SANTIAGO, Chile — A veces, las personas le preguntan al élder Dieter F. Uchtdorf si alguna vez se cansó de viajar durante su carrera como capitán de aerolínea.
Pero él nunca se cansó. Al expiloto de Lufthansa “le encantaba visitar diferentes lugares” y aprender de las culturas e historias de cada país que visitaba. Cada una de sus estancias enriquecían su vida — en especial cuando hacía nuevos amigos y conocía personas nuevas.
Como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, “me encanta viajar aún más”, dijo el élder Uchtdorf durante una reunión de miembros llevada a cabo el domingo, 16 de febrero, que se transmitió en todo Chile.
La reunión nacional marcó el fin de un viaje de diez días por dos naciones sudamericanas — Uruguay y Chile — para este líder de la Iglesia experimentado en viajes y su esposa, la hermana Harriet Uchtdorf.
Sus días en Sudamérica estuvieron marcados por el tipo de cosas que al élder Uchtdorf le encantaban cuando era piloto que volaba a todos los rincones del planeta: Hicieron nuevos amigos. Adoraron junto a sus hermanos santos de los últimos días. Enseñaron a otros sobre el evangelio restaurado. Y, al final, regresaron a casa con sus propios espíritus edificados y elevados.
Tanto el élder como la hermana Uchtdorf compartieron mensajes de amistad y esperanza durante la transmisión chilena del domingo.
El élder Uchtdorf dijo que los santos de los últimos días chilenos son una “inspiración” y “una alegría”.
“Su fidelidad a los convenios sagrados y a las ordenanzas del evangelio de Jesucristo influye en el crecimiento de la Iglesia mundialmente”, dijo él. “Fortalece a sus comunidades locales y es una gran bendición para sus familias y para la vida de cada individuo.
“Considero que es un gran gozo estar con ustedes en el maravilloso país de Chile”.
Dios vela por ustedes
El élder Uchtdorf basó su mensaje del domingo en un versículo bíblico del rey Salomón: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).
La perspectiva de una persona sobre la vida cambia al elegir seguir el consejo sabio y eterno de este rey.
“Por supuesto, esto no significa que los discípulos de Jesucristo estarán libres del sufrimiento, la angustia o la desilusión”, dijo él. “Desafortunadamente, si vivimos lo suficiente, todos debemos beber de la amarga copa de la desilusión, la soledad y la pena.
“Sin embargo, aunque los momentos de angustia son inevitables, aun en medio de esos momentos difíciles, Dios vela por ustedes.”
Sin importar cuán profundas o abrumadoras sean nuestras circunstancias actuales, un Dios generoso y amoroso promete un futuro gozoso, prometió el élder Uchtdorf.
El apóstol compartió el relato del Antiguo Testamento sobre David, el pastor que se convirtió en un gran rey.
El Señor guio al profeta Samuel a ungir al joven David para que un día se convirtiera en el rey de Israel. Luego, David regresó a sus campos y siguió atendiendo a las ovejas de su familia. Pasaron los años y el profetizado rey continuaba con sus humildes deberes de pastor y con la práctica del arpa.
Sin embargo, el Señor no se había olvidado de David, dijo el élder Uchtdorf.
Cuando el rey Saúl necesitó un músico talentoso, eligió a David. Cuando el filisteo gigante, Goliat, desafió a Israel, David lo derrotó.
Y cuando el celoso rey Saúl procuró matar a su joven súbdito, David huyó al desierto.
No obstante, aun en sus días más difíciles, David nunca dudó del Señor. Confiaba en Él.
Y, por supuesto, el día profetizado en que David se convertiría en rey de Israel finalmente llegó.
“Una de las razones por las que David tuvo tanto éxito como rey”, enseñó el élder Uchtdorf, “es que incluyó la relación con Dios en la vida misma de las personas”.
La historia de David es una de hace miles de años — pero sus lecciones siguen siendo igual de relevantes hoy.
