En su primera declaración pública como miembro recién llamado de la Primera Presidencia, el presidente Dallin H. Oaks no dejó duda de que sostenía con entusiasmo al 17° presidente de la Iglesia — su amigo y compañero en el apostolado, el presidente Russell M. Nelson.
“Con todo mi corazón, prometo lealtad y apoyo al liderazgo amoroso e inspirado del presidente Nelson. … Me siento privilegiado de ser llamado como consejero del presidente Nelson en la Primera Presidencia”, dijo el presidente Oaks durante una transmisión en vivo el 16 de enero del 2018.
Para los santos de los últimos días de todo el mundo, ver al presidente Oaks sentado al hombro del presidente Nelson en esa mañana invernal hace casi tres años fue, a la vez, familiar y tranquilizador. La asociación eclesiástica de los dos hombres se remonta a varias décadas cuando ambos fueron llamados al Cuórum de los Doce Apóstoles en 1984.
Es difícil visualizar a uno sentado en su asiento habitual en el Centro de Conferencias sin imaginar al otro a su lado.
Y si bien los últimos tres años de tenencia compartida del presidente Oaks y el presidente Nelson en la Primera Presidencia han sido testigos de momentos de cambios históricos, una cosa ha resultado inamovible: su voz unificada en el avance de la Iglesia restaurada del Señor.
Un siervo del evangelio devoto y bien entrenado
El presidente Oaks tenía 85 años cuando comenzó a servir en la Primera Presidencia. Él estaba bien preparado para ese importante llamado.
Una distinguida carrera profesional como abogado, educador y jurista lo dotó de un amplio conocimiento del arte y la ciencia del liderazgo y la administración pública.
Mientras tanto, su ministerio apostólico solo profundizó su compromiso de seguir el ejemplo del Salvador de edificar y amar a las personas.
Los mensajes del presidente Oaks durante los últimos tres años a menudo examinaron muchos de los temas definitivos del día — incluyendo el racismo, temas del LGBTQ, las enfermedades mentales y los “desafíos de la mortalidad”.
Independientemente de su audiencia o tema, él ha desafiado a todos los que escuchan a seguir el consejo del presidente Nelson y aumentar su fe y confianza en el Salvador.
Apenas unos meses después de la formación de la actual Primera Presidencia, el presidente Oaks — junto con el presidente Nelson y su colega consejero, el presidente Henry B. Eyring — se unieron a los líderes de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP por sus siglas en inglés) para comprometerse a explorar formas de servir juntos para ayudar a los necesitados.
Días después, el presidente Oaks pronunció un discurso inolvidable en el evento “Be One” de la Iglesia para celebrar el 40° aniversario de la revelación del sacerdocio.
Él habló de llorar de alegría cuando se enteró — el 8 de junio de 1978 — de que todos los hijos de Dios podrían disfrutar de las bendiciones del sacerdocio y del templo. También definió el racismo como un pecado que requiere del arrepentimiento.
“Como siervos de Dios que tenemos el conocimiento y las responsabilidades de Su gran plan de salvación, debemos apresurarnos a preparar nuestras actitudes y nuestras acciones — institucional y personalmente — para abandonar todos los prejuicios personales”, dijo él. “Como dijo el presidente Russell M. Nelson luego de nuestra reciente reunión con los funcionarios nacionales de la NAACP: ‘Juntos invitamos a todas las personas, organizaciones y gobierno[s] a trabajar con mayor civilidad, eliminando los prejuicios de todo tipo’”.
El presidente Oaks haría eco nuevamente del llamado del presidente Nelson de “erradicar el racismo” durante un devocional ampliamente cubierto, el 27 de octubre del 2020 en la Universidad Brigham Young.
“Sólo el evangelio de Jesucristo puede unir y traer paz a personas de todas las razas y nacionalidades”, dijo él al final del devocional. “Los que creemos en ese evangelio — cualquiera que sea nuestro origen — debemos unirnos en amor el uno al otro y a nuestro Salvador Jesucristo”.
El presidente Nelson a menudo desafía a los santos de los últimos días a “mantenerse en la senda del convenio”. El primer consejero del presidente de la Iglesia ha repetido con frecuencia ese encargo profético.
Todos deben elegir “entre el camino de Jesús y el camino del mundo”, enseñó el presidente Oaks en un devocional para parejas jóvenes casadas el 24 de agosto del 2018 en Los Ángeles, California.
“Por supuesto que sabemos que debemos cumplir con los requisitos del mundo de muchas maneras, incluyendo la necesidad de ganar nuestro pan de cada día y continuar con la educación y otras actividades que nos permitirán hacerlo”, dijo él. “Pero nunca debemos perder nuestra prioridad en las cosas de la eternidad — el pan de vida — que el Salvador y Su Iglesia nos proporcionarán”.
La teología de la Iglesia del Señor, agregó él, se centra en la familia.
“Nuestra relación con Dios y el propósito de la vida terrenal se explican en términos de la familia. Somos los hijos espirituales de Padres Celestiales. El plan del evangelio se implementa a través de familias terrenales, y nuestra mayor aspiración es perpetuar esas relaciones familiares por toda la eternidad. La misión fundamental de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es ayudarnos a alcanzar la exaltación en el reino celestial, y eso solo se puede lograr en una relación familiar”.
