Menú

El élder Schmutz enseña cómo recibir todas las bendiciones prometidas por Dios en devocional de BYU-Idaho

El élder Evans A. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021. Crédito: Captura de pantalla
El élder Evans A. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021. Crédito: Captura de pantalla
La hermana Cindy L. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021. Crédito: Captura de pantalla

“No hay verdad más conocida o aceptada que esta: Dios ama a Sus hijos”, enseñó el élder Evan A. Schmutz, Setenta Autoridad General y miembro de la Presidencia de Área de Utah, en un devocional de BYU–Idaho, el martes, 23 de marzo.

Debido a este amor, Dios hace que el don de la vida eterna esté disponible para Sus hijos a través de Jesucristo. “Pero hay que recordar que recibir los frutos del amor de Dios en nuestras vidas y la riqueza de las recompensas prometidas, están condicionados a cómo respondamos a Su amor perfecto”.

Él contó acerca de un comercial que había visto hace algunos años, en el que una joven visitaba a su padre anciano.

“La hija lo saludó con un beso y luego se volteó para ayudar a lavar algunos platos en el fregadero. Por lo que, le dio la espalda a su padre. Ella comenzó a hablar, haciendo una pregunta: ‘¿Papá, qué te parece el nuevo iPad que te compré para tu cumpleaños?’. No escuchó una respuesta, así que volvió a preguntar, con una voz un poco más fuerte: ‘¿Papá, te gusta el nuevo iPad que te di?’ Una vez más, no hubo respuesta”.

La hija se dio la vuelta y vio a su padre picando verduras usando el nuevo iPad como tabla para picar, luego arrastró las verduras picadas en el iPad para ponerlas en agua hirviendo.

Su padre no conocía ni comprendía el valor del iPad o lo que podía hacer cuando se usaba para los fines previstos y no podía disfrutar del uso pleno del regalo. La capacidad de aprovechar al máximo los dones y las promesas que Dios ha ofrecido a Sus hijos sigue principios similares.

“Dios ha reservado bendiciones indescriptiblemente ricas y eternas para aquellos que guarden fielmente Sus mandamientos y obedezcan Su ley”, dijo el élder Schmutz.

Cuando era joven y pedía permiso para asistir a una actividad o ir a algún lugar con sus amigos, la madre del élder Schmutz preguntaba “cada vez” con quién iba y quién más estaría allí.

“Ella estaba mucho más interesada en la compañía que conservaba, que en las actividades que planeábamos”, dijo. “Ella sabía que, si me rodeaba de hombres y mujeres jóvenes que tenían las metas y las normas correctas, estaría a salvo del daño espiritual”.

Este principio ayuda a comprender los tres reinos de gloria, la naturaleza de las personas que los habitan y los requisitos necesarios para su admisión.

“Al estudiar las características y los atributos de las personas que moran en cada reino, así como una descripción de las vidas que llevaron en la tierra, puedo aprender lo que tengo que hacer y lo que debo llegar a ser para ‘encajar’ y pertenecer a la sociedad de personas que habitan en la gloria del reino celestial”, dijo. Tal descripción puede encontrarse en Doctrina y Convenios 76:51-70.

El élder Evans A. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021.
El élder Evans A. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021. | Crédito: Captura de pantalla

El presidente Russell M. Nelson enseñó un principio similar cuando explicó que, para calificar para el don de la vida eterna, “uno debe abstenerse de toda impiedad y honrar las ordenanzas y convenios del templo. El ramo resplandeciente del amor de Dios —incluso la vida eterna— incluye bendiciones para las que debemos calificar, y no es algo a lo que tenemos derecho siendo indignos. Los pecadores no pueden someter la voluntad de Él a la de ellos y exigir que les bendiga en pecado”.

No es difícil ver las palabras de Pablo ejemplificadas en la sociedad moderna, “cuando tantos han despreciado a Dios y han elegido convertirse en una ley para sí mismos”, dijo el élder Schmutz. Sin embargo, no es necesario rechazar totalmente a Dios, a Cristo y a la religión para que una persona se convierta en una ley para sí misma.