“Puede que no nos sintamos dignos de las bendiciones de Dios. Puede que sintamos que hemos cometido errores, que somos inadecuados, que no somos importantes o que hemos sido olvidados. Incluso podríamos creer que, si Dios se percatara de nosotros, nos castigaría en lugar de bendecirnos.
“Pero lo que no entendemos es que somos hijos e hijas de la realeza. Somos hijos del Dios Todopoderoso”.
El amor de Dios por Sus hijos es infinito — y Él no se olvida de ellos. Él demostró Su “amor sin límites” al enviar a Su Hijo Unigénito al mundo para salvar a Sus hijos.
Y esas, declaró el élder Uchtdorf, son las buenas nuevas del evangelio.
“Debido a Su Expiación infinita, nuestras limitaciones, debilidades y deficiencias se dejan de lado. Nuestros pecados pueden ser limpiados y Él no los recordará más.
“Sin importar cuán dañados nos sintamos, sin importar cuán quebrados, cuán solos, por favor, sepan esto: su Padre Celestial los conoce y los ama. Él los aprecia como Sus hijos. No se ha olvidado de ustedes”.
Dios los conoce
Luego, el élder Uchtdorf compartió la historia de una familia chilena que, hace casi medio siglo, conoció la Iglesia e invitó a los misioneros a su hogar. Aceptaron el evangelio restaurado y se unieron con gozo a la Iglesia.
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Pero esa era una época difícil para muchos chilenos, definida por el alboroto político.
Cerca de esa misma época en Chile, un misionero y sus compañeros recibieron permiso para visitar a los reclusos de una prisión. Muchos eran, seguramente, detenidos políticos. Allí, ellos hablaron a más de 100 prisioneros y les testificaron de Cristo. Les dijeron que Dios los conocía y los amaba.
Luego, el misionero y su compañero saludaron a cada recluso con un apretón de manos y se fueron. Él no podría haber imaginado cuántas cosas buenas ocurrirían debido a su visita.
Pero uno de los reclusos se emocionó por la visita de los misioneros y su mensaje centrado en Cristo. Él decidió que, si alguna vez saliera con vida de la prisión, averiguaría más sobre la iglesia a la que representaban.
Más tarde, encontró la Iglesia, se bautizó y aceptó su propio llamamiento para una misión de tiempo completo. Cuando el exconvicto regresó de su misión, conoció a una conversa. Se enamoraron y se casaron.
Años después, la pareja estaba conversando sobre sus singulares historias de conversión. La joven esposa le mostró una fotografía del misionero que le había enseñado a su familia.
“Su esposo no podía creerlo”, dijo el élder Uchtdorf. “En esa fotografía estaba el mismo misionero que había visitado la prisión y hablado con los reclusos”.
La pareja se convertiría en un “pilar de la Iglesia” en Chile y bendeciría muchas vidas.
El misionero no se enteró de su conexión con la pareja sino décadas más tarde.
“Para él, eso fue un ejemplo de cómo nuestro Padre Celestial se acerca a Sus amados hijos para llevar a cabo Sus propósitos”.
El Señor se preocupó lo suficiente por el esposo y la esposa como para acercarlos de una forma que ninguno de los dos podría haber imaginado. A Él le importaban.
Nunca se avergüencen de ser santos de los últimos días
Quizás, dijo el élder Uchtdorf, algunas personas de entre la audiencia este domingo sientan que son diferentes a David o a esa pareja chilena. Podrían sentir que Dios se ha olvidado de ellos.
“Mis queridos amigos, mi testimonio para ustedes es que son infinitamente importantes. Dios sí los conoce.
Él los ama. Él anhela bendecirlos y guiarlos. Elevarlos de donde están y colocarlos sobre tronos de gloria. Porque ustedes son Sus hijos. Son de la realeza. No se ha olvidado de ustedes”.
El élder Uchtdorf cerró su mensaje desafiando a los santos de los últimos días chilenos a nunca avergonzarse de ser santos de los últimos días.
