Cuando Kenneth Grover tomó la decisión de jubilarse anticipadamente de su trabajo de tiempo completo a la edad de 48 años, él pasó buena parte del tiempo meditando lo que quería hacer en los próximos 30 o más años de su vida.
“Quería ocuparme rápidamente”, dijo él, expresando su deseo de servir a los demás. “No quería esperar hasta tener 70 años y entonces decir: ‘Hubiera querido haber hecho eso’, porque tal vez ni siquiera tenga la capacidad ya para ese entonces”.
Reflexionando en su vida como educador y pensando en donde él pudiera utilizar mejor sus talentos, y así hacer una diferencia en las vidas de los demás, los pensamientos de Grover se volvieron a lo que le había dado más gozo en su vida, aparte de su familia.
Siendo un hombre joven, “el gozo más grande que tuve fue cuando serví a la gente en Guatemala, en mi misión”, dijo el nativo de Provo, Utah. “Así que, decidí retribuir a la comunidad de Guatemala que me había dado tanto”.
Una esperanza para el futuro
Después de unas cuantas visitas a ese país — incluyendo una visita inicial junto con su esposa y sus hijos para mostrarles su anterior y futuro entorno de trabajo — para reunirse con antiguos amigos y familiarizarse de nuevo con las comunidades que esperaba ayudar, Grover se puso a trabajar.
En Guatemala la educación pública es gratuita solo hasta el sexto grado, explicó Grover en una entrevista reciente con Church News. Después de eso, los estudiantes tienen que pagar sus uniformes, libros y otros suplementos escolares, que a menudo cuestan más de lo que ellos o sus familias pueden pagar. Es durante los años de la escuela primaria y secundaria que las becas y el apoyo económico de fuera no están muy disponibles, y es cuando el sistema educativo pierde a la mayoría de sus estudiantes, explicó Grover.
Así que, después de hacer los contactos necesarios para empezar su labor, Grover estableció la Fundación SOYLA, en julio de 2018, que es un programa de becas dirigido a ayudar a comunidades enteras de las áreas rurales pobres del país. El nombre de la fundación, explicó Grover, es en honor de una niña de 13 años que conoció en el área y que murió de cáncer de ovarios en 1989.
“Las becas son una oportunidad en medio de tanta pobreza y desigualdad que existe en este país”, dijo Doris Adriana Morales Paz, una trabajadora social con licencia, de la oficina del alcalde de Santa Andrés Villa Seca, en Retalhuleu, Guatemala. “Ha cambiado su forma de ver la vida y les ha brindado otras oportunidades de progreso personal”.
Grover empezó primero con las becas en dos escuelas, en La Máquina — una comunidad en el estado de Suchitepéquez. Empezó ofreciendo lo que él llama “becas ciegas” para niños de la comunidad que asisten ya sea a la escuela primaria, Línea B-14, o a la escuela secundaria, INEB Telesecundaria B-16. Una vez que se establecieron las becas para la comunidad, él las extendió a las escuelas de los estados colindantes, ofreciendo becas en Cantón Siglo I, Santa Cruz Mulua, en Retalhuleu, y a la INEB Telesecundaria Mangales, en Retalhuleu.
Griselda Margoth Pérez Morales, una maestra del Instituto Nacional de Educación Básica de Telesecundaria Siglo I, en Retalhuleu, dijo que, por causa de Grover y del trabajo que él está haciendo en la comunidad, los niños están empezando a creer que es posible lograr sus sueños.
“[Saben] que hay alguien más, dispuesto a escuchar sus necesidades y darles acompañamiento y apoyo en el difícil proceso de su educación”, Morales dijo. “La mayoría de ellos, para poder seguir estudiando el ciclo Básico, primero tenían que trabajar para poder comprar sus útiles escolares, [pero] este año ya no fue necesario gracias a la generosidad de Kenneth Grover y su Fundación SOYLA. Los estudiantes se esfuerzan con más entusiasmo en la realización de sus tareas, logrando con ello ser cada vez más competitivos”.
