaderos milagros ocurren de ojo a ojo, o de rodilla a rodilla; y puedes ver cuando alguien se compromete a cambiar o cuando el Espíritu los conmueve y su resolución aumenta”.
Sin embargo, la transmisión múltiple subió de nivel y fue aun mejor que una transmisión normal, ya que cada lugar tenía a una autoridad general y las personas podían hacer preguntas y aprender unos de otros, dijo él, agregando que eso funcionó muy bien.
Para las islas remotas, como Dominica — donde tal vez unos 25 miembros se reúnen cada semana — el desafío puede ser un sentimiento de aislamiento en sus creencias, especialmente entre los jóvenes. Ya que tal vez ellos sean los únicos de su edad que son miembros o que asisten regularmente a la Iglesia, es difícil que se vean como una parte importante del todo, que participa en el recogimiento de Israel, explicó el élder Renlund.
“Así que, creo que los programas de PFJ, que son ahora parte del programa Niños y Jóvenes, tendrán un gran impacto ahí”, dijo él.
La juventud es fortalecida cuando puede ver e interactuar con un grupo más grande que comparte sus creencias. Además de las conferencias de PFJ que se realizan cada año, la presidencia de área está considerando otras maneras para ayudar a que se reúnan los jóvenes del área, hizo notar el élder Renlund.
“Saber que una vez al año, tendrás por lo menos unos cuantos días cuando eres parte de algo grande, creo que eso te sostiene y fomenta el compromiso y promueve una comprensión de que el evangelio es algo como una ‘piedra cortada del monte, no con mano, y que rueda y llena la tierra’”, dijo el élder Renlund. “Creo que en el Caribe realmente necesitamos usar todas las ideas y todos los recursos para enfocarnos en la chica de 14 años en una isla pequeña y decir: ‘¿Qué vamos a hacer por ella para que sienta que es importante para la Iglesia y que la Iglesia es el reino del Señor sobre la tierra y que avanza adelante?’. Creo que, al plantearnos esa pregunta a nosotros mismos, entonces la inspiración vendrá para configurarlo”.
El élder José L. Alonso, presidente del Área Caribe, dijo que las visitas del élder Renlund a las islas fue una gran bendición para los miembros, para los líderes y para la presidencia de área. Al llegar a grandes grupos de gente para predicarles, así como para ministrar al individuo, el élder Renlund se hizo notar más a través de su ejemplo, dijo el élder Alonso.
“Como un testigo especial de Jesucristo, él hizo lo que el Salvador hubiera hecho”, dijo él. “Se enfocó en las necesidades del individuo y se olvidó de sí mismo”.
Cada uno puede hacer algo
La gente del Caribe es fuerte, dijo el obispo Waddell. Después de visitar la isla de Gran Bahama, que fue devastada por el huracán Doria el pasado septiembre, la destrucción que causó esa tormenta fue peor de lo que imaginó, dijo él — pero las personas fueron inspiradoras.
“Me impresionó mucho la resistencia de la gente al enfrentar los verdaderos desafíos y al ver la fortaleza de sus testimonios y su resolución para guardar los convenios”, dijo él.
Y esa impresión se repitió una y otra vez a lo largo del tiempo que él estuvo ahí a medida que los santos en cada lugar demostraron cómo están edificando los fundamentos de fe para sí mismos y luego tendiendo la mano el uno al otro.
“Algo que me conmovió profundamente dondequiera que fui, fue el amor que el Señor tiene por Sus hijos, en todas partes, y el amor que ellos tienen por Él, por nuestro Salvador y por el evangelio de Jesucristo”, dijo el obispo Waddell. “Tuve la clara impresión, al mirar tal variedad de personas y culturas, que así sería el reino celestial, con toda la rica diversidad de esos fieles miembros de la Iglesia”.
Para el élder Renlund, el pensamiento que se le venía a la mente una y otra vez fue algo que el presidente Russell M. Nelson ha compartido con frecuencia. Cada vez que alguien hace algo que ayuda a otra persona a llegar a la senda de los convenios o a permanecer en ella, está ayudando a recoger al Israel esparcido y a edificar el reino de Dios.
“A veces los miembros, especialmente en lugares pequeños, miran a la Iglesia y dicen: ‘Es demasiado grande, es demasiado complicado, tienes que ser perfecto’”, dijo el élder Renlund. “Pero no es así. Nadie tiene que hacerlo todo. Pero todo el que esté dispuesto, puede hacer algo que ayude a edificar el reino de Dios en la tierra. No tienes que ser perfecto, pero te necesitamos, porque todo el que esté dispuesto, puede hacer algo”.