Los recientes terremotos en Puerto Rico probablemente no se contarán entre los desastres naturales más grandes que azotaron las Américas en años recientes.
Como resultado directo del terremoto principal que sacudió la isla caribeña el 7 de enero, un hombre perdió la vida y algunos otros murieron de afecciones médicas posiblemente desencadenadas por el desastre. Además, menos de una docena de personas sufrieron heridas físicas significativas.
Pero no nos equivoquemos — los constantes retumbes y sacudidas durante las últimas semanas han tenido un alto costo en el bienestar emocional de muchas personas que viven en el extremo sur de Puerto Rico, incluidas decenas de santos de los últimos días.
Cuando el temblor de magnitud 6,4 del 7 de enero forzó a muchas personas a huir de sus hogares y vivir en carpas, autos y otros refugios improvisados, la Iglesia respondió rápidamente con provisiones humanitarias tales como agua, alimentos y kits de higiene.
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Además, el alivio en cuanto a la salud mental vino casi inmediatamente después.
Bajo la dirección de la presidencia del Área Caribe y los oficiales de Servicios para la Familia de las oficinas de la Iglesia, se envió un equipo de profesionales de la salud mental — incluidos cuatro psicólogos, un terapeuta ocupacional y un psiquiatra — a las comunidades afectadas por el terremoto, tales como Ponce, Guayanilla y Guánica.
Su misión era clara: Atender las necesidades emocionales de los miembros de Puerto Rico — incluidos muchos niños que tienen dificultades para lidiar con la implacable e impredecible actividad sísmica que sacude sus vidas.
En colaboración estrecha con los líderes locales del sacerdocio y la Sociedad de Socorro, los profesionales de la salud mental enviados por la Iglesia trabajaron durante 10 días consecutivos brindando consultas a los líderes de la Iglesia, así como atención individual y familiar mientras organizaban reuniones grupales de apoyo emocional, dijo Kevin Broderick, gerente del programa de respuesta de emergencias de los Servicios para la Familia de la Iglesia.
“Han brindado primeros auxilios psicológicos”, añadió.
La administración de “primeros auxilios” comenzó al ayudar a los miembros fatigados por el terremoto a comprender las respuestas emocionales que estaban experimentando ante esta crisis. Luego, los profesionales de la salud mental se centraron en identificar estrategias eficaces para ayudar a las víctimas a enfrentar el temor continuo, la ansiedad y el desaliento.
Por último, brindaron recursos en caso de necesitar consultas de seguimiento.
La respuesta de emergencia de salud mental de la Iglesia en el sur de Puerto Rico “ha ayudado a muchas personas a gestionar sus emociones”, dijo Franki Ruiz, presidente de la Estaca Ponce Puerto Rico.
Debido a la cantidad de réplicas de magnitud considerable producidas luego del terremoto principal, los residentes permanecen en estado de alerta, en especial luego del anochecer. Los comercios y los cines del sur de Puerto Rico están abarrotados durante el día, pero en seguida se vacían al caer el sol.
“Muchas personas simplemente tienen miedo cuando llega la noche”, dijo el presidente Ruiz.
Pedir ayuda emocional ha sido complicado para muchos santos de los últimos días. El presidente Ruiz dijo que a menudo, cuando les pregunta a los afectados por el terremoto cómo están enfrentando emocionalmente la situación, le responden: “Estoy bien” o “No necesito ayuda”.
Aceptar una caja de botellas de agua potable o una bolsa de alimentos resulta mucho más fácil que pedir apoyo emocional, por lo que muchos líderes locales de la Iglesia han comenzado a reunirse con miembros que ellos creen que podrían estar luchando con sus emociones.
“Hemos podido ayudar a muchas personas — unas 100”, dijo el presidente Ruiz.
Además, recientemente, la Estaca Ponce llevó a cabo una noche familiar en el centro de estaca que incluía actividades y juegos divertidos para los niños, los cuales daban instrucciones aptas para niños acerca de estrategias para enfrentar el temor constante por los terremotos.
Una tradición de cuidar el bienestar emocional
Los santos de los últimos días conocen bien el historial de respuesta humanitaria rápida de la Iglesia durante momentos de crisis en todo el mundo. Hace tan solo unos días, el presidente Russell M. Nelson mandó a los oficiales de bienestar de la Iglesia a enviar decenas de paletas de madera con provisiones necesarias hacia China para ayudar a detener la propagación del coronavirus.
Sin embargo, el cuidado de la salud mental de las personas luego de los desastres naturales sigue siendo una preocupación importante.
Proveer para las necesidades temporales básicas, tales como alimentos, agua y refugio, siempre es la prioridad principal, dijo Broderick. No obstante, una vez que se cubren las necesidades vitales, se puede hacer hincapié en responder a los desafíos emocionales relacionados con el desastre “que limitan la capacidad de una persona de cuidar de sí misma o de los demás”.
Luego de un desastre, las personas procesan las emociones de diferentes formas. Broderick dijo que a menudo es testigo de una gran fortaleza en las personas “que dan un paso al frente” y hacen un trabajo milagroso.
“Sin embargo, para algunos, puede ser difícil. En esos casos, su habilidad para resolver problemas y regular sus propias respuestas puede verse limitada”.
Broderick recuerda haber trabajado con muchos “jóvenes adultos fuertes y firmes” en Haití durante los días posteriores al terrible terremoto de 2010. Muchos servían codo a codo con los profesionales de la salud mental desplegados en la zona y pasaban largos días y noches cuidando de los necesitados.
Pronto, algunos de los jóvenes voluntarios se dieron cuenta de que no estaban comiendo. Habían perdido el interés por la comida. Broderick reconoció que estaban teniendo dificultades para afrontar las escenas trágicas que los rodeaban y necesitaban atención de salud mental para poder cuidar mejor de sí mismos, lo cual les permitiría, luego, cuidar de los demás.
Los profesionales de los Servicios para la Familia de la Iglesia han respondido durante mucho tiempo a las necesidades emocionales de los miembros que pasan por crisis. Cuando ocurre un desastre como el reciente terremoto en Puerto Rico, los líderes de la Iglesia, primero, buscan recursos y profesionales de la salud mental locales. Luego de desastres masivos tales como el terremoto de Haití o el huracán Katrina, a menudo se despliegan equipos provenientes de las oficinas de la Iglesia para trabajar junto con los líderes y profesionales locales.
En todas partes del mundo, hay misioneros sirviendo a tiempo completo. Así es que, cuando ocurre un desastre natural, probablemente hay élderes o hermanas afectados. Nuevamente, cuidar el bienestar emocional de los misioneros es una prioridad para Broderick y sus colegas.
En colaboración estrecha con los presidentes de misión y sus compañeras, los Servicios para la Familia pueden brindar consultas tanto individuales como grupales para los misioneros.
Además, el Departamento Misional de la Iglesia tiene recursos confiables en áreas de todo el mundo para ayudar con la atención de salud mental cuando sea necesario.