Las mañanas de los sábados son muy ocupadas en el bautisterio del Templo de la Ciudad de México — las filas para entrar son largas. Y, de alguna manera, esas filas a las puertas del bautisterio representan la fortaleza de la Iglesia y la dedicación de sus miembros en toda el Área México, explicó la hermana Jean B. Bingham, presidenta general de la Sociedad de Socorro, después de regresar de su visita a esa área en diciembre de 2019.
La mayoría de los sábados cerca de 50 jóvenes esperan para entrar al bautisterio a partir de las 5:30 a.m., con grupos de tamaño similar que llegan cada media hora por gran parte de la mañana, “lo que hace que el templo esté a toda su capacidad”, dijo la hermana Bingham.
La hermana Becky Craven, segunda consejera en la presidencia general de las Mujeres Jóvenes, agregó: “sentimos mucho amor por los fieles jóvenes de la Ciudad de México al oír del presidente del templo cuán dedicados son ellos en asistir al templo. … Ellos traen los nombres de familiares y hacen las ordenanzas necesarias por sus ancestros”.
La dedicación de esos jóvenes, no solo para asistir al templo, sino también para vivir el evangelio, es un reflejo del poder que viene del crecimiento multigeneracional de la Iglesia ahí, explicó la hermana Bingham. Y esa fortaleza fue más evidente que nunca durante la reciente visita al área de las hermanas Bingham y Craven.
Aunque no es desconocido que el Área México de la Iglesia ha sido bien establecida desde finales de los años 1800, estar ahí para ser testigo de la dedicación de esa gran cantidad de miembros, fue algo sorprendente para las líderes generales de la Iglesia que visitaban.
“Me asombró el ver cuántos miembros hay en México”, dijo la hermana Bingham, haciendo notar que ella no se había dado cuenta de que el área tenía 13 templos y 220 estacas. “Yo simplemente no tenía idea de cuántos miembros hay ahí”. Pero no son solo los números lo que impresiona, continuó ella. Es la dedicación para compartir el evangelio y el participar en la obra continua de la Restauración.
La hermana Joy D. Jones, presidenta general de la Primaria, quien se unió a la hermana Bingham y a la hermana Craven durante la visita al Área en diciembre, agregó: “Los miembros de México son personas que aman al templo, y lo demuestran estando en la Casa del Señor con frecuencia. Ellos agradecen tener templos cerca. Los jóvenes son enseñados acerca de las bendiciones del templo, y de la importancia de participar en las ordenanzas del templo”.
No solo hay miembros llenando los templos, dijo la hermana Bingham, ellos también se ministran el uno al otro, ellos fielmente sirven en sus llamamientos, y ellos enseñan el Evangelio a través de las familias y están fortaleciendo a la nueva generación.
“Ese fue un mensaje que fue muy claro”, dijo la hermana Bingham. “Ellos entienden lo importante que es la nueva generación”.
La fortaleza de la juventud
Como la hermana Jones hizo notar, los números de asistencia de las niñas en edad de la Primaria a las varias reuniones y devocionales que se tuvieron durante la visita de las líderes, fue impresionante, al igual que su deseo de participar en las reuniones.
“Los comentarios de ellas reflejaron sus testimonios y su devoción al evangelio y a las familias eternas”, dijo la hermana Jones. “Muchas vinieron con sus madres y abuelas. Disfruté ver la dulce y amorosa conexión entre ellas. También me complació oír a los niños de la Primaria compartir su entendimiento del plan de salvación y de lo que estaban haciendo para llegar a ser más como el Salvador al servir a sus familias, orar y estudiar las escrituras”.
Los jóvenes y los niños, en sus hogares y en la Iglesia, están llegando a ser líderes natos, y se están fortaleciendo mutuamente de maneras impresionantes, explicaron las hermanas Craven y Jones.
“Vimos una gran fortaleza en los jóvenes que conocimos”, dijo la hermana Craven. Aunque muchos de los jóvenes son de familias grandes de fieles miembros de la Iglesia, con fuertes tradiciones en el evangelio, también hay muchos jóvenes que son los únicos miembros activos de sus familias.
Por medio de su fe y de sus ejemplos en cuidarse y guiarse mutuamente, todos estos jóvenes ayudan a continuar a edificar las generaciones de “familias fieles, arraigadas en el evangelio y selladas en el templo”, dijo la hermana Craven.
“Las mujeres jóvenes que conocimos están activamente buscando y rescatando a las que actualmente no asisten a las reuniones de domingo ni a las actividades”, continuó diciendo ella, describiendo como una presidenta de clase de las Mujeres Jóvenes, con toda confianza, explicó cómo es que no hay chicas menos activas en su clase.
“Ella contó que cuando fue llamada, ocho chicas no estaban asistiendo”, dijo la hermana Craven. “Ella y sus consejeras visitaron a esas ocho chicas, invitando a cada una a participar y, mediante un constante esfuerzo, pronto todas estaban asistiendo y disfrutando de la fortaleza de estar juntas en la clase”.
Los niños de la Primaria también están aprendiendo a liderar en sus propias maneras, explicó la hermana Jones. Al compartir una experiencia que ella tuvo al visitar un barrio de la Estaca de la Ciudad de México Tacubaya, la hermana Jones describió cómo una niña confiada se le acercó y la invitó a su Primaria.