“No avergonzarse del evangelio de Jesucristo y de ser un miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos da fortaleza y poder espiritual”, dijo él. “No avergonzarse los ayudará a saber que Dios está con ustedes aun en los momentos más difíciles”.
El mensaje del evangelio: verdad, luz y esperanza
Con su calidez característica, la hermana Harriet Uchtdorf dijo que era un gozo estar “con ustedes, el maravilloso y hermoso pueblo de Chile”.
Al igual que su esposo, la hermana Uchtdorf es una viajera experimentada. Sin embargo, dondequiera que se reúna con santos de los últimos días, se siente como en casa.
“Y al estar hoy con ustedes”, dijo ella, “me siento como en una gran reunión familiar”.
La hermana Uchtdorf reconoció que muchas de las personas reunidas ese domingo estaban pasando por dificultades. Las manifestaciones y los disturbios civiles han sacudido a gran parte de la nación en los últimos meses.
No obstante, el Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo nunca abandonarán a Su pueblo chileno, prometió.
“Céntrense en vivir el evangelio y ser fieles a sus convenios. Eso los ayudará a salir de cualquier circunstancia difícil de una forma muy especial”.
La hermana Uchtdorf dijo que aprendió desde joven que una de las claves para la felicidad era aceptar las enseñanzas de Dios y seguir el ejemplo de Cristo.
Cuando era una niña pequeña que crecía en Alemania, el bondadoso y talentoso padre de la joven Harriet Reich se enfermó gravemente a causa del cáncer. Sufrió durante dos años. Tenía grandes dolores, lo que hizo que su hija se sintiera impotente.
“Y cuando mi padre finalmente murió, mi madre, mi hermana y yo nos sentimos consumidas por una terrible y abrumadora tristeza. Mi madre cayó en una profunda depresión. No podía hallar consuelo”.
Con el corazón roto, la pequeña familia de Harriet se preguntaba si alguna vez tendrían otro día feliz.
Entonces, un día, alguien golpeó inesperadamente la puerta de su apartamento. Dos jóvenes misioneros santos de los últimos días las saludaron, diciendo que tenían un mensaje importante que querían compartir.
Los misioneros les enseñaron a Harriet, su madre y su hermana acerca del plan de salvación. Su mensaje fue un milagro para la afligida familia.
“Se nos abrieron los ojos y el corazón a verdades que nunca habíamos escuchado”, dijo ella. “Y, sin embargo, todo lo que decían sonaba tan familiar — como si ya lo hubiéramos sabido y creído todo ese tiempo. Aprendimos acerca del propósito de la vida, de dónde veníamos, por qué estábamos aquí y lo que ocurrirá luego de que partamos de esta existencia”.
Y que la muerte, aprendió, no marcaba el final de las familias. Ella vería a su padre nuevamente.
“La oscuridad de nuestro hogar dio paso a una luz sublime y gozosa. Sentimos la presencia sanadora del Espíritu. Fue como si se nos hubieran enviado ángeles. De hecho, los dos misioneros que llegaron a nuestra puerta nos parecieron ángeles — ángeles que traían un regalo apreciado e inestimable — el mensaje del Maestro, el evangelio restaurado de Jesucristo”.
La familia Reich aceptó el evangelio y todas se bautizaron. Pronto, encontraron nuevos amigos en su familia santo de los últimos días.
Han pasado décadas y los Uchtdorf han enviado a sus propios hijos y nietos a sus misiones. Han trabajado duro, sabiendo que, quizás, detrás de la próxima puerta que toquen, habrá otra familia sufriendo y con necesidad de esperanza.
“Miro hacia atrás a aquella joven niña que permanecía en su ventana orando por su padre hace muchos años”, dijo ella. “Cómo me gustaría volver atrás, abrazarla y decirle que su Padre Celestial no la ha olvidado, que Él la conoce, que la ama y que todo estará bien.
“Le diría que la esperanza no está perdida y que, aunque el futuro pueda parecer aterrador y oscuro, está lleno de luz y gloria”.