Para un jugador de baloncesto de élite, la adaptabilidad es una habilidad tan valorada como un buen tiro en suspensión o unos reflejos rápidos para generar jugadas.
La capacidad del santo de los últimos días y jugador de baloncesto profesional, Jaycee Carroll, para adaptarse a cualquier cambio con el que se encuentre, le ha servido tanto como su puntería para hacer un triple — dentro y fuera del terreno de juego.
Cuando era un adolescente con altos puntajes en la Secundaria Evanston de Wyoming, Carroll aprendió a adaptarse a defensas dobles y triples, promediando casi 40 puntos en su temporada senior.
Luego, como misionero de tiempo completo en Chile, el élder Carroll, al principio, tuvo desafíos para aprender el español. Pero nuevamente se adaptó — y finalmente adquirió un nivel fluido en un idioma que, más tarde, sería invaluable para su carrera como atleta profesional lejos de su hogar natal.
Siendo un escolta por debajo de la altura promedio en la Universidad Estatal de Utah, con casi 1 metro y 88 centímetros, se adaptó a la velocidad y atletismo de la Primera División de Baloncesto, convirtiéndose en el líder en puntuación de los Aggies de todos los tiempos y obteniendo múltiples honores por parte de All-America.
Además, a lo largo de una carrera de 11 años en Europa que aún continúa, se ha adaptado a nuevas culturas y estilos de juego — convirtiéndose en el favorito de los fans, “El Mormón” y haciendo de España su segundo hogar.
Pero en cada etapa de adaptación en su vida, Carroll se ha mantenido anclado a dos cosas que considera inalterables: su fe y su familia.
Los equipos de baloncesto y los estilos de juego podrán cambiar (aunque lleva jugando en el más escuadrón más famoso, el Real Madrid, desde 2011) — pero con cada paso que da, sigue siendo un poseedor del sacerdocio; un esposo para su esposa, Baylee; y un padre cariñoso para sus cuatro hijos: Bella, de 10 años; Alba, de 8; Zoe, de 5, y Jagger, de 2.
Cuando Church News se puso al día con Carroll a principios de septiembre, acababa de volver a España luego de pasar unos meses con su familia en el norte rural de Utah. El jugador de 36 años estaba nuevamente lejos de los caballos y el estilo de vida ranchero que ama, pero ansioso por comenzar otra exitosa campaña con los “madrileños”.
“La última temporada fue un buen año”, dijo él. “Ganamos la Supercopa, jugamos en la Final Four de la Euroleague y ganamos la Liga Española por quinta vez”.
Su triple ganador de junio pasado durante las finales de la Liga Española fue visto por multitudes en todo el mundo y demuestra que, aunque está en sus treinta y tantos, Carroll todavía puede poner de pie a sus fans.
“Me siento bien y estoy entusiasmado por las posibilidades de esta temporada”, dijo él. “Mi familia y yo hemos encontrado un hogar aquí en Madrid, donde he pasado las últimas ocho temporadas. Simplemente estamos disfrutando de todo lo que España tiene para ofrecer. Mis hijas más granes hablan español y van a la escuela en español y seguimos disfrutando la cultura”.
Cuando era un joven atleta en el sur de Wyoming, Carroll estaba seguro de que jugaría en la NBA. Pero cuando la carrera de su colega floreció, se dio cuenta de que las oportunidades prometedoras de baloncesto también podían encontrarse fuera de los Estados Unidos.
“Ahí fue cuando se me ocurrió la idea de que jugar al otro lado del mar podía ser una aventura asombrosa”, dijo él.
Carroll se maravilla de los muchos lugares que el juego le ha permitido visitar. Ha jugado en China, Azerbaiyán, Sudamérica, Puerto Rico y a lo largo de todo el continente de Europa.
“El baloncesto”, dijo él, “me ha llevado alrededor del mundo”.
Su primera experiencia internacional verdadera vino luego de la secundaria, durante su misión en Chile.
Puede que los reporteros de baloncesto españoles, que interactúan con Carroll a diario en su idioma local, se sorprendan de que el español alguna vez fue un problema para el joven norteamericano.
“Mis dos metas cuando me fui a mi misión eran aprender el idioma español, y aprender todo lo que pudiera sobre el evangelio”, dijo él. “Pero estar en el CCM fue una de las experiencias que más humilde me hicieron en toda mi vida. Los deportes siempre se me habían dado fácilmente. … Pero parecía que todos los demás misioneros aprendían español más rápido que yo y sabían más sobre el evangelio”.
Él decidió que trabajaría duro y seguiría todas las reglas de la misión, con la esperanza de que su habilidad con el idioma y el conocimiento del evangelio mejoraran. Con el tiempo, su español se volvió más natural a medida que compartía sus creencias con sus investigadores chilenos.
“Estoy tan agradecido por esa experiencia”, dijo él.
Adelantémonos cuatro o cinco años al momento en que el equipo español de baloncesto Gran Canaria estaba considerando ofrecerle un contrato como jugador a Carroll.
A los administradores y entrenadores de Gran Canaria “les gustaba que yo fuera un norteamericano que podía hablar en español con sus fans. Y debido a que serví una misión en español, podía hablar con mis entrenadores y compañeros españoles y realmente integrarme a la comunidad”.
Inevitablemente, los reporteros quisieron saber cómo era que un norteamericano de Wyoming con un apellido como “Carroll” se sentía tan cómodo conversando en español. Así que, responder sus preguntas, a menudo se volvía una “mini discusión” sobre el servicio misional y los temas del evangelio.
Incluso hoy en día, su cultura santo de los últimos días sigue conectada a su identidad para la prensa española.
“Muchas veces, hay artículos del periódico que dicen algo como: ‘Jaycee Carroll, el mormón de Evanston, Wyoming, anotó tanta cantidad de puntos’”, dijo él. “Ni siquiera el capitán de mi equipo (Real Madrid) me llama Jaycee — me llama ‘El Mormón’”.
A pesar de la larga y exitosa permanencia de Carroll en el Real Madrid, asegurarse el tiempo de juego y un lugar en la lista sigue siendo implacablemente competitivo.
“Cada año, hay una nueva tanda de jóvenes colegas universitarios y jugadores españoles y griegos que tratan de robar tu lugar”, dijo él. “Tienes que estar constantemente preparado y en forma, porque siempre hay alguien que quiere estar en donde tú estás”.
Carroll está agradecido de que su joven familia vive con el en la bulliciosa capital de España. Baylee y los niños lo ayudan a relajarse y mantener los pies sobre la tierra. “Son todo lo que espero luego de las prácticas y de viajar a los juegos”.
Él también ha avivado la comunidad santo de los últimos días de Madrid.
“Los barrios y las estacas de aquí han sido fenomenales”, dijo él. “Me dan llamamientos que puedo compaginar con mi agenda. La mayoría del tiempo me ponen con los jóvenes, que es un buen lugar para mí. Intento ser un buen ejemplo y mostrarles lo que es posible y todo lo que puedes hacer sin dejar de vivir los principios del evangelio”.