El élder Schmutz advirtió en contra de tomar la ruta más común hacia este terreno peligroso, que “se encuentra en nuestra disposición de escuchar las voces del mundo y comenzar a mezclar las filosofías de los hombres con la doctrina de Dios”.

“Esto casi siempre pasa en pequeños pasos, avanzando gradualmente hasta que la doctrina pura de Cristo ya no reside en nosotros porque se ha diluido por las filosofías de los hombres”, dijo.

Para evitar caer en esta trampa, es necesario “agarrar la barra con una determinación fija en nuestro destino en el árbol de la vida, aferrándonos y avanzando a través de nuestro estudio diario y deleitándonos en las palabras de Cristo”.

También es de gran importancia evaluar cuidadosamente “lo que vemos y leemos en contra de la inmutable ley de Dios. Podemos caer y ser presa de los peligros de los que habló Samuel el Lamanita, ‘Mas he aquí, si un hombre llegare entre vosotros y dijere: Haced esto, y no hay mal; haced aquello, y no padeceréis; … id en pos del orgullo de vuestros ojos, y haced cuanto vuestro corazón desee … lo recibiréis y diréis que es profeta’”, dijo el élder Schmutz.

Concluyó su discurso invitando a todos a “dejar que las palabras de Dios guíen su viaje en la vida; si hacen caso a Su consejo, verán las rocas y los bancos de arena bajo los bajíos que han hecho naufragar a muchos de los hijos de Dios”.

¿Qué recuerdan del día de su bautismo? preguntó la hermana Cindy L. Schmutz a los estudiantes. Al reflexionar sobre su propio bautismo, recordó los detalles del evento y enfatizó la importancia de dejar que los convenios hechos en el bautismo influyan en la vida diaria.

La hermana Cindy L. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021.
La hermana Cindy L. Schmutz se dirige a los estudiantes de BYU-Idaho durante un devocional, el 23 de marzo de 2021. | Crédito: Captura de pantalla

Citando al presidente Henry B. Eyring, segundo consejero de la Primera Presidencia, enseñó, “Podemos llevar Su nombre (Jesucristo) de muchas maneras, pero especialmente cuando servimos a otros en Su nombre, leemos las Escrituras y oramos para saber lo que Él quiere que hagamos”.

Cuando se presta un servicio como el de Cristo, tanto el que da como el que recibe son bendecidos. “Servir a los demás nos refina ayudándonos a despojarnos de las características del hombre natural, como el egoísmo y el pecado, y hace que nos centremos en Cristo y nos parezcamos más a Él”.

El estudio regular de las Escrituras también es útil en los esfuerzos por guardar el convenio de recordarlo siempre y ayudarnos a conocer y guardar Sus mandamientos. La hermana Schmutz relató un viaje que realizó con el élder Schmutz y el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, a Filipinas. Durante una reunión con los misioneros, el élder Andersen los desafió a recordar siempre al Salvador yendo más allá de la simple lectura y el estudio de las Escrituras — los desafió a memorizar las Escrituras que eran importantes para ellos, y les prometió que, al hacerlo, las Escrituras se cimentarían más en sus corazones y mentes y sería una bendición para ellos y para los demás.

La última manera que la hermana Schmutz describió para guardar más plenamente los convenios bautismales fue la oración. “Tengan fe en que Él escuchará sus oraciones y les dará la fuerza y ​​la guía que necesitan para guardar sus convenios”, dijo.

Instó a los estudiantes y a otros oyentes a guardar más plenamente sus convenios bautismales a fin de “disfrutar de la bendición prometida de tener siempre el Espíritu con ustedes”.

BOLETÍN
Reciba los aspectos destacados de Church News gratis en su bandeja de entrada semanalmente. Escriba su dirección de correo electrónico a continuación.