Durante dos de los veranos que el obispo L. Todd Budge, segundo consejero del Obispado Presidente, estuvo en la escuela secundaria, sus padres lo enviaron desde su casa en California a trabajar en el negocio de miel de la familia en Idaho — Budge’s Golden Sunshine Honey.
Un hermoso día de verano, el joven Todd tomó prestada la motocicleta Suzuki 90cc de su tío y subió por el cañón, al sur de la pequeña comunidad agrícola donde trabajaba. El cielo azul, el sol brillante y el viento en su rostro, era emocionante, recordó el obispo Budge durante un devocional en el campus de BYU, el martes 2 de febrero, hasta que la motocicleta se detuvo repentinamente. Se había quedado sin gasolina.
Pensando que su tío se molestaría si dejaba abandonada la motocicleta, la empujó por muchos kilómetros de regreso a casa. Al llegar a la ciudad mucho después del anochecer, sediento, hambriento y exhausto, le explicó a su tío lo que había sucedido. Su tío salió a la calle, se sentó en la motocicleta, dió vuelta al interruptor y encendió la motocicleta. Luego le explicó a su sorprendido y avergonzado sobrino, “Las motocicletas tienen un tanque de reserva en caso de que te quedes sin gasolina. Todo lo que tienes que hacer es girar el interruptor”.
“¿Cuántos de nosotros tenemos desafíos en la vida, llevamos cargas pesadas en el calor del día, confiando en nuestra propia fuerza?” preguntó el obispo Budge.
Luego testificó de otra fuente de energía, como el tanque de reserva de gasolina, disponible para todos — “el poder infinito hecho posible mediante el sacrificio expiatorio de Jesucristo”.
Al hablar a los estudiantes reunidos en el Marriott Center en el campus de Provo, Utah, y a una multitud virtual, el obispo Budge compartió cómo las personas pueden “girar el interruptor” y permitir que el poder de Cristo fluya en sus vidas.
Creer y arrepentirse
Cuando los hijos de Israel fueron mordidos por serpientes de fuego en el desierto, todo lo que tenían que hacer para ser sanados, era mirar a la serpiente de bronce de Moisés colocada sobre una asta, pero muchos no lo hicieron.
“¿Creemos que el mirar a Jesús nos sanará?” preguntó el obispo Budge.
Luego explicó que creer y cuestionar no se excluyen mutuamente. “Es perfectamente aceptable tener preguntas sobre nuestra doctrina, la historia de la Iglesia, las políticas de la Iglesia, etc.”, dijo él. “Sin embargo, la lente a través de la cual vemos esas preguntas es el factor determinante de si nuestra fe se fortalece o se debilita. ¿Buscamos la verdad con facilidad y voluntad de creer, a través de la lente de la fe o con escepticismo y duda?”
Nefi reconoció que no sabía el significado de todas las cosas, sin embargo, sabía que Dios ama a Sus hijos (1 Nefi 11:17). “Nefi es un gran ejemplo de alguien que estuvo dispuesto a avanzar en la fe a pesar de tener una comprensión incompleta del significado de todas las cosas”, dijo el obispo Budge, quien luego instó a sus oyentes a buscar respuestas con un corazón creyente, calificándose para ser enseñado por el Espíritu.
Observando que el arrepentimiento es más que una lista de verificación, dijo el obispo Budge, “requiere revisar nuestros corazones y experimentar las emociones de volver nuestros corazones a Cristo”.
Creer y arrepentirse requiere que las personas se vuelvan al Señor con corazones quebrantados y espíritus contritos. Pero ¿qué significa tener un corazón quebrantado y un espíritu contrito?
“¿Es ese el sacrificio que Dios quiere de nosotros — que suframos dolor emocional? Si bien es cierto que el arrepentimiento no es fácil e involucra la tristeza que es según Dios, y Dios ‘sufrió el dolor de todos los hombres’ (Doctrina y Convenios 18:11) ‘para que no padezcan’ (Doctrina y Convenios 19:16) si se arrepienten y vienen a Él. El deseo de Dios para nosotros es felicidad y alegría, no dolor y miseria”, dijo el obispo Budge. El sacrificio que Dios requiere, continuó el obispo Budge, es como lo describe el rey Benjamín, despojarse del hombre natural, o de la voluntad del hombre, en sumisión a Dios.
Un corazón ‘amansado’
Mientras el obispo Budge se desempeñaba como presidente de misión, reflexionó sobre la relación entre despojar al hombre natural y tener el corazón quebrantado. Le vino a la mente la imagen de un entrenador de caballos “amansando” a un caballo salvaje o “natural”.
Pronto encontró un libro titulado “A broken heart” (Un corazón amansado), por un entrenador de caballos cristiano, que le dio nuevas perspectivas y paralelos entre “amansar” un caballo y “cómo Dios estaba trabajando conmigo, mis misioneros y muchos en las Escrituras”.
El obispo Budge señaló que el libro se titula un corazón “amansado”, no un corazón quebrantado. En el libro, el autor explica que un caballo salvaje que ha sido domesticado no se siente dominado en el proceso, sino que descubre la alegría y la libertad de convertirse en uno con su amo — ser amansado, no dominado.
