APEX, Carolina del Norte — El Estado “Tar Heel” (mote con el que es conocido dicho Estado), no es extraño a los momentos históricos.
En 1718 el temible pirata Barbanegra tuvo una violenta batalla final con marineros británicos en la costa de Carolina del Norte. Casi dos siglos después, el 17 de diciembre de 1903, los hermanos Wright volaron el primer avión autónomo cerca del pueblo de Kitty Hawk.
Y el 23 de marzo de 1957 la Universidad de Carolina del Norte ganó el primero de seis campeonatos de la NCAA (National Collegiate Athletic Association por sus siglas en inglés) de basquetbol para hombres al derrotar a los Kansas Jayhawks de Wilt Chamberlain en un triple tiempo extra. (Fanáticos de las cercanas universidades Duke y North Carolina State correctamente le recordarán que sus equipos también han ganado muchos títulos nacionales de encestado).
Pero para muchos de los Santos de los Últimos Días de Carolina el Norte no hay en el Estado fecha tan significativamente histórica como la del 18 de diciembre de 1999. En ese sábado de la época navideña, presidente Gordon B. Hinckley dedicó el primero y único templo del Estado, el Templo de Raleigh, Carolina del Norte.
Ese día se le unió al presidente Hinckley su amigo y compañero apóstol el, en ese entonces, élder M. Russell Ballard.
Casi dos décadas después — y justo 5 días después de su 91 cumpleaños — presidente Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, regresó a Carolina del Norte el domingo para rededicar el Tempo de Raleigh, Carolina del Norte.
“Estoy agradecido por estar de regreso”, dijo él a Church News. “Es una maravillosa parte del país y una muy importante parte de la Iglesia. Hay grandes Santos aquí en Carolina del Norte”.
Todos los miembros del Cuórum de los Doce, agregó, “se sienten honrados de que el presidente Russell M. Nelson nos dé algunas de estas asignaciones para quitarle algo del peso sobre sus hombros”.
Presidente Ballard participó en la dedicación original del templo de Raleigh durante un periodo histórico y prolífico de construcción de templos. El esfuerzo continúa hasta hoy. El 5 de octubre el presidente Nelson anunció planes para construir ocho nuevos templos en lugares alrededor del mundo — Freetown, Sierra Leona; Orem, Utah; Port Moresby, Papúa Nueva Guinea; Bentonville, Arkansas; Bacolod, Filipinas; McAllen, Texas; Cobán, Guatemala; y Taylorsville, Utah.
Miembros de todo el mundo reaccionan al anuncio de 8 nuevos templos del presidente Nelson
Presidente Ballard fue ayudado en la única ceremonia de rededicación del domingo por élder Kevin R. Duncan, un setenta autoridad general, y por el director ejecutivo del Departamento de Templos, élder James B. Martino, un setenta autoridad general y presidente del Área Norteamérica Sureste. También participaron sus esposas, hermanas Nancy Duncan y Jennie Martino.
Después de la ceremonia de dedicación del domingo por la mañana, las autoridades generales visitantes saludan a todos los que asistieron a la rededicación al salir del templo.
Nueva esperanza
Para los miembros de Carolina del Norte, tener un templo en funcionamiento dentro de las fronteras de su Estado es un milagro — un eterno “punto de inflexión” — que fue realizado después de décadas de oración y servicio fiel en el templo.
Joel Hancock es un orgulloso hijo de Harkers Island, una pequeña franja de tierra conocida aquí por su rica historia Santo de los Últimos Días, y por su devoción a la obra misional. Recuerda que cuando era niño veía a los miembros de su familia hacer desde su isla nativa “la larga jornada”, desde la costeña Carolina del Norte hasta Utah para recibir las ordenanzas del templo.
Para el tiempo en que Hancock y su esposa, Susan, se casaron la jornada era mucho más corta — un viaje redondo de 1.280 k (800 millas) al Templo de Washington D. C.
“Pero después de la inauguración del templo de Raleigh en 1999, hemos tenido la bendición de un templo a menos de 320 k (200 millas) de distancia”, dijo él. “Desde entonces hemos disfrutado de la conveniencia de poder asistir al templo regularmente”.
Los Hancock sirvieron en el templo por un año antes de su cierre. No tener cerca un templo en funcionamiento “nos ha recordado lo mucho que significa en nuestras vidas el poder asistir regularmente al templo, y en las vidas de nuestra familia”.
Mientras algunos de los Santos de los Últimos Días como las Hancock delinean raíces profundas en la historia de la Iglesia en el Estado, otros, como la residente de Holly Springs, Joanna Backman, son trasplantes. No importa — el templo de Raleigh es un ancla espiritual para los miembros de todos los orígenes.
Conversa de Alemania, Backman se reubicó en Carolina del Norte hace una década, y trabajó en el templo de Raleigh por algunos años. Regresar al templo durante el reciente programa de puertas abiertas “fue una experiencia muy espiritual para mí”, dijo ella.
Al igual que los Santos de los Últimos Días de todas partes, Backman ha enfrentado las tribulaciones de la vida. Pero el domingo de la rededicación del amado templo de Raleigh, dijo ella, representa una renovación, una nueva esperanza y las promesas de la eternidad.
Backman hizo muchos amigos de toda la vida al servir en el templo. “Y ahora estoy ansiosa de regresar con ellos”.
