Cuando el élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles, tenía 6 años, sus padres comenzaron a reunirse con misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en su hogar en São Paulo, Brasil.
Comenzaron a asistir a las reuniones de la rama con algunos otros en el piso superior de una panadería. Incluso hoy, el élder Soares recuerda la calidez de los miembros [en inglés] en medio del olor a pan recién horneado a mitad de la reunión.
Sus padres se bautizaron unos meses después, y el élder Soares lo hizo a los 8 años. A medida que avanzaban en su nueva jornada de fe, no tenían mucho apoyo del resto de su familia debido a las diferentes creencias y tradiciones.
El élder Soares recuerda haber crecido en la Iglesia sin mucha relación con el resto de sus familiares. “La Iglesia se convirtió en mi familia y muchos de mis amigos eran de la Iglesia. Todos me ayudaron y me apoyaron mientras crecía en el evangelio de Jesucristo”, dijo durante una entrevista en el 2020.
Mientras el élder Soares reflexiona sobre sus primeros años en la Iglesia, recuerda que sus fieles padres encontraron fuerza y valor en las enseñanzas del Evangelio. Recuerda a sus compasivos líderes en la rama y sus esfuerzos por enseñarle. Recuerda a sus amados amigos que lo apoyaron porque era el único Santo de los Últimos Días en su escuela y trabajo.
Estos recuerdos regresaron al élder Soares cuando regresó recientemente al Centro de Estaca São Paulo Brasil Norte en Santana, el centro de reuniones donde fue bautizado y confirmado hace 55 años.
El domingo, 24 de octubre, el élder Soares presidió una conferencia de estaca especial que se transmitió desde la capilla Santana a los miembros de 11 estacas cercanas. En la conferencia, el élder Soares saludó a muchas caras conocidas.
El Apóstol también tuvo un momento de reflexión frente a la pila bautismal donde fue bautizado de niño y posó para una foto.
Cuando encontré esta foto mientras cubría de forma remota la asignación del élder Soares, pensé en dos cosas: cuánto significaba para el élder Soares la familia de la Iglesia y cuánto significaban para mí los miembros de Santana como una nueva misionera en Brasil.
El élder Soares dijo a los miembros en la conferencia de estaca ese día que el mundo se está alejando cada vez más de Cristo. “Necesitamos vivir el Evangelio intensamente y ser una luz para los demás. Esa fue la instrucción que el Salvador dio a Sus discípulos y, como miembros de la Iglesia, tenemos la responsabilidad de ser Sus discípulos”, dijo.
En la conferencia general, el élder Soares ha enfatizado mensajes similares sobre ser una luz para los demás.
“A medida que nos esforzamos por adquirir Sus atributos divinos… sentimos una preocupación sincera por el bienestar y la felicidad de todos”, enseñó el élder Soares durante la conferencia general de octubre de 2018. “Nos vemos unos a otros como hermanos y hermanas, como hijos de Dios con origen, atributos y potencial divinos. Deseamos cuidarnos mutuamente y llevar las cargas los unos de los otros”.
En la conferencia general de octubre de 2021, el élder Soares destacó la enseñanza de la compasión del Salvador.
“Mis queridos amigos, al esforzarnos de manera deliberada por incorporar una actitud compasiva en nuestro modo de vida, tal como lo ejemplificó el Salvador, llegaremos a ser más sensibles a las necesidades de las personas. Con esa mayor sensibilidad, los sentimientos de interés y amor genuinos se evidenciarán en todas nuestras acciones”, dijo.
Llegué al Barrio Santana de la Estaca São Paulo Norte en Brasil como misionera en mayo de 2014. Fue mi primera área en la Misión Brasil São Paulo Norte; ya había servido siete meses en California esperando mi visa.
Luchando contra el choque cultural y la falta de conocimientos del portugués, me sentí abrumada e incompetente. Sin embargo, a medida que mis compañeras y yo confiamos en el Espíritu y trabajamos con los miembros, el Señor nos guió a las personas para enseñar.
Cuando miro la foto del élder Soares de pie junto a la pila bautismal, pienso en las personas que se bautizaron en esa misma pila durante mi tiempo en Santana.
Pienso en los miembros que los amaron y acogieron, al igual que los miembros de esa área amaron y acogieron al joven élder Soares y su familia cinco décadas antes.
Pienso en la forma en que me amaron y me acogieron como nueva misionera en Brasil.
Y recuerdo la amorosa invitación del élder Soares a ser más compasiva y la eterna diferencia que puede hacer la compasión.
