Una semana después de que un terremoto de 7,2 sacudiera Haití, el élder Ulisses Soares pidió a los Santos de los Últimos Días del Caribe que “vean la decepción y el desánimo a través de los ojos de la fe”.
“La fe desata el poder de Dios en nuestras vidas”, dijo.
Hablando de superar los desafíos del día, el élder Soares del Cuórum de los Doce Apóstoles y su esposa, la hermana Rosana Soares, se dirigieron a miembros de habla francesa en Haití, Guadalupe y Martinica, el sábado, 21 de agosto.
El devocional, que se originó en Salt Lake City, luego del terremoto del 14 de agosto que cobró más de 2.100 vidas, hirió a más de 12.000 y dejó a unas 600.000 personas necesitadas de asistencia en la nación ya afectada por la pobreza y los disturbios políticos.
En respuesta al desastre, la Iglesia envió ayuda a las comunidades más afectadas — proporcionando alimentos, agua, kits de higiene, artículos para recién nacidos, linternas, tiendas de campaña, lonas y cascos protectores.
Durante una semana, el élder Soares y la hermana Reyna I. Aburto, segunda consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro, se dirigieron virtualmente a los miembros en las reuniones de liderazgo y conferencias de estaca, transmitidas a la República Dominicana y Puerto Rico, y el élder Soares realizó una revisión del Área Caribe de la Iglesia.
La hermana Aburto y el élder Hubermann Bien-Aime, Setenta de Área en Haití, se unieron al élder y la hermana Soares en el devocional para miembros de habla francesa.
El devocional marcó la internacionalización de la Iglesia cuando el élder y la hermana Soares, líderes brasileños que hablan portugués como su lengua materna, y la hermana Aburto, nacida en Nicaragua y hablante nativa de español, se unieron al élder Aime, un haitiano de habla francesa, para ofrecer esperanza y consuelo para los Santos de los Últimos Días en el Caribe.
Durante sus comentarios, el élder Aime recordó haber trabajado con los líderes locales de la Iglesia para responder a las inundaciones en su nación en 2019 — otro desastre que cobró muchas vidas. También habló de los disturbios políticos y otros desastres importantes que han afectado a Haití durante más de dos décadas y han obligado a los Santos de los Últimos Días a seguir adelante con fuerza y fe en el Señor. “Los desafíos de esta vida nos permiten acercarnos más al Padre Celestial”, dijo. “Cuanto más fuerte es el viento, más fuerte se vuelve el árbol”.
Los líderes locales de la Iglesia, agregó, están haciendo todo lo posible para aliviar la carga de los que sufren. “Somos el pueblo del convenio”, dijo. “Necesitamos ver nuestras pruebas como oportunidades para avanzar espiritualmente”.
La hermana Aburto recordó una experiencia personal con un terremoto cuando era una niña de 9 años; el desastre cobró la vida de su hermano de 10 años.
“A través de esa experiencia aprendí mucho sobre lo débiles que somos como seres humanos. Pero al mismo tiempo aprendí mucho sobre cuánto nos ama nuestro Padre Celestial”, dijo.
En tiempos oscuros, “podemos recordar quiénes somos; podemos saber que somos hijos de Dios y que Él nos ama”, dijo.
Diecisiete años después del desastre, la hermana Aburto encontró La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Con un cimiento basado en la doctrina de Cristo, “podemos mantenernos firmes, incluso si vienen los vientos y la tierra tiembla a nuestro alrededor”, dijo.
El Señor invita a todos a poner sus cargas ante Él, para que pueda sanarlas, dijo.
La hermana Soares dijo que los Santos de los Últimos Días pueden encontrar la paz a través de la oración. “Puede que no tengamos todas las respuestas ahora, pero podemos vivir por fe”, dijo.
El élder Soares, quien pronunció su discurso en francés, dijo que la Iglesia tiene la bendición de ser guiada por un profeta de Dios que extiende invitaciones para actuar de acuerdo con los principios que enseña.
Durante la conferencia general de abril, el presidente Russell M. Nelson invitó a los Santos de los Últimos Días a considerar formas de aumentar su fe. La invitación siguió a otra realizada seis meses antes de permitir que “Dios prevalezca en nuestra vida”.
El élder Soares pidió a los Santos de los Últimos Días del Caribe que reflexionaran sobre lo que el presidente Nelson quería decir con estas dos invitaciones combinadas.
“Según el presidente Nelson, dejar que Dios prevalezca en nuestra vida significa permitir que la voz, los mandamientos y los convenios de Dios tengan prioridad sobre cualquier otra ambición o influencia en nuestra vida”, dijo. “Este patrón es una forma que tiene nuestro Padre Celestial de bendecirnos en nuestras necesidades en esta vida.
“Si actuamos con fe en su invitación, el presidente Nelson prometió que ‘muchas decisiones se pueden volver más fáciles y que muchos problemas pueden dejar de ser problemas para cada uno de nosotros’”.