Los templos son estructuras físicas que envejecen. Algunas veces necesitan reparaciones, ser recreados y aun cerrados por algún periodo. Pero los miembros del distrito del templo de Raleigh han aprendido que el ser “gente del templo” nunca es una condicional para uno la lejanía de un templo en funcionamiento.
“Mientras el templo de Raleigh estuvo cerrado, los miembros hicieron grandes sacrificios para asistir a otros templos — algunas veces requiriendo viajar grandes distancias”, hizo notar el presidente de la Estaca Durham Carolina del Norte, Christopher Kelsey. “Específicamente, los jóvenes viajaron regularmente al Templo de Columbia, Carolina del Sur; para participar en bautismos por los muertos.
“Levantarse antes de la salida del sol y manejar algunas horas para asistir al templo, fue una gran oportunidad para que nuestros jóvenes demostraran su compromiso con el Señor”.
Legado de creencia de Carolina del Norte
El primer templo de Carolina del Norte fue dedicado hace solo dos décadas, pero la historia de la Iglesia en el Estado se extiende hacia atrás en el tiempo a los primeros días de la Restauración. Élder Jedediah M. Grant — padre del presidente Heber J. Grant — fue el primer misionero conocido en Carolina del Norte.
El 18 de mayo de 1838 élder Grant informó que había predicado durante seis meses en Stokes, Surrey y los condados de Rockingham, y que había bautizado a cuatro personas. Él entonces organizó una conferencia para 200 Santos de los Últimos Días de siete congregaciones.
Desde esos relativamente humildes comienzos, la Iglesia en Carolina del Norte ha crecido sostenidamente. La primera estaca en el Estado fue creada el 27 de agosto de 1961, en la ciudad de Kinston, al este. Un mes después fue creada la segunda estaca en Greensboro.
Hoy, casi 90.000 Santos de los Últimos Días de Carolina del Norte pertenecen a 17 estacas. El rededicado templo de Raleigh sirve a miembros de 12 de esas estacas en la parte central y oriental de Carolina del Norte.
El edificio fue cerrado a principios de 2018 para extensivas renovaciones exteriores e interiores. Trabajadores adjuntaron el pórtico y ahora la aguja de la torre es 16 metros (10 pies) más alta.
Las aproximadamente 40.000 personas que visitaron el remodelado nuevo templo durante el programa de puertas abiertas encontraron en su interior diseños que son distintivos de Carolina del Norte. La flor del Estado — un cerezo en flor — está incorporada a un nuevo vitral azul, dorado y crema que se encuentra en el baptisterio y en otras salas. La original obra de arte capta la belleza verde del Estado.
“El programa de puertas abiertas fue una oportunidad única en la vida”, dijo élder Matthew S. Harding, un setenta de área y residente de Carolina del Norte. “Nuestros miembros invitaron a la comunidad a venir y ver el templo. Ese sencillo ‘ven y ve’ fue nuestro lema. Nuestra comunidad pudo ver el templo y saber más acerca de nuestra fe y de las sagradas ordenanzas”.
Carolina del Norte es parte del llamado “Cinturón bíblico” sudamericano. Muchos residentes aquí tienen profundas convicciones religiosas. Históricamente no todos han adoptado a los Santos de los Últimos Días. El reciente programa de puertas abiertas proveyó oportunidades únicas para enseñar a otros acerca del papel central de Jesucristo en la Iglesia y en Sus templos, así como clarificar malentendidos.
“Las personas que vinieron al programa de puertas abiertas fueron edificadas y vieron nuestro amor por el Salvador”, dijo élder Harding.
Rededicando la vida al Salvador
Para los Santos de los Últimos Días de todo Carolina del Norte y de más lejos, la rededicación del domingo fue un desafío a rededicar la propia vida de uno al Salvador.
“Ahora que nuevamente el templo está abierto, es hora de asegurarnos que nuestras vidas estén en orden”, dijo élder Harding. “Es hora de asegurarse que las recomendaciones del templo están vigentes y que estamos listos para entrar, aprender y servir. El hermoso templo de Raleigh es un símbolo de nuestra fe y de nuestro amor por el Salvador, y por Su sacrificio expiatorio por cada uno de nosotros”.
Presidente Ballard dijo el domingo que el propósito de la dedicación o rededicación de un templo es “aumentar la preparación espiritual de nuestra gente para que ellos puedan vivir en un mundo que parece ser más y más profano y, en algunos casos, donde la gente parece incluso negar la existencia de Dios”.
Como el veterano líder de la Iglesia dijo hace unos días en su discurso de Conferencia General, cada persona debe librar una batalla consigo misma para decidir lo correcto y lo incorrecto.
“Una de las mejores maneras en que nuestro espíritu puede ser reforzado y fortalecido es estar aquí en el templo”, dijo él. “El Espíritu del Señor está aquí. El templo alimenta el alma. Eso nos hace más fuertes. Nos enseña nuestra verdadera identidad: hijos e hijas de Dios llegando a Su Santa Casa y haciendo labor sagrada”.
El de noventa años sonrió cuando le preguntaron acerca de la ocupada agenda que todavía lo lleva a todos los rincones del mundo.
“No me puedo quejar, pues el presidente Nelson tiene 95 años — él es cuatro años más grande que yo”, dijo. “Me siento honrado de que el Señor me haya permitido permanecer y continuar la obra en la que estoy comprometido. Estoy agradecido de tener suficiente energía y salud para continuar haciendo mi parte.
“Espero pueda yo sostenerme lo suficiente para hacerlo todo”.