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El baloncesto condujo a la primera Autoridad General afroamericana al cristianismo

Antes de recibir un doctorado en contabilidad en Arizona State University, Peter M. Johnson trabajó con una firma de contabilidad internacional importante y como profesor antes de aceptar un puesto como docente en proceso de permanencia en la University of Alabama en 2011.

La familia Johnson de inmediato sintió “la maravillosa hospitalidad” del sur de los Estados Unidos, pero después de un año, todavía no estaban seguros si habían tomado la decisión correcta al mudarse a Alabama.

Intentaban adaptarse cuando una universidad en el oeste le los EE. UU. llamó con una oferta de trabajo atractiva. Los Johnson acudieron al Señor en oración. “Teníamos que quedarnos” en Alabama, dijo el élder Johnson, quien fue sostenido en la Conferencia General de abril de 2019 como Setenta Autoridad General.

Cuando la familia se comprometió con todo su corazón a vivir en el sur, todo cambió.

“Fue como si hubiera salido el sol”, dijo él. “Fue una transición difícil en un principio, y de repente, era nuestro hogar”.

Durante su tiempo en la University of Alabama, el élder Johnson llegó a ser un profesor adjunto titular, y fue nombrado director de las iniciativas de diversidad e inclusión para Culverhouse College of Business y presidente de la sección de diversidad de la American Accounting Association, mientras enseñaba cursos de pregrado y de grado en contabilidad, y realizaba investigaciones académicas en informes financieros y valoración de empresas. En 2013, el élder Johnson fue llamado como presidente de estaca; vivía a 45 minutos del centro de estaca en una estaca que cubría 38 850 kilómetros cuadrados. El élder Johnson estaba sirviendo como Setenta de Área en el Área Norteamérica Sureste cuando fue llamado como Setenta Autoridad General.

El élder Peter M. Johnson, Setenta Autoridad General nuevo, derecha, habla antes de la Conferencia General Anual núm. 189 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Salt Lake City el domingo, 7 de abril de 2019. | Jeffrey D. Allred, Deseret News

Peter M. Johnson nación en noviembre de 1966 en Jamaica, Queens, Ciudad de Nueva York. Es el cuarto de cinco hijos de McKinley Johnson y Geneva Paris Long. McKinley Johnson estaba asociado con la iglesia bautista y Geneva con los testigos de Jehová. El élder Johnson sigue agradecido que se estableció y se fomentó una creencia en Dios en su hogar.

A una temprana edad, mientras vivía en la cultura rica y variada de la Ciudad de Nueva York, el élder Johnson se unió a la Nación del Islam y se convirtión en musulmán. Esa asociación proporcionó la orientación y el apoyo necesarios y lo prepararon, después, para aceptar el evangelio de Jesucristo.

Cuando tenía 11 años, se divorciaron los padres de del élder Johnson y su madre se mudó a Hawái. A la edad de 15, él se unió a ella.

Fue en Hawái que el élder Johnson descubrió los deportes —en especial el baloncesto— que emprendió el camino que lo llevaría a una educación universitaria y la membresía en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Al aceptar una beca de baloncesto a la Universidad Brigham Young-Hawái, “Yo no sabía nada de la Iglesia”, dijo él. Era un requisito que tomara una clase de religión y pensó que una clase del Nuevo Testamento sería lo más adecuado.

Antes de que estuviera listo para aprender sobre el evangelio de Jesucristo, “tenía que convertirme al cristianismo” dijo él.

Los misioneros comenzaron a visitar su dormitorio. Él leyó las Escrituras y le encantó lo que aprendió sobre el profeta José Smith.

Después de matricularse en una clase del Libro de Mormón durante el siguiente semestre, el maestro de instituto de confianza del élder Johnson lo invitó a su oficina. “Va a ocurrir una de dos cosas”, él le dijo. “Te unirás a la Iglesia de inmediato o te tomará un tiempo unirte a la Iglesia”.

Luego, el maestro compartió una oración de Éter 12:6: “No contendáis porque no veis, porque no recibís ningún testimonio sino hasta después de la prueba de vuestra fe”.

Más de un año después —habiéndose cambiado a Dixie State College en St. George, Utah— el élder Johnson “ayunó y oró y recibió una respuesta”. Él “sintió paz” y sabía que venía de Dios.

Pero aún así, no se comprometió al bautismo. Regresó a Hawái, donde un día abrió sus escrituras a Juan 14:15, y leyó, “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.

“Me arrodillé y le dije al Padre Celestial que lo amaba”.

Después, en camino al gimnasio, él vio —y llamó la atención— de dos misioneros en bicicletas.

Se bautizó el 16 de agosto de 1986. Un año después, el 26 de ago. de 1987, entró al campo misional tras aceptar un llamamiento para servir en la Misión Birmingham Alabama.

Después de dos años de servicio, la oportunidad de jugar baloncesto en Southern Utah University llevó al élder Johnson a Southern Utah University a Cedar City, Utah. Fue allí, mientras jugaba baloncesto en la universidad, que el élder Johnson conoció a otra jugadora de baloncesto de la universidad, Stephanie Lyn Chadwick, e hizo un trato con ella. Ella invitaría al élder Johnson a cenar si su equipo ganaba su próximo juego y él anotaba más de 10 puntos. Si perdía, él tenía que pagar.

SUU no ganó el juego, y el élder Johnson no estaba de buen humor en la noche en la que la pareja salió en su primera cita el 5 de dic. de 1989. Así que se sentaron y platicaron. Seis meses después, se casaron en el Templo de Salt Lake. Son padres de cuatro hijos.

“Stephanie tiene la capacidad de amar a las personas de forma instantánea y es una excelente oyente. Las personas se sienten atraídas a Stephanie debido a su amor por ellos”, dijo el élder Johnson acerca de su esposa.

Días después de ser sostenido como una Autoridad General, el élder Johnson habló de la mano del Señor que lo guio en su vida y en la vida de su familia. Como la primer Autoridad General afroamericana de la Iglesia, algunos lo ven como un símbolo de la membresía creciente y diversa de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El élder Johnson dice que está agradecido por la oportunidad de servir al Señor en cualquier capacidad que se le pida.

“Independientemente de nacionalidad o cultura, o de donde venga, mi propósito es llegar a ser todo lo que el Señor quiere que yo sea a medida que me esfuerzo por servirle con todo mi corazón, mente y fuerza, y por representar al Señor y a Su pueblo. El Salvador ama a todos. Somos hijos e hijas de Dios”.

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