CIUDAD DE MÉXICO — Menos de un mes tras comenzar el año 2013, ya habían comenzado a circular pláticas en la preparatoria privada sobre celebrar el 50 aniversario académico del Centro Escolar Benemérito de las Américas meses después en el otoño.
Pero en una reunión el 29 de enero con los administradores de la escuela y líderes locales de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el (en aquel entonces) élder Russell M. Nelson y el élder Jeffrey R. Holland del Cuórum de los Doce Apóstoles compartieron un anuncio impactante: El Benemérito, patrocinado por la Iglesia, cerraría al fin del año escolar actual, y las instalaciones de 36 hectáreas y sus muchos edificios volverían a abrir tras de poco tiempo como la nueva ubicación de un ampliado Centro de Capacitación Misional México.
Los líderes de la Iglesia consideraron que el cambio era crucial para ayudar a ajustarse al aumento repentino de misioneros nuevos, provocado por el anuncio en la conferencia general de octubre de 2012 de reducir las edades a las que los hombres y las mujeres jóvenes pueden comenzar a servir como misioneros de tiempo completo.
“Necesitamos un CCM de inmediato; lo necesitamos ya”, dijo el élder Holland en la reunión. “Si empezáramos a construir uno mañana, llevaría tres años y costaría millones de dólares para construirse, ¿y qué haríamos en lo mientras?”.
El élder Nelson continuó y pronunció el 29 de enero como un día importante en la historia de la Iglesia, en el que se pasó de educar a cientos de alumnos cada año en el Benemérito a capacitar a miles de misioneros.
“Muchos de ellos vendrán de otros países”, dijo él.
“No solo recibirán capacitación, sino que desarrollarán un amor por México, por su idioma y por su gente. Serán pioneros en sus misiones. Serán líderes en todo el mundo. Así que, eso es lo que vemos en el futuro”.
“Este terreno sagrado donde nos encontramos esta noche será más sagrado cada año que pasa”, continuó el élder Nelson. “Se cumplirán propósitos mayores, más elevados y sagrados en el futuro, más de los que haya habido antes”.
“Ahora, no sé lo que nos deparará el futuro. No sé cuándo terminará esta historia. Tal vez nunca termine. Seguirá adelante, más y más, aún más alto para bendecir la vida de las generaciones que aún no han nacido. Este lugar sagrado ayudará a que el país de México llegue a ser lo que Dios ha previsto. Con esa santificación, será una bendición para el mundo entero”.
“Propósitos mayores, más elevados y sagrados” y “una bendición para el mundo entero”. Esas declaraciones proféticas, del hombre que ahora dirige La Iglesia de Jesucristo, describen el Centro de Capacitación Misional México, el nombre que aparece en el gran letrero de entrada del CCM, con una enorme “B” encalcada tras de él en la ladera que sirve no solo como un fondo visual, sino como un recordatorio de las raíces del recinto.
Siete años después, el CCM México se ha convertido en el segundo centro más extenso en cuanto a misioneros capacitados y el más grande en términos de tamaño de propiedad. El centro de capacitación recibe y envía a misioneros de todo el hemisferio occidental y al resto del mundo. Y el CCM México es uno de los motivos clave por lo que la Iglesia ha podido cerrar cinco CCMs más pequeños desde principios de 2019.
“Cuando el presidente Nelson anunció el cambio y vino aquí a realizar el cambio de la escuela Benemérito al CCM, el Espíritu ha estado aquí desde entonces”, dijo el presidente Timothy M. Olson, presidente del CCM México. “Hemos recibido a misioneros de todo el mundo — Asia, Europa, América del Norte y del Sur, América Central, el Caribe; y los enviamos a todo el mundo. El impacto de esos misioneros será generacional y en realidad un cambio fantástico de una escuela con impacto limitado a un impacto mundial”.
El cierre del antiguo centro de aprendizaje de México
La escuela Benemérito de las Américas había funcionado por casi cinco décadas completas como una escuela privada, en sus últimos años como una preparatoria. El sitio en la parte norte del área metropolitana de la Ciudad de México — que se construyó en un rancho de la Iglesia — servía como un recordatorio de la longevidad y vitalidad de la Iglesia y de sus miembros en México.