“Después de la reunión sacramental, ella vino al estrado y tomó mi mano”, explicó la hermana Jones. “La observé interactuar con sus amigos de la Primaria, cuando cantó y cuando leyó las escrituras. Fue inspirador ver la fortaleza espiritual y la felicidad de esa dulce niña y de los demás niños de la Primaria. Ellos estaban muy atentos y participativos, y mostraron un gran interés para aprender el evangelio y compartir las decisiones correctas que estaban tomando en sus vidas”.
La fortaleza de la cultura
Algunas de las muchas fortalezas culturales en México, y que el evangelio ayuda a resaltar, son la resistencia natural de la gente y sus inclinaciones hacia la fe. A pesar de los varios desafíos que las personas del área enfrentan, ellas parecen tener un optimismo y una alegría aun en medio de las más difíciles situaciones, dijo la hermana Bingham.
“Yo creo que todos tenemos los mismos problemas en cualquier parte; problemas familiares, problemas económicos, problemas de salud, etc.”, dijo ella. “Pero las personas que son más felices son las que enfrentan esos problemas con fe en el Señor”. Y eso es exactamente lo que hacen los miembros de la Iglesia en México.
Por ejemplo, la hermana Bingham conoció a la familia Carrillo durante una visita ministrante al hogar de ellos en Chihuahua, México. La familia recientemente supo las trágicas nuevas de que su hija más joven, Ana Camila, tenía leucemia. El padre, Evaristo Carrillo, había apenas sido llamado como obispo, durante el tiempo en que supo del diagnóstico de su hija, y la familia en verdad luchó con eso, explicó la hermana Bingham.
“Aquí estaban, haciendo lo que debían hacer, siendo verdaderamente fieles, ¿y así son recompensados? ¿Con la posibilidad de perder a su hija más joven?”, dijo ella. “Pero cuando los conocí — un mes después del diagnóstico — ellos aún tenían lágrimas en sus ojos, pero no en la misma manera (que antes). No estaban ni temerosos ni desesperados, estaban agradecidos y tenían confianza de que lo que viniera, el Señor estaría a cargo”.
Otra fortaleza en la cultura es el apoyo natural de las familias, dijo la hermana Bingham. “Los abuelos, los tíos y los primos se cuidan el uno al otro”.
A medida que la restauración del evangelio continúa desarrollándose, Satanás está trabajando duro para destruir a las familias, explicó élder John C. Pingree Jr., setenta autoridad general y segundo consejero de la presidencia del Área México. Pero al trabajar juntas para cuidarse mutuamente, las familias de la Iglesia descubrirán fuerza mediante la unidad.
“Cuando un hombre y una mujer casados se cuidan el uno al otro, y guardan sus convenios del templo, Dios protegerá esa unión y los investirá con poder divino”, dijo élder Pingree. Las líderes visitantes, y sus esposos, fueron ejemplos positivos de la importancia de esa unión.
“Durante nuestros viajes juntos, las hermanas no solo hablaron en sus sermones acerca de la importancia del matrimonio, sino que también lo demostraron ene sus interacciones con sus esposos que las acompañaron en el viaje”, dijo él.
La visita de ellos también ofreció una instrucción positiva de cómo los miembros de la Iglesia pueden trabajar juntos por una unidad más grade en sus responsabilidades, en todas las diferentes organizaciones de la Iglesia.
“Con mucha frecuencia en la Iglesia tendemos a aislarnos. Pero para ser realmente eficaz, necesitamos colaborar, coordinar y apoyarnos mutuamente; y esforzarnos por la unidad”, dijo la hermana Bingham. En las reuniones con mujeres de todo el mundo, una de las cosas que las líderes generales de las mujeres luchan continuamente por resaltar es la automática y continua membresía en la Sociedad de Socorro para todas las mujeres — aun para aquéllas que sirven en la Primaria y con las Mujeres Jóvenes. Otro principio en la que ellas se enfocan es la importancia de la unidad con los cuórums de élderes y con las organizaciones de Hombres Jóvenes.
“Los líderes de los cuórums de élderes y de la Sociedad de Socorro tienen una gran responsabilidad en la obra de salvación, en sus respectivos barrios y ramas”, dijo el élder Pingree. “Aún más, al planear ellos, coordinar y servir en concordia, el Señor los empoderará para lograr más juntos que si trabajaran separadamente”.
Los Santos de los Últimos Días en México, al igual que los Santos en todo el mundo, están continuamente trabajando para crecer en el Evangelio, como personas y como familias. Ellos, al igual que todos los miembros de la Iglesia, tienen limitaciones y áreas en que deben trabajar. Sin embargo, por medio de su fortaleza multigeneracional y de su dedicación a la obra del templo, ellos están llegando a ser líderes en la obra de salvación, explicó la hermana Bingham.
La gente de México ejemplifica el amor de Cristo por medio de su humildad y generosidad, agregó la hermana Jones.
“Ellos son fuertes y resistentes. Saben que son hijos de Dios, y lo aman y lo sirven fielmente”, dijo ella. “Ellos me hicieron sentir mucha gratitud por nuestra herencia divina y por la meta compartida para regresar como familias a la presencia de nuestro Padre Celestial”.