Los voluntarios de SirveAhora en el área de Chicago, Illinois, adaptaron un edificio de la Iglesia para que se convirtiera en una instalación de procesamiento de alimentos aprobada por la FDA [Food and Drugs Administration], y luego empaquetaron más de 85 000 comidas para niños necesitados.
Cientos de niños en Haití y Filipinas ya han recibido esas comidas, gracias a la colaboración entre SirveAhora y la organización Feed My Starving Children (Alimenta a mis niños hambrientos – en inglés) sin fines de lucro. El proyecto requirió recaudación de fondos, semanas de planificación y capacitación, y cientos de voluntarios que trabajaron muchas horas durante tres días en diciembre.
El proyecto comenzó cuando un miembro de la Estaca Schaumburg, Illinois, se acercó a los especialistas de SirveAhora del área con la idea de establecer una unidad móvil de Feed My Starving Children. Luego, esos especialistas, Jairo y Martha Mejía, incorporaron a los líderes de estaca y llamaron a tres líderes para ayudar a coordinar todo.
“Revisar los filtros HVAC, la temperatura de la habitación, los baños, colocar las estaciones de lavado de manos, muchos, muchos detalles”, dijo Jairo Mejía. “Uno de los desafíos fue que necesitábamos ingresar un montacargas al edificio. Así que hubo que quitar una de las puertas”.
Todo tenía que hacerse de acuerdo con los requisitos de seguridad para manejo de alimentos, y tomaron precauciones adicionales debido a COVID-19.
Se transformó el centro de estaca Schaumburg Illinois. Pero también necesitaban 450 voluntarios. Los Mejías anunciaron el proyecto en SirveAhora.org, en inglés y en español, lo compartieron con los consejos de barrio y lo pusieron en las redes sociales. En tres días, se llenó el registro.
“El poder de la plataforma SirveAhora es increíble”, dijo Jairo Mejía. “La mayoría de las personas que ayudaron no eran miembros de la Iglesia, era la comunidad. Teníamos gente de otras iglesias, individuos, escuelas secundarias, equipos de fútbol, de todo”.
Desde el jueves hasta el sábado, del 9 al 11 de diciembre, esos cientos de voluntarios se turnaron para descargar, instalar, empacar comidas, cargar y luego limpiar y desarmar todo nuevamente para estar listos para los servicios religiosos del domingo.
Martha Mejía dijo que los estudiantes de secundaria estaban felices de poder ayudar durante su turno asignado. “Era una sensación de estar haciendo esto porque algunos niños lo recibirían. Será vida para los niños. Así que estaban muy felices. Fue edificante para los estudiantes de secundaria”.
Cada grupo comenzó su trabajo con una oración y los misioneros sirvieron junto a las personas a las que estaban enseñando. En una mesa especial se acomodaron a las personas con discapacidades.
“Realmente fue un momento de felicidad”, dijo Jairo Mejía. “Pudimos ver el gozo de la gente sirviendo. Y al final, en una hora hicieron nuevos amigos. Tenían un nuevo grupo de amigos. Nos tomamos fotos todos juntos y fue como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo”.
Los Mejía dijeron que Feed My Starving Children les envió un correo electrónico más tarde para avisarles cuando llegaron los paquetes de alimentos a Haití y Filipinas. El grupo explicó que 234 niños serían alimentados durante un año gracias al proyecto.
“Las unidades móviles pueden empacar muchas comidas”, dijo Jairo Mejía. “Si vas allí, a Feed My Starving Children, haces una fracción de lo que ellos hacen todos los días. Pero cuando traes una de estas unidades móviles, puedes hacerlo a gran escala.”
Los Mejías dijeron que los comentarios fueron tan positivos que ya han obtenido los fondos para hacerlo nuevamente el próximo diciembre.