“Uno de los grandes sentimientos que se tiene al ir a México es el entendimiento de cuánto tiempo lleva allí la Iglesia”, dijo el élder Brent H. Nielson, un setenta autoridad general y director ejecutivo del Departamento Misional de la Iglesia. “Comenzó allí en el siglo XIX, y algunos de nuestros santos mexicanos son miembros desde hace ocho o nueve generaciones”.
“Al estar allí, te das cuenta de que se siente como estar en casa. Se siente como que este es un lugar donde la Iglesia ha estado por mucho tiempo, y estos miembros están entre nuestros miembros más fieles de todo el mundo. Trabajan en el CCM, y tienen un maravilloso espíritu de bienvenida para nuestros misioneros”.
Sin embargo, el Benemérito daría lugar a un CCM México mucho más grande que el más pequeño que operaba cerca del Templo de la Ciudad de México. La capacidad en aquel CCM — que remontaba a la década de 1970 — era de alrededor de 150 misioneros a la vez; las proyecciones de asistencia para el CCM ampliado podrían ser de más de 1.000.
“Creo que Dios sabía que este día se llegaría desde el día que comenzamos la obra para esta escuela”, dijo el élder Holland en la reunión del 29 de enero de 2013, y agregó: “¡qué tributo!, ¡qué halago a ustedes, el estar en la vanguardia total de esta obra, y ser el único lugar al que Dios y Sus líderes podían acudir para avanzar esta obra! Sería difícil brindar mayor tributo”.
El élder Nelson continuó el tributo indicando que el éxito de los jóvenes de 18 años en México que eran llamados como misioneros desde 1999 había sido una consideración importante en la decisión de hacer el cambio de edad para todo el mundo.
Menos de cinco meses después del anunció, el Benemérito cerró sus puertas como escuela, con un toque diferente en su última graduación el 14 de junio de 2013. Cuando una escuela cierra, la ley mexicana requiere que se queme su bandera, así que la ceremonia de quemar la bandera simbolizó el fin de las actividades académicas del Benemérito y el comienzo de la nueva función de la propiedad.
De las cenizas y de la propiedad se creó algo mejor, como se había profetizado. El Benemérito tuvo alrededor de 23.000 graduados en su historia de 49 años. En menos de siete años, el CCM México ha capacitado a más de 30.000 misioneros que han pasado desde tres a nueve semanas en las instalaciones antes de partir con rumbo a las Américas y más allá.
La transición a un centro de capacitación
El personal del Departamento Misional — como Shawn Cates, el primer director de capacitación y operaciones del CCM México, y Kirsti Vogeler Polo, quien supervisaría la capacitación de los maestros del CCM — llegó en mayo de 2013 para comenzar la transición y a la vez permitir que el Benemérito terminara su año académico. Ellos presenciaron y sintieron empatía hacia los maestros, el personal y los estudiantes entristecidos por el cierre de la escuela.
“Vi sus programas de danza, lo vi todo, y lloré tanto — fue algo tan hermoso”, recuerda Cates, que ahora sirve como el gerente de capacitación mundial del Departamento Misional. “Los estudiantes hicieron camisetas que decían: ‘Doy mi lugar por ti’”.
Ya que se tenía programado que los primeros misioneros llegaran 10 días después de la graduación del 14 de junio, “era un corto plazo de tiempo”, dijo Cates. “Fue increíble, y yo diría milagroso, ver lo que las personas pudieron hacer para lograrlo”.
Aunque la propiedad y los edificios permanecieron casi igual con excepción de algunas remodelaciones y mejoras necesarias, las operaciones de un CCM eran muy diferentes a las de una escuela. Una escuela cierra sus operaciones los fines de semana, días feriados y en las vacaciones de verano, a cambio de un centro de capacitación misional, que es como un pequeño pueblo, dotado y en funcionamiento las 24 horas del día, siete días a la semana.
“Tuvimos que contratar alrededor de 100 personas nuevas que no sabían nada en cuanto a cómo opera un CCM”, dijo Cates. “Teníamos más o menos un mes y medio para capacitar a todas estas personas y ayudarles a obtener una visión y entender lo que intentábamos hacer antes de que los primeros misioneros llegaran a finales de junio”.
Polo trabajó en el CCM México desde mayo a diciembre de 2013 y en un principio traía a maestros de CCM de Provo por plazos de seis a 12 semanas a la vez. Luego, comenzó a contratar a maestros locales y después de poco ella llegó a admirar su dedicación, sacrificio y rápido aprendizaje.
