PROVO, UTAH — Un empático élder D. Todd Christofferson relata sus propias experiencias al pasar una mañana con misioneros de todo el mundo que celebraban la festividad lejos de sus familias y amigos.
“Llegué a mi misión en Argentina 10 días antes de la Navidad”, recordó el miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles. “Estaba acostumbrado a la nieve y al frío de la Navidad en los Estados Unidos. Descubrí que en Sudamérica celebran la Navidad en el calor del verano, y con fuego artificiales”.
El apóstol Santo de los Últimos Días entonces compartió otras reflexiones relacionadas con la Navidad — el nacimiento de José Smith a finales de un diciembre, experiencias de la época pionera y el nacimiento y la Expiación del Salvador Jesucristo — cuando él y la hermana Kathy Christofferson hablaron el 25 de diciembre de 2019 a los 1.223 misioneros en un devocional en el Centro de Capacitación Misional de Provo.
El evento también fue transmitido vía satélite a otros CCMs a través de todo el mundo.
Miembro del Comité ejecutivo misional, élder Christofferson enfatizó ese momento mutuo como representantes de Cristo en un tiempo especial.
“¡Qué más grande privilegio podríamos tener que el de encontrarnos en Navidad al servicio del Salvador cuyo nacimiento estamos celebrando!”, dijo él. “No habrá muchas Navidades en las que ustedes estén autorizados a llevar el nombre de Él en su vestido, o camisa o saco como Sus emisarios y Sus embajadores. Ustedes son los compañeros de los apóstoles en esta obra y ¡qué honor es el servir juntos en Navidad!”.
Al mencionar el nacimiento de José Smith un 23 de diciembre, un día antes de la conmemoración del nacimiento de Cristo, élder Christofferson mencionó que él y su esposa estuvieron con el presidente M. Russell Ballard, presidente en funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, a principios de este otoño, en el lugar del nacimiento del profeta José Smith, en Sharon, Vermont.
Ambos nacimientos fueron en circunstancias de pobreza, con escasa noción para el mundo. Y el llamamiento y la vida de José Smith llegaron a entrelazarse con el Salvador.
“Para esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos, José Smith llegó a ser el revelador de Jesucristo en Su verdadera identidad como el mismo Hijo de Dios, y el testimonio de José Smith está ligado al de todos los que lo escuchan”, dijo el élder Christofferson. “El Salvador nunca ha tenido un testigo más poderoso, un defensor más fuerte o un amigo más verdadero que el profeta José Smith.
“Y así, digo que es muy apropiado que el nacimiento de José Smith haya sido tan cerca de la Navidad. Los sacrificios del profeta José en el servicio de Cristo son un ejemplo digno de seguir para nosotros, en nuestra vida y en nuestro servicio misional”.
Élder Christofferson contó algunas anécdotas de la Navidad en los tiempos pioneros de Utah.
Sobre la Navidad de 1847, el primer año en el valle de Salt Lake, Elizabeth Huffaker escribió:
“Todos trabajamos como de costumbre; los hombres recolectaron artemisa, otros araron; aunque había nevado, la tierra estaba todavía floja, y los arados se usaron casi todo el día, [la Navidad fue en sábado, pero] nosotros celebramos la Navidad el domingo. . . . Cantamos alabanzas a Dios, nos unimos todos en la oración al anochecer y las palabras de ese día serán siempre recordadas. Fueron palabras de agradecimiento y de ánimo, ninguna palabra de desaliento fue pronunciada. Las personas estaban esperanzadas y optimistas por causa de su fe en la gran obra que estaban emprendiendo. Después de la reunión las manos se estrecharon por todos lados, algunos lloraron de gozo. Los niños jugaron en el recinto y alrededor de un fuego de artemisa seca en la noche. Nos juntamos y cantamos ‘¡Oh, está todo bien!’. Tuvimos conejo asado y un poco de pan para nuestra cena. Muchos de los que estuvieron en esa primera Navidad en el valle, después recalcaron que, en un sentido de paz perfecta y buena voluntad, nunca habían tenido una Navidad más feliz en sus vidas”.
Mary Jane Tanner dijo acerca de ese mismo año: “No tuvimos piso sino tierra, pero estábamos agradecidos de tener un techo para cubrirnos. Mi padre arregló el suelo en el día de Navidad y mi madre dijo que eso era una feliz Navidad. Fue en verdad un tiempo de regocijo, pues habíamos carecido por tan largo tiempo de un hogar, y sufrido tanto al vivir en un vagón durante el tiempo de frío”.