Atreviéndose a soñar
En 2018, cuando el programa empezó, había 68 niños asistiendo a la escuela secundaria en La Máquina. Una vez que las solicitudes para las becas salieron, las inscripciones aumentaron. Este año hay 183 estudiantes, dijo Grover, “y solo por tener las becas para que los chicos puedan ir a la escuela, obtener sus libros y pagar sus uniformes”.
Como resultado de ese incremento, Grover se reunió con el ministro de educación para pedir más maestros que pudieran manejar ese aumento de asistencia de estudiantes.
Como un exmaestro, Grover sintió que cada niño, sin importar sus circunstancias, debería tener la oportunidad de recibir una educación. Así que Grover decidió hacer que las becas fueran “ciegas” y basadas en méritos — significando eso que cada niño(a) de la comunidad que la solicitara obtendría su educación básica pagada por dicha beca, pero si trabajaran duro y su desempeño fuera bueno, podrían recibir una beca adicional de dinero según avanzaran.
José Luis Gulaj Obispo, el anterior director del INEB Telesecundaria B-16, en La Máquina, dijo que el programa de becas de Grover ha cambiado completamente las vidas de sus estudiantes.
“Ahora mis estudiantes son más felices”, él dijo. “A través de la educación se están dando cuenta que pueden tener una vida mejor. Ahora ya tienen sueños y sueños hermosos. Algunos desean ser doctores, maestros, ingenieros… sueños que antes veían como algo imposible de realizar. … Él hace que nuestros jóvenes se atrevan a soñar”.
Como Grover explicó, él simplemente deseaba asegurar que cada estudiante, o cada familia de las comunidades en las que trabaja, tuviera la oportunidad de ir a la escuela sin el obstáculo del dinero.
“Fui un educador de carrera por más de 20 años, y una de las cosas en que creo son los incentivos”, continuó diciendo Grover.
Tanto para los niños como para los maestros — quienes también pueden calificar para becas de mérito — el poner incentivos a las becas ya ha resultado en un incremento en el desarrollo, hizo notar Grover.
“Uno quiere tratar con dignidad a la gente”, dijo él. “Ellos no quieren solamente recibir algo, ellos quieren sentir que se lo han ganado, así que, esta es una manera para mí de trabajar con la comunidad, el ofrecerles eso”.
Además de las becas, también era importante hacer de las escuelas un lugar donde los niños y los maestros quisieran estar, explicó Grover. Con muy poco dinero o recursos del gobierno cada año para mejorar las instalaciones y proveer a las escuelas, Grover ha trabajado también con las comunidades para ayudar a mejorar los edificios escolares.
“No soy un gran creyente en hacer montones de infraestructuras, porque muchas fundaciones lo hacen, pero entonces ellas no proveen el desarrollo”, dijo Grover. Pero, la idea de tener 180 chicos usando un solo retrete de hoyo en la escuela, parecía un peligro latente para la salud; entonces Grover ayudó a construir e instalar inodoros de agua corriente en cada escuela, con plomería adecuada. “También pintamos la escuela y cosas pequeñas, de esas que dan un sentimiento de orgullo y que muestran que la escuela significa algo importante”.
Al cambiar algo de la infraestructura de las escuelas, Grover ha ayudado a los niños a querer estar ahí, explicó Paz:
“Toda la comunidad tiene beneficios porque más niños y niñas tienen más esperanza de un mundo [y un futuro mejores]”, dijo ella.
En Mangales, en Retalhuleu, la Fundación SOYLA también ayudó a construir un pequeño centro comunitario para proveer un lugar donde la gente se reuniera.
“Parte de mi lema es ‘juntos logramos’”, dijo Grover, explicando lo que esa frase significa. Así que, con cada proyecto, ya sea con las becas, con los edificios con baños, el pintar las escuelas, donar escritorios nuevos o construir un centro comunitario el enfoque es siempre hacer que la comunidad se una, explicó Grover.