“Había un sentido de: ‘Este es nuestro CCM. Esto es tan especial, nosotros queremos ser parte de ello y haremos lo que sea necesario para estar aquí’”, recordó Polo, que ahora es la directora administrativa auxiliar de CCMs del Departamento Misional. “Fue entonces que supe, ‘esto va a funcionar y no me necesitan aquí’”.
Una vez que terminaron las clases en el Benemérito, comenzó la mudanza de las instalaciones del CCM actual al nuevo. El traslado de muebles y la asignación y organización de espacios de oficina y salones tomó hasta el último momento, ya que el personal tuvo solo días para prepararse y comenzar.
“La noche antes de que llegaran los primeros misioneros, estábamos cambiando el letrero de la escuela al de Centro de Capacitación Misional México”, dijo Cates. “Terminamos eso alrededor de la una de la mañana antes de que llegaran”.
Y la biblioteca de la escuela — que ahora lleva el nombre del presidente Thomas S. Monson, ya que la mayoría de los edificios administrativos y de salones del CCM México llevan los nombres de profetas de los últimos días — también recibió atención de último momento. “Estábamos sacando los libros de la biblioteca, todo, y los estantes”, agregó Cates. “Esa iba a ser su sala de recepción”.
La era de un CCM ampliado
Y el 24 de junio de 2013, llegaron — primero una misionera joven local, acompañada por su familia, y luego un élder joven con la suya. Fue apropiado que los primeros misioneros que llegaran al centro de capacitación recién ampliado fueran santos de los últimos días de México, la nación que sacrificó un centro de educación para sus jóvenes a cambio de un centro de capacitación para misioneros de todo el mundo.
Gran parte del personal del CCM quienes dieron la bienvenida habían sido empleados del Benemérito. “Pude ver lágrimas en sus ojos”, dijo Cates. “Estaban tan contentos, y al mismo tiempo un poco tristes al darse cuenta: ‘Aquí vamos. Esto ha ocurrido’. Fue como una experiencia del templo, fue muy espiritual ser parte de eso. Todos sentimos que fue un momento histórico”.
Antes del 2013, el CCM México capacitaba más que nada a misioneros de México que servirían en una de varias decenas de misiones en ese país. Sin embargo, con el aumento de la capacidad, el CCM México podía servir a una cantidad considerable más de misioneros, así que se determinó que no solo serviría a misioneros de México y Latinoamérica, sino que también ayudaría a reducir la cantidad de misioneros que aprenden español en el emblemático Centro de Capacitación Misional Provo.
Así que, los misioneros de los Estados Unidos y Canadá que fueran llamados a hacer proselitismo en español en cualquiera de esos dos países podrían ir a la Ciudad de México para capacitarse y aprender español y luego regresar para su servicio.
Ambos programas de capacitación continúan hoy.
“Eso ha aliviado gran parte de la presión que tenemos en Provo”, dijo el élder Nielson, “y también nos ha permitido darles una experiencia cultural en México para que puedan familiarizarse con las culturas hispánicas a las que servirán en México”.
Y una decisión oportuna por el gobierno mexicano ayudó a facilitar traer a nuevos misioneros al CCM México de otros países. Justo antes de la expansión, México ajustó los requisitos para las visas de corto plazo para entrar al país, lo cual permite que misioneros de Norteamérica y muchos países más entren sin una visa y se queden hasta 180 días, mucho más de las tres a nueve semanas que se necesitan para capacitar a los misioneros. Todo lo que un misionero en capacitación necesitaba era un pasaporte, un boleto de regreso y no una visa — un alivio bien recibido por el Departamento Misional.
“Las visas son tan caras”, dijo el élder Nielson. “Todo el día a diario nos la pasamos solicitando visas para misioneros en todo el mundo, y en este caso vuelan de ida y de regreso — es solo un vuelo de tres horas y media (desde Salt Lake City). Es así de fácil”.
La experiencia cultural de la capacitación en México con hablantes nativos es una ventaja para los misioneros de los Estados Unidos y Canadá, dijo Lane Steinagel, que recientemente pasó de ser director de CCMs internacionales a especialista de área misional dentro del Departamento Misional.
