Uno de los momentos más espirituales para el presidente M. Russell Ballard fue cuando habló sobre dos antepasados especiales.
Era el 2012 y él estaba hablando en el seminario para nuevos presidentes de misión que se lleva a cabo en el Centro de Capacitación Misional en Provo. Tituló sus palabras: "Hermanos vinculados por amor y fe". En esa ocasión, él dijo que no sabía de "mejor compañerismo misional que haya servido en esta dispensación" que el profeta José Smith y su hermano mayor Hyrum.
"Nuestros misioneros pueden aprender mucho al seguir el ejemplo de estos profetas. Ellos eran hombres de integridad, lealtad, valor, confianza, fe y un testimonio inquebrantable", dijo él en esa ocasión.
Cuando él terminó, el himno de homenaje por William W. Phelps, "Loor al Profeta," se interpretó suavemente y llegó al corazón de todos en la congregación.
"De todos los discursos que he dado en el CCM, y he dado muchos, este fue muy especial. El Espíritu era incontenible", dijo el presidente Ballard. "Esta historia de el mejor compañerismo misional en el mundo es algo que todos deberíamos recordar".
Esta experiencia fue uno de varios recuerdos y pensamientos que se le vinieron a la mente mientras el presidente Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, contempló el aniversario número 175 el 27 de junio del martirio del profeta José y Hyrum Smith, su tío tatarabuelo y su tatarabuelo.
"Siento que debemos sentir asombro, reverencia y profundo agradecimiento por su valor, su espiritualidad, su integridad y su amor por el Señor Jesucristo", dijo el presidente Ballard. "Ellos estuvieron dispuestos a dar sus vidas, de ser necesario, para restaurar el evangelio de Jesucristo. Así que estamos hablando de dos grandes hombres, tal vez de los mejores hijos de Dios que han vivido, con la excepción del Salvador, claro, quien es el mayor de todos. Todos los miembros de la Iglesia deberían saberlo y pensar en ello".
El testimonio del presidente Ballard acerca del profeta José Smith y del Libro de Mormón se cementó cuando sirvió como un misionero joven en Inglaterra.
A lo largo de los años, el presidente Ballard ha visitado la cárcel de Carthage por lo menos 10 veces. Una ocasión especial fue en el aniversario número 150 del martirio en 1994, cuando el (en aquel entonces) élder Ballard acompañó al presidente Howard W. Hunter y al presidente Gordon B. Hinckley y discursó en el sitio histórico de la Iglesia.
"Fue sobrecogedor estar en ese terreno sagrado contemplando ese día tan significativo del 27 de junio de 1844", dijo el presidente Ballard. "Esta visita trajo pensamientos y sentimientos tiernos a medida que consideramos los eventos traumáticos que se llevaron a cabo allí. En el día que estuvimos allí, sentimos una certeza tranquila y apacible de que ellos habían cumplido su gran misión plenamente".
Durante otras visitas a la cárcel de Carthage, el presidente Ballard recuerda claramente subir las escaleras a la habitación superior donde el populacho atacó a José, Hyrum, John Taylor y Willard Richards. Con los agujeros de bala aún visibles en las paredes de la cárcel, leyeron el relato desgarrador, incluso Doctrina y Convenios sección 135, el tributo de John Taylor para José.
"No se puede entrar y leer lo que en realidad ocurrió sin sentirse conmovido ya que uno está en la habitación donde los hermanos dieron sus vidas", dijo el presidente Ballard.
Cuando el presidente Joseph F. Smith —el sexto presidente de la Iglesia y el bisabuelo del presidente Ballard— visitó Nauvoo en 1906, indicó el lugar exacto en la calle donde su padre, Hyrum Smith, montado a caballo, se agachó de la silla y lo levantó para darle un beso de despedida antes de partir con José y otras personas a Carthage, dijo el presidente Ballard.
En el mismo viaje, cuando el presidente Joseph F. Smith estaba en la cárcel de Carthage por primera vez, un guía apuntó a un lugar en el piso de la habitación superior y dijo: "esa mancha es la sangre de Hyrum Smith". El presidente se sentó en la cama y lloró como un niño.
"Te das una idea de cómo fue para el hijo de Hyrum pasar por esa experiencia", dijo el presidente Ballard. "Como el tataranieto, tengo los mismos sentimientos".
Uno de los libros favoritos del presidente Ballard sobre el profeta José Smith fue escrito por su madre, Lucy Mack Smith, "The History of Joseph Smith by His Mother". Además de su punto de vista maternal, el presidente Ballard también admira su valentía al enfrentarse a la pérdida de tres hijos. Samuel Smith, el hijo menor, se enfermó y falleció el 30 de julio de 1844, un poco más de un mes después del martirio.
El presidente Ballard a menudo ha compartido esta tierna experiencia del libro de la hermana Smith:
"Mientras clamaba en agonía: 'Dios mío, Dios mío, ¿por qué has abandonado a esta familia?' Lucy Mack Smith relata haber escuchado una voz que le contestó: 'Los he llevado para que en mí encuentren descanso'. Mientras que miraba sus cuerpos, ella dijo: 'Casi podía escucharlos decir: 'Madre, no llores por nosotros, hemos vencido al mundo con amor; les hemos llevado el Evangelio, que sus almas puedan ser salvas; nos mataron por nuestro testimonio, y así nos situaron más allá de su poder; su ascendencia no es más que un momento, el nuestro es un triunfo eterno'".
A pesar de ser seis años mayor, Hyrum Smith reconocía el llamamiento sagrado y santo de José y siempre apoyó fielmente a su hermano. El presidente Ballard considera que este vínculo fraternal especial se captura en la estatua "impresionante y heroica" de los hermanos que recibe a los visitantes en la cárcel de Carthage.
La escultura de tamaño heroico representa a José parado un poco en frente de Hyrum, con la mano de Hyrum sobre el brazo de su hermano menor.
"Es bastante impresionante", dijo el presidente Ballard. "Esa estatua lo dice todo".
Hay tres bustos esculpidos —de Joseph Smith, Hyrum Smith y Joseph F. Smith— sobre un aparador en su oficina. Hay una pequeña estatua cerca de Samuel Smith, el primer misionero de la Iglesia, con una copia del Libro de Mormón en una mano y una bolsa sobre su hombro. El presidente Ballard también tiene un fragmento de ladrillo de la chimenea de la casa de los Smith en Vermont donde nación Hyrum Smith. Esos artículos, él indicó, lo ayudan a pensar continuamente sobre su patrimonio familiar noble.
"Cuando me llegué a dar cuenta quiénes eran ellos y quién era yo, fue increíble. Estoy siempre consciente de que tengo un deber simplemente en virtud de que tengo una conexión", dijo el presidente Ballard. "Siempre los escucho decir: 'A trabajar, haz algo que valga la pena. Ponte en marcha, muchacho, no te quedes allí sentado'. Ellos eran hacedores. Tenían que ser hacedores".
Al pensar en el martirio, el presidente Ballard espera que los miembros de la Iglesia aprendan sobre la obra importante que realizaron José y Hyrum y la valoren, junto con sus ejemplos de amor, dedicación y sacrificio.
"Todo miembro de la Iglesia debe pensar sobre lo que estuvieron dispuestos a hacer esos dos profetas para restaurar el evangelio y la Iglesia de Jesucristo", dijo el presidente Ballard.