Élder Quentin L. Cook ofreció las oraciones y la fe de los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para los que en las Filipinas fueron afectados por el volcán Taal — que arroja una gran nube de ceniza, vapor y rocas hasta una altura de más de 14 k y que presenta una seria amenaza para la población.
Mientras se reunía con líderes religiosos prominentes del área de Manila en un almuerzo en las oficinas del Área Filipinas el lunes, 13 de enero, el élder Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, “expresó nuestra preocupación como Iglesia acerca del [volcán] Taal. Estamos preocupados por todos los afectados, y esperamos poder contribuir con cualquier cosa necesaria para bendecir a todas las personas de cualquier religión”.
Esta es la primera vez en 43 años que el volcán hace erupción.
Miembros de la Iglesia en el área metropolitana de Manila, en las ciudades de Lipa, Tanauan, Balayan y Agoncillo, se congregan en centros de reuniones locales durante la erupción.
Todos los misioneros del área afectada están a salvo y han sido reubicados o permanecen en sus casas.
Oficiales de gobierno han emitido una alerta de nivel 4 (la más alta es de nivel 5) que indica que ceniza volcánica moderada amenaza Manila — la ciudad capital de la nación y que tiene una población de 21 millones.
Debido a ese desastre natural, las citas del élder Cook para el lunes fueron pospuestas.
Élder Cook llegó a las Filipinas el sábado con su esposa, hermana Mary Cook, para pasar una semana ministrando a los miembros y a los líderes de la Iglesia y para reunirse con líderes religiosos, con miembros de los medios, con oficiales de gobierno y con asociados humanitarios y sus beneficiarios.
Al hablar el domingo por la noche en un devocional con los miembros de la Iglesia en el área de Mandaluyong, élder Cook elogió la fortaleza de los filipinos al enfrentar desastres frecuentes.
“Sé que hay muchas pruebas y dificultades”, dijo él. “Los filipinos siempre las han enfrentado de una manera admirable. Estuve aquí no mucho después de que el Monte Pinatubo [en 1991] hiciera erupción, provocando que casi un millón de personas dejara sus hogares. Pero hay algo especial en los filipinos, que, aun cuando sucedan cosas malas, ellos se recuperan, levantan los ánimos, sonríen y siguen adelante”.
Él los bendijo con “la seguridad de la Expiación del Salvador, que brinda paz sin importar lo que tengamos que enfrentar”.