Wilford Woodruff describió así su Navidad en 1877, en St. George, Utah: “Ustedes se preguntarán qué estuve haciendo en Navidad; pasé todo el día en el templo en St. George. Cuarenta mujeres cosieron alfombras; y todos los hombres estuvieron trabajando. Josiah Hardy trabajó hasta las 9 de la noche con la sierra circular para terminar todo. Pusimos alfombras, cortinas y divisiones; y cubrimos los altares para preparar al templo para su dedicación”.
Un chico llamado James Nielsen, de Sanpete, Utah, dijo en este relato sin fecha: “Había tres chicos mayores en la granja: Jim, Tom y Wayne. Yo solía dormir con ellos en el desván, arriba de la casa. Pasamos una víspera de Navidad en su casa, y todos colgamos nuestros calcetines para recibir regalos. Los calcetines estaban llenos de dulces la siguiente mañana. Los chicos me dieron algo de sus dulces, y sabían a pies apestosos, pero me los comí de todos modos”.
Y Hannah Daphne Dalton recordó lo siguiente de su niñez en Parowan, Utah, en 1862: “Todos colgamos nuestros calcetines la víspera de Navidad. Nos levantamos muy temprano en la mañana para ver lo que Papá Noel nos había traído, pero no había nada en los calcetines. Mamá lloró amargamente. Fue a su estuche y sacó una manzana pequeña, la partió en trozos delgados y esa fue nuestra Navidad. Pero nunca olvidaré cuánto amé sus queridas manos al cortar ella esa manzana”.
Élder Christofferson comparó los tiempos pioneros a las condiciones en las que creció el Salvador: poca comida, pocas posesiones y un constante trabajo para sobrevivir.
Después de compartir el video “El Niño Jesús”, él dio sus comentarios finales, su testimonio y una bendición apostólica.
“Sabemos lo suficiente para comprender que la verdadera celebración de la Navidad no es solo el nacimiento del Hijo de Dios, sino lo que vendría al final de Su vida terrenal”, dijo el élder Christofferson.
“La Navidad tiene poco significado sin la Pascua; es la Expiación de Cristo la que da significado a nuestra existencia; sin eso, toda la vida terrenal estaría destinada a la muerte, a la obscuridad y a la desesperanza. Pero con la Expiación de Jesucristo nuestro destino es de incomparable felicidad, de eterno progreso y de un gozo sin fin con los que amamos”.
La evidencia convincente de que la Expiación de Jesucristo es real, es la Resurrección; con el hecho de que Jesús se levantó de la muerte como prueba de que Él en verdad es el Hijo divino de Dios, y de que Su poder para redimir es ilimitado, dijo el élder Christofferson.
Con Su resurrección, no hay duda de que Él nos ha dado el regalo de la inmortalidad y, con la condición de arrepentirse, el don de la vida eterna, agregó él.
“Les testifico con toda la fuerza de mi alma que Jesucristo vive hoy en día. Él es el Redentor resucitado, ustedes son Sus siervos. Les deseo una gozosa Navidad hoy e invoco las bendiciones de Él sobre ustedes: la bendición del gozo en Su obra, la bendición de Su protección y guía; y la bendición de recibir respuestas a sus oraciones”.
Hermana Christofferson antecedió a su esposo mostrando primero un antiguo video familiar de dos de sus nietos — cuando tenían 4 y 2 años — recitando de memoria Lucas 2. Ella se refirió muchas veces en su mensaje al relato del nacimiento de Cristo en el Nuevo Testamento, así como al relato del Libro de Mormón que revela lo que pasaba en las Américas al mismo tiempo.
Ella habló de como María probablemente sentía que el nacimiento del Salvador llegaba en un momento “inoportuno”, por su tardío embarazo y por el viaje a Belén, las multitudes ahí como resultado del decreto del censo y de que todos los lugares de hospedaje estaban ocupados forzándola a dar a luz en un establo.
Por el contrario, la llegada del Salvador fue muy “oportuna” en el relato del Libro de Mormón, agregó ella, ya que los creyentes y fieles serían asesinados a menos que las señales profetizadas del nacimiento de Cristo acontecieran.
Y la hermana Christofferson comparó a los pastores de Belén con los misioneros de hoy en día, ya que los pastores “dieron a conocer en gran manera lo que les fue dicho acerca del niño”, (Lucas 2:17).
“Ellos fueron los primeros que llevaron el mensaje y testimonio del Salvador”, dijo ella. “Ellos fueron los primeros misioneros, y eso los vincula a ustedes”.