Para cada uno de los proyectos de edificios, por ejemplo, Grover buscó artesanos hábiles y trabajadores de la comunidad que ayudaran a planear, dirigir y construir todo.
“Ellos estuvieron más que dispuestos a cavar y poner alguna tubería”, dijo él. “Yo puse todos los materiales, y también proveí algunos contratistas que hicieran el trabajo donde se requería un permiso, pero también yo quería que ellos tuvieran una parte en el proyecto, porque si ellos ‘arriesgaban el pellejo’, entonces estarían más dispuestos a sentirse responsables”.
La Fundación SOYLA y la labor de Grover hace que en las comunidades se diga: “nos llenan de esperanza”, Obispo dijo. “Nos ha venido a llenar de alegría y a demostrarnos el poder que tiene la caridad. A través de sus actos hemos descubierto que el amor a nuestro prójimo implica hacernos parte de su historia. Nos ha devuelto nuestra dignidad y nos está enseñando a creer que juntos podemos lograr grandes cosas”.
Haciendo la diferencia uno por uno
Grover dijo que para antes de enero de 2020 él espera que la fundación esté patrocinando con becas a más de 450 estudiantes. Y aunque a veces él siente que no está haciendo lo suficiente, dijo que le gusta pensar que su labor en Guatemala es como la parábola de la estrella de mar.
Ese poema corto es la historia de un anciano que caminaba en una playa llena de estrellas de mar que la marea había arrojado ahí. Al caminar, el anciano se encontró con un chico que recogía las estrellas de mar una por una y las arrojaba de regreso al mar. El anciano, con cierta incredulidad, le preguntó al chico por qué se molestaba en arrojarlas de regreso al mar — había millones de ellas ahí, comentó, y le dijo al chico que él nunca podría salvarlas a todas y entonces le preguntó qué diferencia haría.
El chico, levantando una estrella de mar, la arrojó de regreso al mar diciéndole al anciano que para esa sí hizo una diferencia.
“Para mí, sé que son solo como 300 chicos, y tal vez en tres años sean solo 3.000 chicos, pero, bueno, eso es importante para ellos”, dijo Grover. “Así que, voy a hacer mi parte a donde vaya, para cambiar la trayectoria de esas vidas”.
Cuando se trata de lo más importante, solo hay realmente dos mandamientos del Señor que hay que obedecer, dijo Grover. “Amar al Señor y a nuestro prójimo. Y para mí la mejor manera de amar a mi prójimo y amar a Dios, es amar precisamente a Sus hijos. Y mi prójimo puede ser mi vecino de al lado, o puede estar en Guatemala”.
En los pasados meses, además de lo que Grover está haciendo por la educación, él ha empezado a buscar otras maneras de ayudar a esas comunidades. Grover dijo que él está tratando de ayudar en todas las formas que puede, desde proveer sillas de ruedas para la gente que las necesita, hasta patrocinar servicios médicos con la ayuda de médicos locales. Es increíble ver el impacto que esos pequeños hechos pueden tener en las vidas de las personas y de las comunidades, explicó él.
Para Grover, el servir a los demás es lo que realmente lo motiva. “Me ha dado significado a la vida”, dijo él. “Y solo me dejo llevar por la inspiración del Espíritu. Eso realmente me llevó a esas áreas, y ha sido impactante ver lo que sucede por solo proveer a las personas con lo que creo Cristo hubiera hecho para servirlos. Estoy intentando inspirarlos a expandir sus capacidades y a aumentar su espíritu y habilidad de lograr más en sus vidas”.
Y como Morales lo explicó, la labor de Grover está haciendo exactamente eso.
“Tanto para mí como para la comunidad educativa, el trabajo de Kenneth Grover significa una luz de esperanza para lograr aquellos retos difíciles, pero necesarios en el mejoramiento del ser humano”, dijo ella. “El amor y entrega que él manifiesta a través de sus actos bondadosos, fortalecen nuestra vocación y nos ayuda[n] a mejorar nuestros sueños como educadores y educandos”.