“No hay mejor manera de prepararlos no solo para aprender el idioma”, dijo él, “sino de estar entre esas personas, ser parte de la cultura y estar con los misioneros que son de los lugares o que irán a los lugares o que tienen una conexión con las personas que ellos van a conocer y enseñar en su misión”.
Los santos mexicanos acogen el nuevo CCM
A medida que se comenzó a asignar a los misioneros al CCM México para ser capacitados, entre ellos se incluían hijos de exempleados del Benemérito al igual que exalumnos, algunos de ellos habían graduado solo meses antes.
“Durante sus casi 50 años, el Benemérito de las Américas bendijo la vida de decenas de miles de miembros en México por medio de sus programas educativos seculares y religiosos. Los graduados de la escuela formaron los cimientos del liderazgo pasado y actual de la Iglesia en el país”, dijo el élder John C. Pingree Jr., un setenta autoridad general y consejero en la presidencia del Área de México.
“Cuando se anunció que se cerraría el Benemérito y se abriría un nuevo CCM México, la pérdida de la escuela fue difícil para muchas personas en México. Sin embargo, los fieles santos de aquí aceptaron sin reservas el propósito nuevo y más elevado de la escuela de preparar a misioneros para reunir a Israel en preparación para la Segunda Venida del Salvador, Jesucristo”.
Nicolás Castañeda, el director actual de capacitación y operaciones en el CCM México, dijo que en un principio fue muy difícil para los miembros locales aceptar el cambio de la escuela popular y exitosa.
“Pero pronto ellos recibieron un testimonio de la bendición y el poder de tener un CCM más grande en México para bendecir a muchas personas en el mundo”, dijo él, resaltando la promesa del élder Nelson del aumento de santificación año tras año.
“Lo he visto; testifico de esta promesa profética. Cada vez que llega una familia con su hijo o su hija, puedo sentir — debido a esto — que este lugar es más y más sagrado, gracias al sacrificio y el amor de las personas”.
Perla Velázquez ha tenido un rango completo de experiencias en las instalaciones, fue estudiante en el Benemérito de adolescente, una joven misionera en capacitación en el CCM México y ahora es supervisora de enseñanza allí.
“Siento gratitud por estar en este hermoso lugar. Sé que el Señor visita este lugar. Cuando los maestros enseñan, siento el amor de mi Salvador”, dijo ella. “Cuando veo a los misioneros caminando aquí, recuerdo que este lugar era para preparar a las personas para la conversión — no solo para la capacitación misional sino antes, en la escuela, en mi capacitación y ahora como supervisora. Siento que este lugar está preparado con el fin de ayudar a otras personas a recibir la conversión”.
Cierres, consistencia e ideas equivocadas
Debido al crecimiento continuo y el éxito del CCM México a lo largo de sus primeros cinco años, junto con su capacidad todavía no alcanzada de alojar a más de 1.200 misioneros, el Departamento Misional decidió optimizar sus operaciones y capacitación aún más al cerrar cinco CCMs más pequeños en 2019 y 2020 — entre ellos Chile, Argentina, República Dominicana y Guatemala — y en su lugar enviar a los misioneros que hubieran sido capacitados allí a la Ciudad de México.
El élder Nielson dijo que aunque cualquiera pensaría que reducir el número de CCMs en todo el mundo es el resultado de una disminución en la fuerza misional, la verdad es que la Iglesia tuvo alrededor de 4.000 misioneros más este año que el año pasado.
Kelend Mills, el director administrativo de CCMs del Departamento Misional, dijo que la consolidación en el CCM México tuvo varios beneficios. “Uno es un ahorro considerable de costos para la Iglesia. Otro es que los misioneros que se encuentran aquí tienen la experiencia de cantar ‘Llamados a servir’ junto a cientos de misioneros más en lugar de 20 o 30, como podría haber sido el caso en los CCMs más pequeños”, dijo él. Además, resaltó que los misioneros pueden sentir que pertenecen a una fuerza global más grande y que la capacitación y las operaciones centralizadas ayudan a asegurar una experiencia misional consistente sin importar si asisten al CCM en México o Utah, en Brasil o Ghana.
