Uno de los primeros recuerdos del Élder L. Todd Budge es cuando se integró al Equipo de las Estrellas de béisbol juvenil. Resulta que el juego se iba a llevar a cabo un domingo.
El élder Budge recuerda que se acercó a su padre y le preguntó si podrían hacer una excepción en cuanto a no jugar deportes los domingos. En lugar de decirle que no podía jugar, su padre le dijo: “Tienes que orar al respecto. Recibe tu propia respuesta”.
“Creo que esa es la primera respuesta que recuerdo”, dijo el élder Budge. “Fue: ‘No lo hagas’. Así que no lo hice”.
Un poco después, el pequeño Todd estuvo en un accidente que resultó en que él estuviera internado en la unidad de cuidados intensivos. Mientras su madre lloraba y todos a su alrededor se sentían nerviosos, él recuerda haber dicho: “Va a estar bien. No jugué béisbol el domingo”.
Sin saber en ese momento cuál sería el resultado o si se recuperaría o no por completo, a una temprana edad, él tenía una convicción que resultó tras comprender la relación entre la obediencia y la fe.
Desde aquel punto, el élder Budge —quien fue sostenido como Autoridad General Setenta en la Conferencia General de abril de 2019— dijo que él “siempre quería tener confianza en mi posición ante Dios”.
El élder Budge nació en Pittsburg, California, sus padres siendo Lowell y Deanna Budge. Después de regresar de servir en la Misión Fukuoka Japón, estudió economía en BYU, donde conoció a Lori Capener.
Ella se sintió atraída a su fe y la pureza de su alma. Desde el momento que se conocieron, “Sentí su bondad”, ella dijo. “Él es un buen, buen hombre”.
Después de su primera cita, el élder Budge escribió en su diario que ella “es el tipo de chica con quien espero casarme algún día”.
Ese día llegó en agosto de 1981, cuando se casaron en el templo de Logan, Utah.
La carrera bancaria y financiera del élder Budge pronto llevó a su joven familia a Tokio, Japón, luego a Georgia.
Durante su tiempo en los Estados Unidos, con cinco hijos y una nueva casa, el élder Budge comenzó a preguntarse si su carrera estaba ayudando a los demás lo suficiente. “Sentía la impresión de que tal vez debería ser un terapeuta de pareja y de familia e intentar ayudar a las familias, porque las familias son centrales en el plan (de salvación)”.
Después de poco comenzó a tomar los exámenes de admisión y a viajar a entrevistas a fin de encontrar el programa indicado. “Estaba considerando renunciar mi trabajo y regresar a la escuela teniendo cinco hijos. Era intimidante”, dijo él. Pero él sabía que tenía que seguir adelante.
El mismo fin de semana cuando tenía que tomar la decisión final sobre cuál programa seleccionar y decirle a su jefe que renunciaba, el Élder Budge recibió la oportunidad de asistir un seminario de servicios sociales en una estaca cercana. Él estaba familiarizado con los libros que el orador del seminario había escrito y decidió que si asistía, podría confirmar su decisión de cambiar de carrera.
Al escuchar al orador, el élder Budge pensó, “Quiero ser como él. Eso es lo que quiero hacer con mi vida”. Luego fue a saludar al orador después de su discurso y le mencionó su plan de renunciar a su empleo en finanzas para hacer una carrera en la terapia de pareja y familia.
En lugar de decirle al élder Budge que él consideraba que era un plan excelente, “Él me vio como si estuviera loco”.
Después, se suponía que el orador tenía que salir de inmediato para llegar a su vuelo. Sin embargo, el vuelo estaba retrasado, así que el élder Budge tuvo la oportunidad de hablar con él a solas sobre sus planes.
Mientras hablaban, el orador le dijo: “Algún día... tendrás muchas oportunidades de aconsejar y ayudar a las personas. Necesitamos a las personas con integridad en los negocios. Puedes hacer mucho bien. No tienes que hacer lo que yo hago para hacer el bien y ayudar a las personas”.
Tras orar sobre este consejo, el élder Budge sintió la confirmación de que el orador tenía razón. Para él, significaba que ahora sabía el camino profesional que Dios quería que tomara.
“Creo que Él quería saber dónde estaba mi corazón”, él dijo. “Una vez que el Señor supo lo que estaba dentro de mi corazón, no requirió el sacrificio, y yo confiaba que Él me podía utilizar para Sus propósitos sin cambiar de carrera”.
Poco después, la carrera del élder Budge lo llevó de regreso a Japón donde se convirtió en el presidente y director ejecutivo de Tokyo Star Bank Ltd., el primer extranjero en ser presidente de un banco japonés.
El puesto “abrió puertas para hablar sobre el Evangelio, para hablar sobre la Iglesia y para profundizar mi conocimiento y amor por las personas y la cultura japonesa”, él dijo.
Se le ofreció al élder Budge unirse a un club prestigioso de empresarios en Japón, lo cual requería una nominación para entrar. A fin de mostrarle los “beneficios complementarios” de unirse al club, se llevó a cabo una cena cara en su honor.
Había un ambiente desagradable en la cena, y el élder Budge, quien servía como obispo en ese entonces, se sintió “muy incómodo”.
“Me disculpé, fui a un baño y comencé a orar”.
Tras preguntarle al Padre Celestial qué debía hacer, sintió una fuerte impresión que le dijo: “Salte de allí. No te quedes”. Así que se fue.
Muy poco después, el élder Budge pasó por la casa de un miembro de la Iglesia menos activo. Él contestó la puerta y dijo: “He escuchado de usted. Supe que tuvo una cena interesante hace algunas noches”.
¿Cómo lo pudo haber sabido? Él le explicó que un amigo de él estaba allí esa noche.
“Esos son los momentos en los que escuchas al Espíritu y lo sigues”, dijo el élder Budge sobre esta experiencia. “Esos son los momentos que creo que Dios está preguntando: ‘¿Tu corazón está en el lugar correcto? ¿Te estás manteniendo fiel a lo que es más importante?’ Creo que cuando lo haces, Él te bendice. Él también puede confiar en ti”.
Dios quiere que Sus hijos lo elijan a Él y confíen en Él, dijo el élder Budge. “Creo que una de las razones por la que vinimos a la tierra fue para aprender a confiar en la bondad de Dios y en Su misericordia y en Su poder y en Su amor por nosotros”, él agregó al citar 1 Nefi 17:40: “Y ama a los que lo aceptan como su Dios”.
El élder Budge ha pasado 22 años de su vida en Japón, y la familia Budge ha servido en casi todas las misiones en Japón, con la excepción de uno de sus hijos que sirvió en Hong Kong y otro que sirve en Accra, Ghana. El élder Budge sirvió en Fukuoka, un hijo sirvió en Sendai, otro en Kobe, una hija en Sapporo, otra en Tokio, y el élder y la hermana Budge presidieron la Misión Tokio Japón.
“Así que en realidad, la única misión que quedaba era Nagoya, pero no nos tocó esa”, bromeó el Elder Budge.
Su tiempo en Asia aún no ha terminado. En agosto, el élder Budge servirá como segundo consejero en el Área Asia Norte.
“Nos encanta Japón”, dijo él. “Nos encanta la cultura, nos encantan las personas. Tenemos muy buenos amigos y buenas relaciones allá”.