Un siervo que ha viajado mucho
La pandemia actual del COVID-19 ha afectado a casi todos los aspectos tradicionales de la Iglesia — incluyendo los viajes frecuentes por todo el mundo de la Primera Presidencia y el Cuórum de los Doce.
Pero antes de la llegada del coronavirus, el presidente Oaks mantuvo un horario de viajes en armonía con la antigua instrucción del Salvador a Sus discípulos de “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. (Marcos 16:15).
Cuando el presidente Oaks presidió el devocional de la juventud del 8 de diciembre del 2018 en Barranquilla, Colombia, un reportero del Church News que cubría el evento se maravilló de la energía juvenil del octogenario. El presidente Oaks y su esposa, la hermana Kristen Oaks, llegaron temprano para estrechar la mano o saludar a todos los jóvenes presentes.
La relación natural de los Oaks con los jóvenes santos de los últimos días fue nuevamente evidente durante un evento mundial Cara a Cara, el 23 de febrero del 2020, centrado en la implementación del nuevo Programa para Niños y Jóvenes.
El presidente Oaks enseñó a su joven audiencia lecciones esenciales sobre responsabilidad personal.
“Dios les ayudará”, dijo él. “Él quiere que tengan éxito. Sus líderes, sus padres quieren que tengan éxito. Pero hay algunas cosas que tienen que hacer por su cuenta. Y establecer metas y acumular el deseo de hacer lo que el Señor quiere que hagan es algo que solo ustedes pueden hacer”.
El presidente Oaks también presidió la rededicación del Templo de Oakland, California, el 16 de junio del 2019. En la víspera de ese evento trascendental, se dirigió a miles de jóvenes del área de la bahía, recordándoles las perspectivas, propósitos y promesas proporcionadas por el evangelio de Jesucristo.
“En estos días — como en muchos momentos estresantes del pasado — los jóvenes deben seguir adelante con optimismo y prepararse para una vida larga y productiva”, dijo él. “Guarden los mandamientos. Sirvan misiones. Obtenga una educación. Tengan hijos. Tengan fe”.
Durante su ministerio en la Primera Presidencia, el presidente Oaks ha viajado en ocasiones con el presidente Nelson, reforzando el llamado del presidente de la Iglesia a los santos de los últimos días para que se conviertan en participantes plenos en el recogimiento de Israel.
Cuando el presidente Oak se unió al presidente Nelson, el 10 de febrero del 2019, en un devocional para decenas de miles de santos de los últimos días de Arizona, reunidos en el estadio State Farm en Phoenix, instó a los jóvenes a evitar definirse a sí mismos por cualidades temporales.
“Nuestra mejor cualidad para caracterizarnos a nosotros mismos es que somos un hijo o una hija de Dios”, dijo él. “Ese hecho anula todas las demás etiquetas, incluyendo la raza, ocupación, características físicas, honores o incluso la afiliación religiosa”.
Quizás la asignación de viaje más histórica del presidente Oak como miembro de la Primera Presidencia ocurrió mientras se unía al presidente Nelson, el presidente Eyring y el Cuórum de los Doce Apóstoles, en marzo del 2019, para la dedicación del Templo de Roma, Italia.
“Significa mucho para la Iglesia restaurada y sus miembros tener un templo en Roma, que es la capital de todo el cristianismo y un lugar donde nuestros predecesores como apóstoles del Señor Jesucristo dieron su vida. Es una bendición del Señor estar aquí y levantar nuestros espíritus y recibir la inspiración del Señor para llevar a cabo las asignaciones que se nos asignaron como parte de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.
Ministerio en la era de la pandemia
Si bien la pandemia actual ha impedido al presidente Oaks cumplir con algunos deberes tradicionales de la Primera Presidencia, su servicio a los santos de los últimos días en todo el mundo continuó sin interrupciones en el 2020.
Es posible que él y sus compañeros líderes de la Iglesia no hayan dado sus mensajes de la conferencia general de abril y octubre frente a una vasta audiencia en vivo en el Centro de Conferencias, pero sus palabras oportunas aún resonaron durante un momento esencial en la historia de la Iglesia.
El presidente Oaks utilizó la conferencia general para enseñar, entre otras lecciones, la importancia de las bendiciones del sacerdocio, siguiendo el mandamiento de Dios de “amar a tu prójimo” y encontrar gozo en medio de circunstancias difíciles.
Mientras tanto, él ha agregado su nombre a las declaraciones claves de la Primera Presidencia sobre el aprendizaje del evangelio centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia, los cierres de templos impulsados por la pandemia y reaperturas posteriores y elementos claves del gobierno de la Iglesia que se encuentran en el Manual General.
Ahora bien, mientras el presidente Dallin H. Oaks se prepara para su cuarto año de servicio en la Primera Presidencia, millones de santos de los últimos días pueden encontrar consuelo continuo en las palabras que ofreció al comienzo de su llamamiento:
“Me regocijo en la oportunidad de dar todo mi esfuerzo para dar testimonio de Jesucristo y proclamar la verdad de Su evangelio restaurado”.