“Del mismo modo, la intención de Dios no es dominarnos sino redimirnos”, dijo el obispo Budge.
El obispo Budge luego descubrió el patrón establecido en el libro para “amansar” un caballo.
El primer objetivo es establecer una dirección. “El objetivo es que el caballo mueva las patas en la dirección que el entrenador quiere que vaya. Esto se hace aplicando presión: apuntando, cloqueando o golpeando el suelo. El caballo puede simplemente corcovear y correr salvajemente, intentar saltar fuera del corral o no moverse en lo absoluto, a lo que se llama quedarse ‘pegado’”.
Así como se usa una brida para enseñar y entrenar a un caballo salvaje para que se someta a la voluntad de su amo, los miembros de la Iglesia deben frenar sus pasiones. El segundo objetivo, dijo el obispo Budge, es que el caballo “mire a su entrenador a los ojos”. El caballo que muestra al entrenador ambos ojos está en una posición vulnerable, porque las patas traseras del caballo son su arma más poderosa. Si el caballo le muestra al entrenador ambos ojos, “el entrenador le da un descanso; de lo contrario, el entrenador hace que se mueva nuevamente apuntando, cloqueando o golpeando el suelo”.
El tercer objetivo es conseguir que el caballo cambie de dirección. “Después de verlo a los ojos, el entrenador retrocede un par de centímetros y apunta en la dirección opuesta. El objetivo es hacer que el caballo cambie de dirección a la orden del entrenador”, dijo el obispo Budge.
El último objetivo es establecer un lugar de descanso en el centro del corral. “El caballo llega a saber que cuanto más cerca esté del entrenador, más descanso y paz recibirá. El caballo aprende que cuando cede a la presión aplicada por el entrenador, en última instancia, el entrenador le concederá un descanso”.
Desear, preguntar, requerir y descansar
Para ayudarse a sí mismo a recordar el patrón, dijo el obispo Budge, resumió cada objetivo con una palabra: Desear, preguntar, requerir y retirarse.
En el primer objetivo —establecer la dirección o el deseo— Dios está en el centro de la vida de las personas y apunta, cloquea y golpea el suelo “para que nuestros pies se muevan”, dijo el obispo Budge. “Él quiere que comencemos a movernos — que confiemos en Él. Quiere que comencemos el proceso de alinear nuestros deseos con los Suyos”.
En el segundo objetivo, preguntar, el Señor invita a las personas “a mirarlo a los ojos”, dijo el obispo Budge, “que es buscar Su rostro, orar con íntegro propósito de corazón y verdadera intención de saber Su voluntad en nuestras vidas. El Señor ama cuando le preguntamos”.
El tercer objetivo —“cambiar de dirección” o requerir— implica que el Señor invite a las personas a cambiar de dirección basándose en la comprensión de Su voluntad. “El arrepentimiento se trata de cambiar. Es entregar nuestro corazón a Dios con facilidad y buena disposición para movernos en la dirección que Él requiere”.
En medio del cuarto objetivo —“establecer un lugar de descanso” o retiro— Dios extiende Su descanso. “Cuando nos volvemos hacia el Salvador y nos acercamos a Él, él libera la presión y nos da descanso. El Salvador enseñó: ‘Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga’(Mateo 11:28-30)”.
Cada persona tiene corrales redondos en su vida, dijo el obispo Budge, o “situaciones que nos exigen el máximo esfuerzo y nos hacen crecer”. Esas situaciones pueden ser las consecuencias negativas del pecado o las consecuencias de los desafíos y oportunidades de la vida.
“¿Cómo está Dios llamando tu atención? ¿Estás corcoveando y pataleando y tratando de saltar la cerca o quizás incluso culpas a Dios por tu situación?” preguntó el obispo Budge. “Si no te apartas de Dios, sino que te vuelves a Él, tus experiencias en el ‘corral redondo’ no te dominarán, pero te redimirá”.
En lugar de resistirse, el obispo Budge animó a sus oyentes a humillarse ante Dios y dejar que Él eduque sus deseos. “Verlo a los ojos”. Sí, puede que se sientan un poco vulnerables, pero recuerden que Él los ama — pueden confiar en Él”.
El obispo Budge dijo a los estudiantes que una vez que sepan lo que Él requiere, deben comprometerse a hacerlo.
Cuando lo hacen, “pueden abandonar sus miedos y encontrarán paz y descanso para su alma”, prometió el obispo Budge.
En conclusión, el obispo Budge testificó que “Jesucristo es el Dios amable y amoroso que está en el centro de nuestras vidas. Nos invita a cada uno de nosotros a arrepentirse y a creer con un corazón quebrantado y un espíritu contrito para que el poder de Su sacrificio expiatorio fluya en nuestra vida. A diferencia del tanque de reserva de la motocicleta, las bendiciones de Su Expiación son ‘infinitas y eternas’ como ‘una fuente de agua [viva] que brote para vida eterna’ (Juan 4:13-14).”