Una gran diferencia en México es la propiedad inmensa del CCM, las 36 hectáreas extensas cercadas de las instalaciones antiguas del Benemérito, incluso 50 casitas de varios cuartos para los élderes, varios edificios de dormitorios de tamaño apartamento para las hermanas y edificios administrativos y de salones con espacio abundante. En comparación con las 14 hectáreas de las instalaciones en Provo o la menos de una hectárea del imponente complejo del CCM en São Paulo, Brasil.
“Cuando nuestros misioneros llegan allí, muchos de ellos, desde luego, viajan del aeropuerto al CCM México, lo cual es un choque cultural tan solo manejar y ver la ciudad de México”, dijo el élder Nielson. “Pero cuando llegan al CCM y son recibidos por estos maravillosos miembros mexicanos, se sienten como en casa”.
Mills añadió: “Si bien está justo en medio de esta ciudad ruidosa y ocupada, uno puede entrar a la propiedad, los portones se cierran detrás, y hay un sentimiento tranquilo, sereno y sagrado en ese espacio”.
La superficie en metros cuadrados “supera con creces a los demás CCMs”, dijo Polo, resaltando las áreas al aire libre para estudiar, enseñar, practicar y dramatizar las lecciones entre las palmeras, los arbustos florecientes, los jardines frondosos y el graznido de los pericos monje. “Es una sensación inigualable que los misioneros probablemente no se sientan encerrados — hay aire libre y buen tiempo gran parte del año”.
No es difícil llegar a la Ciudad de México de otras partes de México al igual que de los Estados Unidos y otros países. La capital del país cuenta con una abundancia de vuelos continuos, incluso desde Salt Lake City.
“Hay épocas del año en las que tenemos muchos misioneros que viajan y casi cada pasajero en el avión es un misionero en camino al CCM México”, dijo Mills sobre la ruta SLC-MEX.
“Una de las azafatas que está en ese vuelo cada semana me contó que, al aterrizar un vuelo, mientras se dirigían a la terminal, los misioneros comenzaron a cantar ‘Llamados a servir’”.
El personal del CCM México y del Departamento Misional trabajan para disipar muchas de las ideas equivocadas que los miembros desinformados tienen sobre la experiencia de capacitación en la Ciudad de México, desde preocupaciones sobre la seguridad de los misioneros en un barrio peligroso a inquietudes sobre la comida y el agua. A veces, los misioneros se quejan con otras personas en casa de que la comida causó que se enfermaran, cuando en realidad, una combinación de una dieta nueva, rutinas nuevas de comida y posibles efectos secundarios de ansiedad y estrés podrían causar tales padecimientos.
“Creo que los miembros deben saber que sus hijos e hijas estarán bien atendidos aquí”, dijo el presidente Olson. “Es un recinto hermoso. Tenemos un recinto de servicio completo con una clínica de salud, doctores y terapeutas de salud mental. Tenemos una cafetería, personal a mano para el mantenimiento y un maravilloso equipo de instrucción que es muy competente y capaz de enseñarles no solo el idioma sino la manera de enseñar el evangelio de forma clara y eficaz, con el Espíritu”.
Ya que comió en la cafetería remodelada del CCM ampliado en sus primeros siete meses y ha regresado cada vez que hace visitas de capacitación, Polo dijo que la comida “es deliciosa — me encantó”, y agregó: “Me gustaría que las mamás supieran que la comida es excelente, que hay variedad y que (los misioneros) están bien atendidos”.
Steinagel dijo lo siguiente sobre la propiedad que está rodeada con paredes altas de concreto rematadas con alambre y que se vigila con seguridad 24 horas al día, siete días a la semana: “Los misioneros están muy seguros, esa es la prioridad, primero que nada.
“Podemos satisfacer las necesidades de los misioneros, ya sea con necesidades especiales alimenticias o con la ayuda clínica o médica que tenemos allí y la variedad de apoyo de la oficina de área”.
El élder Jacob Turley de Highland, Utah, que se prepara para servir una asignación en español en Arizona, ofreció un consejo a los misioneros que vienen al CCM México: “Absorban todo — la cultura, la comida, las personas y en especial los maestros. Es una gran bendición poder tener maestros de México y que nos puedan enseñar con esa cultura latina, en especial sobre el evangelio”.