Estas promesas traen paz a nuestras almas — especialmente durante tiempos turbulentos, dijo.
“Estamos viviendo un momento muy interesante en la historia de la humanidad. Todos nosotros, de una forma u otra, todavía estamos sintiendo los efectos económicos y de salud aleccionadores del COVID-19”.
Además de la pandemia, el mundo también ha enfrentado el desempleo, la discordia racial, los procesos políticos desafiantes, la violencia y muchas otras cosas, agregó.
“Sin duda, todas estas circunstancias generan miedo e incertidumbre”.
También es una época de valores en decadencia, dijo. “Hay muchas personas que están olvidando quién es Jesucristo y lo que hizo por nosotros. Creo que esta es una gran parte de la razón por la que el mundo está tan confundido”.
“Además, el adversario aprovecha cada oportunidad para crear confusión en la mente de las personas. Lo hace a una velocidad exponencial a través de sus ataques a la fe, a nosotros y a nuestras familias”.
La vida, dijo, no es perfecta para nadie. Los desafíos pueden ser abrumadores y atenuar la luz espiritual de una persona.
El presidente Nelson dijo, “La fe en Jesucristo es el poder más grandioso que tenemos a nuestro alcance en esta vida. Todas las cosas son posibles a los que creen”. La fe, agregó, “moverá montes”.
El élder Soares dijo que en esta vida mortal, y como parte de la progresión eterna, todos los hijos de Dios experimentarán dolor de una forma u otra.
Las Escrituras enseñan que cuando el Señor nos envió a la tierra, esperaba que aprendiéramos lecciones que nos ayudarían a llegar a ser como Él, dijo el élder Soares.
“Pero puedo asegurarles que ningún dolor que suframos, ninguna prueba que experimentemos es en vano”, dijo.
Sin embargo, para recibir el consuelo del Señor, los hijos de Dios deben ejercer la fe.
“Las preguntas “¿Por qué yo?” “¿Por qué nuestra familia?” “¿Por qué ahora?” Suelen ser preguntas sin respuesta”, dijo. “Estas preguntas desvían nuestra espiritualidad y pueden destruir nuestra fe. Necesitamos dedicar nuestro tiempo y energía a edificar nuestra fe, volviéndonos al Señor y pidiendo fortaleza, para superar los dolores y las pruebas de este mundo y perseverar hasta el fin para lograr una mayor comprensión”.
El Salvador “siempre está consciente de las adversidades que enfrentamos en la vida terrenal”, dijo.
“Mediante la fe y la confianza en el Señor, y la obediencia a Su consejo, nos hacemos elegibles para ser partícipes de la expiación de Jesucristo, de modo que algún día podamos volver a vivir con Él”.
El élder Soares dijo que ha aprendido a través de sus propias experiencias que la sanación llega en el tiempo del Señor y a la manera del Señor.
Después de que él y la hermana Soares se casaron, aprendieron una poderosa lección de fe cuando su segundo hijo nació muerto, dijo el élder Soares. El élder Soares recordó que sostuvo al bebé, lo acostó en un pequeño ataúd blanco y lo llevó él mismo al cementerio para el entierro. Mientras caminaba por el cementerio y suplicaba al Señor que le ayudara a superar esa prueba, “un gran sentimiento de amor, paz y confianza vino de los cielos. Ese sentimiento fue una confirmación del amor de Dios por mí y de que debía poner mi confianza en Él y que todo estaría bien en mi vida.
“Hermanos y hermanas, ese sentimiento me dio el valor y la fuerza para seguir adelante en la vida y no ser víctima de mis pruebas. Al humillarme ante Dios, recibí la fuerza para seguir adelante y no rendirme”.
El Señor se hizo cargo de la familia y sanó sus corazones.
“Este y muchos otros desafíos nos ayudaron a mí y a mi esposa a volver mi corazón al Señor con fe y confianza en Él y en Su sabiduría. El volvernos a Él no impidió nuestro progreso ni nuestra confianza en el plan de Dios para nosotros”.
Durante esos momentos de prueba en nuestra vida, una gran parte de nuestra sanación provino del amor expresado por nuestra familia y miembros de la iglesia, dijo el élder Soares.
“Nos necesitamos unos a otros”, agregó. “Llegar a ser discípulos de Jesucristo mediante el aprendizaje y al vivir Su evangelio y luego perseverar hasta el fin requiere que nos ayudemos unos a otros en ese proceso”.
El élder Soares pidió a los Santos de los Últimos Días del Caribe que consideren cómo aumentar su fe y permitir que Dios prevalezca más en sus vidas para que puedan recibir las bendiciones que Él tiene reservadas para ellos.
“Al hacerlo, mostraremos nuestro deseo de vivir los convenios que hemos hecho con el Señor y la medida de nuestro aprecio por el sufrimiento de Cristo en Getsemaní, Su muerte en la cruz y Su resurrección de entre los muertos.
“Además, mostraremos la medida de nuestra conversión a este maravilloso evangelio de Jesucristo”.