Nota del editor: “Palabras de Inspiración” son compartidas por Lloyd Newell cada domingo durante la transmisión semanal del Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo. Esta fue transmitida previamente y se dará de nuevo el domingo, 14 de febrero de 2021.
Según se cuenta, un oficial del Ejército Revolucionario norteamericano una vez ordenó a sus hombres que cortaran unos árboles y construyeran un puente. Mientras los soldados hacían frente a la dura tarea, se acercó a caballo un hombre de apariencia impresionante y le preguntó al oficial: “No tiene suficiente gente para ese trabajo, ¿cierto?”.
“No”, respondió el oficial, “necesitamos más manos”.
Mirando desde su montura, el hombre preguntó: “¿Por qué no los ayuda?”.
“¿Yo?”, dijo el oficial un tanto fastidiado, “¡yo soy un cabo!”.
El hombre desmontó y fue a ayudar a los soldados hasta terminar de construir el puente. Entonces, volviendo a su caballo, dijo al oficial: “Cabo, la próxima vez que tenga un trabajo arduo y muy pocos hombres para hacerlo, mande buscar a su Comandante en Jefe, y yo vendré a ayudar otra vez”.
Tal como se cuenta, aquel hombre era el general George Washington.
Ese increíble líder dejó una huella indeleble en esta nación. Su figura aparece en estampillas postales, monedas, y billetes. Se ha dado su nombre a ciudades, caminos, lagos, montañas, y escuelas, y un monumento de 170 metros de alto se yergue en su honor en la capital de la nación, la cual también lleva el nombre de Washington. Pero más importante que todo eso es el legado que él dejó en la vida de quienes le conocieron e, indirectamente, en cada americano desde entonces. Fue profundamente respetado por su combinación de capacidad e humildad y, a su vez, mostró profundo respeto por los demás, especialmente aquellos que junto a él pelearon por la libertad ante condiciones adversas. No cuesta creer que el general Washington ayudara a aquellos hombres a construir un puente porque así era él. Las poéticas palabras escritas como tributo en 1799 son tan ciertas hoy como lo fueron entonces: fue “supremo en la guerra, supremo en la paz, y supremo en el corazón de sus compatriotas”.