El día de Navidad de 1943, Norman Nielson, el padre del élder Brent H. Nielson, escribió una carta sombría a su madre viuda. Él estaba en el segundo de cuatro años luchando en el Pacífico en la Segunda Guerra Mundial, momento en el que vivía en la selva de Papúa Nueva Guinea.
Norman le describió a su madre los eventos del día y expresó su anhelo de estar en casa y comer con la familia. Los paquetes de Navidad aún no habían llegado. “Somos muchos los que no recibimos nada en Navidad. Recuerdo que
me dijiste muchas veces que nunca extrañas el agua hasta que el pozo se seca”, escribió él.
Citando esta carta durante el devocional de Navidad de la Primera Presidencia el domingo, 6 de diciembre, el élder Nielson, de la presidencia de los Setenta, dijo que cuando leyó por primera vez las palabras de su padre, quiso cambiar de alguna manera los acontecimientos de ese día de Navidad.
“Exclamé en mi corazón: ‘¿Cuánto sufrimiento puede soportar este joven de Idaho?’”, dijo el élder Nielson. “Perdió a su padre por un infarto cuando mi padre tenía solo 12 años, fue criado por su madre, fue reclutado por el ejército y ahora vivía en la selva en medio de una terrible guerra. ¿No podía al menos recibir un regalo de Navidad?”.
El élder Nielson dijo que sintió que el Espíritu le hablaba mientras reflexionaba sobre la situación de su padre. “Brent, tú sabes cómo termina esta historia. Tu papá finalmente recibió el regalo más importante y pasó a vivir una vida llena de fe con la Navidad como su época favorita del año”.
A medida que el élder Nielson leía más sobre la historia de su padre, descubrió una de sus últimas cartas que envió a casa en febrero de 1945. Su padre finalmente pudo asistir a una reunión de la Iglesia en Filipinas y le informó que “no le interesaba mucho el discurso”.
“Madre, muchas cosas que alguna vez fueron tan importantes, ahora me parecen muy triviales”, escribió Norman Nielson. “No me refiero a mi creencia en Dios, que probablemente es más fuerte que nunca, pero veo a Dios como una persona que es amorosa y comprensiva en lugar de alguien [que] siempre está de pie listo para castigarte por cada error que cometes”.
El élder Nielson dijo sobre esta carta: “Lo que el Espíritu me enseñó es que, a través de momentos extremadamente difíciles, habiendo participado en una guerra terrible donde muchos soldados, enfermeras, marineros, aviadores y civiles inocentes de ambos lados perdieron la vida, mi padre encontró el regalo —él encontró el verdadero espíritu de la Navidad. …
“En sus momentos extremos, cuando fue llevado hasta los límites de donde podía llegar personalmente, mi padre encontró a un Padre Celestial amoroso y bondadoso. Lo que mi padre encontró le trajo paz, gozo y felicidad en un mundo lleno de confusión, dolor y sufrimiento. Al dejar atrás la guerra, trajo el regalo a casa con él”.
El verdadero regalo de la Navidad, dado por nuestro Padre Celestial, es el Salvador Jesucristo, dijo el élder Nielson.
Consciente de que en esta Navidad muchos están aislados o lejos de sus familias debido a las actuales condiciones del mundo, el élder Nielson dijo: “Algunos de nosotros podríamos sentirnos este año como se sintió mi padre el día de Navidad de 1943.
“Incluso podríamos preguntarnos por qué no recibimos regalos o visitas. Pero si miramos hacia arriba y miramos a Dios y vivimos, descubriremos que Jesucristo es el regalo más grande. El abrir ese regalo nos da la llave para una vida maravillosa y tranquila”.
En Marcos 4, los discípulos del Salvador estaban en un barco con Él cuando se desató una tormenta. En respuesta al temor de los discípulos, el Salvador calmó los vientos y las olas. Los discípulos luego hicieron una pregunta, sobre la cual el élder Nielson invitó a sus oyentes a reflexionar esta Navidad: “¿Quién es este, que aún el viento y el mar le obedecen?” (Marcos 4:41).
Jesucristo es “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”, y Él invita a todos a “venir”, dijo el élder Nielson, refiriéndose a Isaías 9:6 y Mateo 11:28-30.
“Mi esperanza durante esta temporada de Navidad es que, sean cuales sean nuestras circunstancias, donde quiera que estemos, y sin importar que estemos separados de la familia o los amigos, recordemos que Él, el Salvador Jesucristo, es el regalo; que cuando vengamos a Él, hará que nuestras cargas sean más livianas; y que podamos descubrirlo, como lo hizo mi padre en medio de una guerra terrible”, dijo el élder Nielson.
“A medida que confiemos en Él, encontraremos paz y felicidad, sin importar nuestras circunstancias actuales”.