Y la hermana Annah Fossum de Forsythe, Georgia, utilizó la palabra “agridulce” para describir el final de su capacitación de seis semanas antes de salir para servir en Chile. “Te enseñan mucha información en ese periodo de tiempo, pero este lugar también se ha convertido en tu hogar, y las personas que conoces aquí son tan bellas. Así que, es un poco triste, pero muy emocionante, seguir adelante y tomar las cosas que has aprendido para implementarlas en tu misión”.
El CCM México — ahora y el futuro
Desde su inicio, el CCM México ha ofrecido un programa de capacitación misional de tres semanas para hablantes nativos de español. Con el cambio de que los élderes y las hermanas de Norteamérica se capacitan en la Ciudad de México, se agregó el programa de capacitación y de español de seis semanas para quienes hablen inglés.
Con los cierres recientes de otros CCMs más pequeños, el CCM México ha ampliado su repertorio de capacitación. La capacitación de los misioneros que hablarán criollo haitiano — que antes se llevaba a cabo en el CCM República Dominicana — se ha trasladado a México, lo cual ha requerido que se contraten maestros y se muden a la Ciudad de México. La capacitación de nueve semanas de q’eqchi’ — un idioma maya que se habla en comunidades en Guatemala y Belice — para los hablantes nativos de español también viene del CCM Guatemala que ahora se ha cerrado.
“Estamos comenzando a contemplar la posibilidad de poder capacitar a misioneros en el CCM México en otros idiomas, por ejemplo, francés”, dijo el élder Nielson. “¿Sería posible que un misionero latino que solo hable español venga a México y aprenda francés del español? Lo estamos considerando detenidamente, intentamos prepararnos para ese tipo de evento a fin de que puedan servir en una misión de habla francesa, por ejemplo, en África o en algún otro lugar”.
También es probable que se agregue ESL — inglés como segundo idioma (por sus siglas en inglés) — para los hablantes de español quienes sean llamados para servir en una asignación en inglés, como, por ejemplo, en los Estados Unidos.
“¿Hay oportunidades para que enseñemos otros idiomas en este CCM, a fin de que podamos abrir el mundo a otras culturas que puedan ir a servir en otros lugares?”, preguntó el élder Nielson.
En una visita reciente al CCM México, Mills observó la integración de los programas de capacitación — los misioneros norteamericanos que aprenden español interactúan con hablantes nativos de México y de otros países latinoamericanos que están en su propia capacitación.
“Era evidente un sentido de conexión entre todos estos misioneros, de dondequiera que vinieran”, dijo él. “Había un sentimiento de conexión, unidad y el propósito que sentían como misioneros”.
Y se siente el Espíritu por todas partes, dijo la hermana Rose A. Olson, compañera del presidente del CCM. “Cuando llegan los misioneros, muchos de ellos se sienten abrumados, tan solo con el cambio de entorno”, dijo ella. “Pero es un lugar seguro, y si pueden hacer frente a esos primeros dos días, disfrutarán de la compañía de los otros misioneros, se darán cuenta de que los maestros son maravillosos, podrán sentir el Espíritu, aprenderán a enseñar el evangelio con el Espíritu”.
El élder Enrique Cepeda, de Nuevo Casas Grandes, México, comparte ese modo de pensar: “Podemos sentir el amor del Señor y me encanta”, dijo él.
Su compañero del CCM, el élder Alex Sánchez de Tegucigalpa, Honduras agregó: “Desde el día que llegamos, nos dijeron que aprenderíamos que Él nos cuida, a tener reverencia y a permanecer dentro de los límites de las reglas”, dijo él. “Y he aprendido que a medida que lo hago mientras estoy aquí, este ha llegado a ser un lugar sagrado, igual que el templo o mi propio hogar”.
Por tres años, Cates presenció la transformación de una escuela a un centro de capacitación misional. Por eso ella ofrece una mayor perspectiva sobre el apodo de “un oasis en el desierto”, apodo que se le dio al sitio y que permanece desde sus raíces del Benemérito a su ampliación actual del CCM México hasta lo que depare el futuro en la propiedad de 36 hectáreas.
“Es un oasis en una de las ciudades más grandes del mundo, y cada día ocurren milagros allí y están cambiando los corazones de los misioneros. Cada día hay algo increíble que ocurre y quien esté allí puede presenciar por sí mismo uno de los milagros más asombrosos que vemos en todo el planeta Tierra, el cambio del corazón humano.
“Y en este caso, son los misioneros que se preparan para salir y cambiar los corazones de los demás”.