Cada seis meses, los líderes de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días discursan en la conferencia general en un auditorio lleno con 21.000 personas. Sin embargo, en la reciente conferencia del 4 y 5 de abril, hablaron en una habitación con un puñado de personas — solo quienes estaban asignados para hablar, todos sentados como mínimo a 1,8 metros de distancia.
Aunque millones de personas sintonizaron sus mensajes a través de la televisión, radio e internet como de costumbre, faltaron muchos de los elementos típicos de la conferencia, incluida la actuación en vivo del Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo.
Debido a que las restricciones a raíz del COVID-19 impidieron que los 360 miembros del coro pudieran participar de la conferencia, la Iglesia reprodujo grabaciones de conferencias pasadas en lugar de los números musicales planificados.
Sin embargo, hubo una interpretación de un himno que nadie de entre la audiencia remota había escuchado en años anteriores: la versión de “Te damos, Señor, nuestras gracias” que concluyó la conferencia al final de la sesión del domingo por la tarde.
Un Coro del Tabernáculo pregrabado cantó con seis coros más pequeños compuestos por santos de los últimos días en Acra, Ghana; Ciudad de México, México; Seúl, Corea del Sur; São Paulo, Brasil; Frankfurt, Alemania; y Auckland, Nueva Zelanda.
La interpretación de cada uno de los coros pequeños se grabó a comienzos de 2020, antes de que la pandemia del COVID-19 hiciera necesarias las restricciones en las reuniones grupales. Esos santos de los últimos días de todo el mundo cantaron junto a una grabación del Coro del Tabernáculo que luego se editó para que coincidiera con el ritmo de la canción, según un comunicado de la Sala de Prensa.
En Frankfurt, los santos eligieron una ubicación que sintieron que una audiencia internacional reconocería como alemana: La manzana del mercado de Windecken-Nidderau en el centro de la ciudad, que presenta edificios tradicionales con entramados de madera.

“Para nosotros, una ubicación histórica coincidía con el enfoque de nuestra conferencia”, le dijo la gerente de proyecto de la Iglesia Judith Genster a la Sala de Prensa.
Los cantantes en Auckland eligieron una playa en el Parque Regional Wenderholm para su interpretación. Natalie Martínez Pedersen, una miembro del coro de Nueva Zelanda que es originaria de Salt Lake City, Utah, le dijo a la Sala de Prensa lo siguiente: “Antes de que cualquiera supiera cuáles serían los efectos del COVID-19 en el mundo o en nuestra conferencia general, [el himno] sirvió como una tierna misericordia y ayudó a elevarnos y sanarnos justo cuando lo necesitábamos”.
En Acra, el coro hizo su interpretación frente a la Black Star Gate, un monumento a la lucha de Ghana por la independencia, y el coro de Seúl eligió el Palacio de Changdeokgung de 600 años de antigüedad como telón de fondo.
En la Ciudad de México, los cantantes se reunieron en el Centro de Capacitación Misional de México de la Iglesia.

Todos los coros cantaron en su propio idioma — inglés, portugués, español, coreano y alemán — y se invitó a los millones de espectadores en todo el mundo a unirse en una repetición final de la primera estrofa, lo cual añadió al coro internacional los 33 idiomas incluidos en la transmisión en vivo de la conferencia.
En un momento marcado por el aislamiento y la incertidumbre, este esfuerzo multicultural simbolizó la fuerza unificadora de la fe en Jesucristo y en Su Iglesia restaurada.

“¡Qué forma única en la vida de participar de una conferencia general histórica!”, dijo Alisa Gubler, una misionera de servicio de la Iglesia que cantó en el coro de Auckland.
“Fue emocionante ver el producto final y fue maravilloso ser parte de esta experiencia memorable”, añadió Gubler. “He visto muchos comentarios [en las redes sociales] … sobre la forma en que las personas se emocionaron hasta las lágrimas”.